Un partido entre el Athletic Club y la Unión Deportiva Las Palmas, se mire por donde se mire, está rodeado de cierto punto místico. Así, de entrada, da para rememorar la colección de buenos futbolistas que han militado en ambos equipos a lo largo de la historia. Los duelos entre Iribar y Germán, entre Martín II y Txetxu Rojo, entre Brindisi e Irureta, entre Goikoetxea y Koke Contreras, alimentaron esa leyenda. El pulso, además, durante una época midió dos estilos antagónicos a la hora de interpretar el juego en España: uno, el del conjunto vasco, vivió de la verticalidad y la fuerza; el otro, el grancanario, descubrió el toque y la asociación como fórmula en un país que ahora presume del tiqui taca. El choque también recuerda tardes de fútbol bajo la lluvia, con barro hasta las orejas y una mezcla de colores -rojiblanco de un lado; amarillo de otro- que hasta mezclan bien sobre el verde del césped. Hoy, a partir de las 17.15 horas (Canal+Liga) y tras 13 años de exilio de la élite y vacíos de contenido, la UD regresa al Botxo para visitar por primera vez el nuevo San Mamés, medir el buen momento de los Leones de Ernesto Valverde y poner a prueba su propia mejoría a las órdenes de Quique Setién.
Cambio de guarida
No es, con todos esos ingredientes sobre la mesa, un partido más la visita a Bilbao. Las Palmas se enfrenta a un clásico que ha cambiado de guarida. Justo al lado de la Ría, el Athletic ha levantado un majestuoso estadio en el que, en apenas dos años y medio de historia, ya han encallado transatlánticos como el Real Madrid -en febrero de 2014 se dejó parte de sus opciones de ser campeón de Liga con un empate marcado por una expulsión a Cristiano Ronaldo- o el Barça -en verano salió goleado de Bilbao en la Supercopa de España y se quedó sin el pleno de títulos en 2015-.
Para su debut en el nuevo San Mamés, la Unión Deportiva llega en su momento más dulce de la temporada: fuera de las posiciones de descenso tras varios meses atrapada en el fango. Esa progresión del equipo amarillo se explica a partir de una marca trazada en el suelo al unir dos puntos: uno, la mejoría en el juego desde que Quique Setién tomó el mando como entrenador; y dos, la solidez del representativo grancanario como local -desde el relevo en el banquillo superó a Real Sociedad, Betis y al Granada y empató frente al Villarreal-.
Con esa tendencia como carta de presentación en el Botxo, a Las Palmas le toca empezar a sumar fuera de casa para evitar agobios en la clasificación. Entre bajas por lesión o sanción, el equipo amarillo se presenta en otra plaza grande cogido por alfileres para medirse a un Athletic sin Laporte ni Beñat, pero con Aduriz y Raúl García en la delantera ejerciendo de martillos pilones. Con ese panorama, dar forma a la alineación que presentará hoy en San Mamés se ha convertido en sudoku para Setién.
En la zaga, la plaga de lesiones se ha llevado ahora por delante a Hernán. Con ese último contratiempo en el capítulo de novedades, el técnico cántabro tiene dos opciones para recomponer el eje de la zaga: recuperar a Aythami -baja ante el Granada por sanción- y mantener a Garrido como central o juntar al propio Aythami con David García, que el miércoles volvió a jugar tras meses fuera de circulación.
Sin Roque Mesa
De las ausencias con las que Las Palmas se presentará en Bilbao, una aparece en el horizonte como la más sensible: la de Roque Mesa, pieza capital en el centro del campo. El jugador teldense ha sido titular en cada uno de los 17 partidos de Liga disputados, dato que revela su importancia en el equipo. Con Vicente Gómez como intocable en la medular, Culio, Wakaso y Valerón figuran como alternativas.
El resto del once, salvo sorpresa mayúscula, estará compuesto por El Zhar y Jonathan Viera en los extremos, Tana en la mediapunta y Araujo, que ante el Granada CF le tocó ser suplente, en punta. El delantero argentino, titular ante la baja por lesión de Willian José, volvió a ver puerta en el último encuentro, un ejercicio de eficacia que en buena medida marca las posibilidades de supervivencia en Primera División de la UD Las Palmas. Si Araujo golea, todo será de color amarillo en el futuro de Las Palmas.
