Volvió Jonathan Viera, volvió el talento y volvió la UD. Y se acabó la crisis. Con la magia suele bastar, pero Las Palmas, por si acaso, añadió un altísimo grado de intensidad para recuperar el bloque perfecto que había logrado cuatro victorias seguidas antes de la última racha de cinco partidos sin ganar y borrar del mapa al Real Oviedo, un equipo desquiciado, con un triunfo incontestable (3-1).

La vida había reservado al mago de La Feria el papel principal en la fría tarde del Gran Canaria, que acogió a casi 4.000 personas más que en la última cita ante el Alcorcón, probablemente porque tenían la seguridad de que, aunque sólo fuera por los cromos que regresaban a la titularidad, iban a presenciar un espectáculo en todo su significado. Y así fue.

Desde el minuto 3 la UD ya ganaba gracias a otro golazo de Juanjo Narváez. Luego, antes del descanso, Pedri y Viera se asociaron para crear una jugada perfecta que acabó en la consecución del segundo tanto. Y para redondear la obra, antes del tanto final de Bárcenas que maquilló la imagen ovetense, el actor principal volvió a mandar una falta a la escuadra. Pero antes de todo eso, la película, en realidad, ya se había convertido en un monólogo.

Volvían hasta cinco jugadores al equipo inicial, pero sobre todo regresaba una sociedad letal, la que conforman Jonathan Viera y Pedri González, que cuando juegan juntos, y a pleno rendimiento, convierten a la UD en un equipo temible, y bonito de ver. Recuperaba Pepe Mel igualmente a su mejor pareja de centrales, la que componen Mantovani y Aythami, que dotaron al cuadro canario de mayor solidez y seguridad. Además, Benito partió de inicio en el lateral izquierdo por los problemas estomacales de última hora de De la Bella y Srnic volvió a ocupar el lado derecho del ataque.

Narváez, por su parte, se trasladó hacia el centro de la delantera, mientras que Javi Castellano y Ruiz de Galarreta formaron el doble pivote. Lo que no cambió el madrileño fue el dueño de la portería: Valles sentó a Josep, a quien su petición de cambio justo después de haber cometido un error garrafal 15 días atrás ha podido condenarle al ostracismo. El técnico, en definitiva, quiso que su equipo se pareciera lo máximo posible al que logró la magnificencia hace algo más de un mes.

Golazo de aperitivo

La trama no pudo comenzar mejor para los amarillos, que sólo necesitaron tres minutos para adelantarse y casi sentenciar a un Real Oviedo melancólico, demasiado frágil para la voracidad que se le presuponía a la UD en el arranque. Narváez, que cada día que juega deja un nuevo destello de calidad, aprovechó un mal despeje dentro del área de Lolo Martínez, que había desviado precisamente un pase del colombiano, para emular el gol que había metido en Anduva y mandar un disparo con la derecha, imparable, a la escuadra izquierda del portero. Todo un golazo para calmar los nervios.

Quizá por esa sensación, real, por otra parte, de superioridad, los amarillos dieron un paso atrás para tratar de aniquilar a la contra a un equipo en depresión. Cedió durante un buen rato el balón al rival y este lo aprovechó para tratarlo bien, combinar e intentar crear peligro, pero sólo consiguió inquietar a Valles con un cabezazo a la salida de un córner que el meta detuvo con seguridad. El resto de jugadas murieron en la frontal de Las Palmas.

Habían pasado 26 minutos de juego cuando Mantovani subió hasta el centro del campo para anticiparse y luego encontrar a Narváez entre líneas. La jugada quedó en nada, pues Jonathan Viera se había metido en fuera de juego, pero sirvió para que el Oviedo, y la grada, se dieran cuenta de que su equipo no se había marchado del partido.

El despertar fue de golpe. Dos minutos después, Srnic se metió entre Bolaño y Tejera, se hizo hueco mientras avanzaba hacia el centro y disparó con la zurda, flojo y raso, a las manos de Champagne. Nada nuevo. El serbio trabaja, corre y lucha, y esas cualidades, en un equipo en el que el resto destaca más por cuestiones técnicas, son necesarias, pero no da para más.

Ya casi al borde del descanso, cuando poco antes los carbayones habían inquietado a Valles con un lanzamiento de falta de Yoel Bárcenas -paró sin problemas-, y Ruiz de Galarreta había probado fortuna con dos disparos muy lejanos que se perdieron en la nada, cayó el segundo. Un chispazo mortal que se originó cuando nadie lo esperaba, con un saque de banda en la medular. Es lo que tienen los genios: aparecen cuando les da la gana.

