La boda madrileña del descendiente de Fernando Guanarteme

Martínez Almeida tiene legítimos genes del rey Fernando Guanarteme y de la princesa Teguise de Lanzarote

Tanto el novio como la esposa descienden del nórdico Oleg

Así ha sido la llegada a la boda de Almeida y Teresa Urquijo

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Miguel R. Díaz de Quintana

Con motivo del enlace matrimonial del alcalde de Madrid con Teresa de Urquijo y Moreno, experta analista inmobiliaria, las páginas del corazón de la prensa rosa nacional han hervido comentando los prestigiosos árboles genealógicos de la novia, tan plagados de condes, marqueses, duques y príncipes de la dinastía borbónica, que a través de los siglos dieron muchos reyes y reinas a las más prestigiosas cortes europeas. Pareció como si el pretendiente, José Luis Martínez-Almeida y Navasqüés, no tuviera viejos pergaminos cuajados de ilustres linajes, tanto o más prestigiosos que los de la agraciada contrayente y es que, incluso sin ellos saberlo, los cónyuges son primos varias veces, aunque en antiguas generaciones. Así que los tortolitos no deben preocuparse porque la descendencia no saldría defectuosa.

El novio tiene por varias ramas sangre canaria e indígena de los guanches. Y también reales, pues por sus venas corren legítimos genes del rey Fernando Guanarteme y de la mítica princesa Teguise de Lanzarote. Sin ir más lejos, el contrayente es sobrino tataranieto de Fernando de León y Castillo, uno de los más sobresalientes patricios isleños del siglo XIX que recibió de manos de la Reina Regente María Cristina el honroso título nobiliario de Marqués del Muni. En los archivos canarios se acreditan los documentados árboles genealógicos del alcalde madrileño, en los que se encuentran datos de los últimos trece siglos transcurridos.

Carla Hoyo-Villanova y el príncipe Kubrat de Bulgaria.

El novio y sus hermanos, Ángela, Casilda, Magdalena y Rafael. / LP/DLP

No vamos a desenredar la selva genealógica de los pergaminos de ambos cónyuges para acreditar tantos regios linajes, entremezclados de parentescos unos con otros, porque sería tarea interminable. Tanto el novio con la nueva señora de Martínez-Almeida descienden, entre otras numerosas estirpes, del nórdico Oleg, Príncipe de Nóvgorod, nacido en 845, que reinó entre los años de 879 a 912, fecha que acaeció su muerte por una mordedura de serpiente; de San Vladimiro I el Grande: de los príncipes soberanos de Kiev: de Geza II, Rey de Hungría; de Jaime I. Rey de Aragón, quien a su vez era cuñado de Santa Isabel de Hungría, canonizada por Gregorio IX en 1235; y para no cansar con la larga lista de comunes ascendientes, de Alfonso X, Rey de Castilla. La consanguinidad real del novio entró en el Archipiélago canario en tiempos de la conquista de las Islas, entre otras ramas, por un primo de Fernando el Católico.

El rey emérito con sus dos hijas y tres de sus nietos.

Carla Hoyo-Villanova y el príncipe Kubrat de Bulgaria. / LP/DLP

Y fue en la época de la incorporación de Canarias a la Corona de Castilla cuando se empieza a desarrollar la línea insular más directa del desposado, que precisamente la inicia un intrépido guanche de la ciudad de Gáldar que al ser bautizado adoptó el nombre europeo de Diego de León. Agraciado con importantes datas de tierra en el nuevo territorio español, el indígena castellanizado fue uno de los fundadores y pobladores de la localidad tinerfeña de Icod de los Vinos. Su sucesión fue alcanzando notorios puestos tanto en la sociedad como en los cometidos agrícolas de la saneada industria azucarera del Archipiélago, con extensas conexiones importantes en el Nuevo Mundo, donde la familia dejaría la impronta de su huella.

Para no seguir desempolvado árboles y pergaminos antiguos concluimos esta crónica nupcial comentando que el retatarabuelo canario del novio fue José María de León y Falcón, nacido en Las Palmas en 1801, que se establece en la ciudad de Telde para asumir la primera alcaldía constitucional del municipio, con su mujer y sobrina Concepción del Castillo-Olivares Falcón. Del enlace nacen en el nuevo domicilio dos hijos, Juan y Fernando. Este Fernando fue el antes citado ilustre paisano que a los veintisiete años de edad fue Gobernador de Granada, después de Valencia y subsecretario del Ministerio de la Gobernación, hasta que tras un periodo de oposición, fue Ministro de Ultramar, vicepresidente del Congreso y embajador de España en París. Su valiosa gestión defendiendo los derechos de España sobre el África occidental le valió a León y Castillo el título de Marqués del Muni.

La boda madrileña de los primos

El rey emérito con sus dos hijas y tres de sus nietos. / LP/DLP

Su hermano mayor, el referido Juan de León y Castillo, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que será el tatarabuelo directo del alcalde madrileño, fue el verdadero autor de los puertos y muelles canarios, especialmente el de La Luz, Agaete y Sardina, en la isla de Gran Canaria, e intervino en el de Santa Cruz de Tenerife y el de Arrecife de Lanzarote. Hoy el tránsito más largo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria que abarca una superficie de cuatro kilómetros. se rotula con la filiación del ilustre ingeniero.

Del matrimonio del proyectista con su prima hermana, María del Pino del Castillo-Olivares y Falcón nacieron cuatro hijos, siendo el segundogénito, Luis de León y Castillo-Olivares, que heredará el título marquesal de su primo hermano por haber fallecido en 1950 sin descendencia.

El nuevo marqués, que nace en el palacete familiar de la Alameda de Colón (donde hoy está instalado el Cicca), celebra matrimonio en el pago de Tafira con Magdalena Manrique de Lara y Massieu, de cuya coyunda vienen al mundo cuatro hijas: Pino, Otilia, Magdalena y María Luisa, muy populares en la islas por ser las muchachas que introducían las novedades más modernas y atrevidas que se imponían en el continente.

Será la tercera de las hembras citadas, María Magdalena de León y Castillo Manrique de Lara, la abuela canaria de José Luis, que nació en el palacete de la bajada de la calle San Pedro, entre Triana y el barranco del Guiniguada (donde estuvo el célebre Cuasquías), y contrajo matrimonio ante el altar de la Soledad de la Portería de la iglesia vecina de San Francisco de Asís, en noviembre de 1932, con Pablo Martínez-Almeida y Nacarino, un abogado del Estado madrileño de origen asturiano de 25 años, consejero de importantes compañías y miembro del Consejo Privado del Conde de Barcelona.

De este enlace nacen tres hijos: Rafael, Juan Ignacio y Pablo. El primogénito, que vino al mundo en 1935, contrajo matrimonio en 1966 con Ángela de Navasqües y Cobián, dama que destacó en la presidencia de la Confederación Española de Antiguos Alumnos de Enseñanza Católica y que además era nieta de aquel célebre ministro de Marina, Eduardo Cobián, que estuvo arreglando problemas en la Aldea de San Nicolás de Tolentino y que por sus méritos recibió el nombramiento de hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife.

La pareja serán padres, a su vez, de familia numerosa: Casilda, Alfonso, Ángela, Magdalena, Rafael y el benjamín José Luis, que ve la luz de sus días en la capital de España el 17 de abril de 1975, por lo que dentro de unos días el flamante novio celebrará junto con su luna de miel, un nuevo cumpleaños.

Queda dicho, y como acuñaron sus antepasados los Reyes Católicos: tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.