Desde la ciudad arzobispal (XXVI)

Maximilian Rohner, humanista y empresario

Don Maximilian Rohner, emprendedor empedernido, da su salto a la capital grancanaria y en la calle Néstor de la Torre establece la sede principal de su empresa: Atlántico S.L.

Calle Néstor de la Torre, en Las Palmas de Gran Canaria, donde Maximilian estableció la sede principal de su empresa: Atlántico S.L.

Calle Néstor de la Torre, en Las Palmas de Gran Canaria, donde Maximilian estableció la sede principal de su empresa: Atlántico S.L. / Andrés Cruz

Lo que popularmente conocemos como Suiza, es un país de encuentros culturales, ya que en la actual República Helvética se aúnan las culturas germanas y mediterráneas. Los llamados cantones de límites nada precisos defienden sus singularidades a través del uso de sus lenguas propias. Entre altas montañas y profundos valles regados por cientos de riachuelos y ríos crecen las poblaciones, las que más, concentradas en pequeños pueblos, las que menos, formando populosas ciudades. La dispersión de los núcleos urbanos marcan el camino del viandante. De todos los gremios profesionales allí asentados es, sin duda alguna, el de los comerciantes el más representativo de la vida cotidiana. En el seno de una familia dedicada al comercio nació nuestro biografiado, don Maximilian André Rohner. Sus padres fueron don Maximilian Rohner y doña Louise Schneider, quienes habitaban una cómoda casa de la mediana burguesía en Heiden (Appenzell). Allí la vida era fácil y los negocios paternos iban viento en popa. Pero llegada la etapa formativa, el joven Maximilian ingresa en el colegio Pappio, en Ticino, en la Suiza italoparlante. Es curioso que él, perteneciente a una familia de habla germana y fe protestante, recibiera una notabilísima formación en ese colegio regentado por frailes católicos italianos. Sin duda alguna, eso supuso una superación personal que más tarde se reflejaría en su vida intelectual y profesional. Desde jovenzuelo dedicó tiempo e interés a la lectura, manejándose de forma óptima entre los clásicos de la literatura europea. Su amor por el teatro y por la obra de Dante Alighieri, además de otros autores renacentistas, se puso de manifiesto en sus puestas en escena, a través de las clásicas marionetas, que con destreza utilizaba para acercar la buena literatura a niños, jóvenes y adultos.

Después de una formación académica intachable quiso estudiar Arquitectura, pero no se lo permitieron e ingresó en una escuela de contabilidad que había en Eushatel, centro que le permitió afianzar sus conocimientos en diferentes materias mercantiles.

En ese deambular emigra al Nueva York de los años cincuenta, trabajando en Wall Street y descansando de sus largas jornadas laborales en el distrito de Queens, compartiendo casa con un amigo músico. Su economía era tan endeble que utilizó la modalidad de cama caliente. Su compañero dormía durante el día y él lo hacía durante la noche. Al año siguiente atravesó los EE.UU. de Este a Oeste en un pequeño Citröen, y en 1952, y por miedo a ser movilizado por la Guerra de Corea, se volvió a Suiza, trabajando entonces para la Weitnauer, empresa en la que también lo hacía su progenitor. Esta lo envió a Tánger y a otros lugares unidos por la legislación de puertos y aeropuertos francos. Fue importador y exportador, estableciéndose en Barcelona y en Villareal de Los Infantes, donde hizo de contable en una empresa de naranjas. Después de un tiempo volvió a su país natal y desde allí vio la oportunidad de establecerse en Tenerife. Llegado a la isla del Teide entabló cierta amistad con la familia Olsen, en cuya casa vivió. Los señores Olsen lo invitarían a una fiesta de bienvenida, celebrada en honor de su hija, que volvía de sus estudios en Inglaterra. Fue allí, en donde conoció a la joven tinerfeña Nilia Bañares Baudet, perteneciente a una de las mejores familias de la sociedad santacrucera, y el amor no se hizo esperar.

Don Maximilian Rohner, emprendedor empedernido, da su salto a la capital grancanaria y en la calle Néstor de la Torre establece la sede principal de su empresa: Atlántico S.L., dedicada a la importación de tabacos tales como las prestigiosas marcas Winston, Marlboro y Camel (cuya exclusividad la tenía Weitnauer). También, excelentes chocolates y bombones de la prestigiosa marca Cadbury; bebidas refrescantes y novedosas en el mercado insular como Appletiser y una variada gama de bebidas alcohólicas, entre las que destacaremos varias marcas de whiskys y cognacs. Introdujo el primer vino de origen sudafricano en el comercio abastecedor de buques. Todo ello se unía a cientos de marcas de galletas y otros comestibles, que hicieron de su iniciativa empresarial un éxito rotundo.

Don Maximilian André Rohner fue durante muchos años, cónsul de Suiza, destacando entre todos los miembros del honorable Cuerpo Consular por su caballerosidad, ejemplaridad y dedicación. Todo ello le grajeó la admiración y respeto de las diferentes administraciones españolas y helvéticas, dejando tras sí una estela de afamado diplomático. Padre de dos hijos, Helena y Andrés, hoy sus nietos se reparten por Madrid y Fuerteventura. Este enamorado del patrimonio histórico-artístico insular vivió hasta su óbito, ocurrido en año 2008, junto a la Iglesia Conventual de San Francisco de Telde.

Suscríbete para seguir leyendo