Benito sacó, Viera la toco de primeras a Pedri y el tinerfeño comenzó a volar por el lado izquierdo. A su lado, el de La Feria avanzaba también como un avión, mientras iba colocando su cuerpo para estar preparado para rematar cuando volviera a recibir la pelota, porque sabía que le iba a llegar. Y sucedió: Pedri le devolvió el pase inicial en el momento exacto y preciso para que Viera se encontrara con todo favor para colocar el balón en la portería con el interior (39').

2-0 y a vestuarios. Con el regreso del talento todo estaba en orden. La segunda parte fue un paseo, el recreo de un equipo elevado y de una sociedad que quiso hacer saña. Ajenos a cualquier tipo de presión o de compasión, bailaron por el campo y desarbolaron al Oviedo, que cambió el sistema a un 5-4-1, tiró de orgullo en los segundos 45 minutos y gozó incluso de un par de ocasiones claras pera marcar. Pero la UD tuvo muchas más.

Un pase perfecto de Pedri encontró el desmarque de Jonathan Viera -otra vez-, que se plantó solo delante de Champagne con un prado por delante y quizá eso le perjudicó, porque tuvo mucho tiempo para pensar. El meta argentino aguantó bien, sin salir demasiado para no favorecer la vaselina, y el '21' decidió jugársela con un tiro raso, a un lado, pero el arquero sacó la pierna para desviar el balón (51').

En la siguiente acción, Borja remató de cabeza un centro de Nossa que venía desde la izquierda, pero la pelota salió fuera por poco. Fue la mejor oportunidad del Oviedo para recortar distancias. La nueva estrategia de Rozada consistía en hacer un tanto como fuera, sobre todo con balones colgados desde las bandas, para regresar al partido.

Pero Las Palmas, que iba a lo suyo, estaba en órbita. La última media hora fue un baile, cimentado en el dominio de la posesión, la intensidad y la calidad. Hasta Javi Castellano, que jamás ha marcado un gol en tantos y tantos años de amarillo, pudo hacerlo en el rechace de un córner, pero no alcanzó a rematar por poco.

Un tiro de falta de Ortuño que detuvo Valles con seguridad (71'), en dos tiempos, sirvió para dejar claro que Mel, que había dado entrada a Fabio por Srnic para ganar en equilibrio, acertó de lleno a la hora de darle continuidad. El sevillano no falló, ni se comprometió con el balón en los pies.

La sentencia llegó en el minuto 77. Jonathan Viera volvió a aparecer para dejar claro que es el mejor, que va sobrado. El mago clavó una falta directa, y ya van cuatro, desde la frontal, por encima de la barrera, imparable para Champagne, que ni siquiera se movió. Golazo, ovación y retirada -entró Cedrés-. Gracias por participar y hasta la próxima. Poco antes, incluso, había fallado otro mano a mano tras otro enorme pase de Pedri, pero en aquella ocasión decidió disparar cruzado y el meta estuvo acertado.

A cuatro del final el Oviedo encontró el maquillaje. Un buen gol. Bárcenas aprovechó un gran pase para romper el fuera de juego y picar el balón por encima de Valles. Pero no quedaba tiempo para preocupar a la UD, porque el talento casi siempre es suficiente. Ayer, se bastó por sí sol

Ficha técnica.-UD Las Palmas (3):

Valles; Curbelo, Mantovani, Aythami, Benito (Álex Suárez, 89'); Javi Castellano, Ruiz de Galarreta; Srnic (Fabio, 65'), Jonathan Viera (Cedrés, 82'), Pedri; y Narváez.

Real Oviedo (1): Champagne; Sangalli, Javi Fernández, Arribas, Bolaño; Lolo Martínez, Tejera (Jimmy, 46'); Omar Ramos (Mossa, 46'), Borja, Bárcenas; y Ortuño (Ibra, 74').

Goles: 1-0.- (3'): Narváez; 2-0.- (39'): Jonathan Viera; 3-0.- (77'): Jonathan Viera; 2-1.- (86'): Bárcenas.

Árbitro: González Esteban (Comité vasco). Amonestó a los locales Benito y Ruiz de Galarreta y a los visitantes Sangalli, Javi Fernández y Arribas.

Incidencias: partido correspondiente a la decimoséptima jornada de LaLiga SmartBank, disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 12.020 espectadores.