Vicente y su adiós definitivo

Las dudas de Vicente Gómez llegaron a su fin. El mediocentro anunció ayer a través de sus redes sociales que había tomado la decisión de retirarse de los terrenos de juego. Detrás deja 352 partidos disputados como profesional, 242 de ellos con la camiseta amarilla. El adiós definitivo de uno de los últimos supervivientes de la hornada de Paco Jémez en 2010.

«Me voy muy feliz y orgulloso de lo conseguido, de todo lo que disfruté y a todos los sitios y personas que conocí gracias al fútbol. Nunca pude imaginar poder jugar en los mejores escenarios, ser capitán del club de mi vida, que la afición grite mi nombre, esto ha sido increíble. Gracias por enseñarme a madurar, por dejarme ver la luz en los momentos más oscuros, por darme la posibilidad de ayudar a los míos. Gracias a todos los compañeros, entrenadores, directivos y trabajadores que me acompañaron en mi carrera deportiva. Y a ti, balón amigo, te echaré de menos cada mañana pero lo mejor está por venir», publicó el mediocentro en su perfil de Instagram.

Vicente llevaba desde el verano pasado debatiéndose entre prolongar su carrera como jugador profesional u optar por la retirada. Se entrenó en las instalaciones deportivas de Barranco Seco para no perder la forma física e incluso Luis Helguera estuvo valorando la posibilidad de incorporarlo a la actual plantilla de la UD.

Curiosamente, el director deportivo le encontró acomodo en el club, pero no vestido de corto, pues Gómez lleva un mes trabajando codo a codo con Helguera como ojeador para aportar su criterio a posibles incorporaciones dentro del mercado.

Cuelga las botas de esta manera un jugador que se marchó al Deportivo de la Coruña en agosto de 2018 en busca de nuevos retos, una vez dio por concluida su etapa en la UD. «Sentía nostalgia por todo lo que hicimos y necesitaba un cambio», dijo en su adiós.

De Galicia pasó a la liga de India, donde defendió los intereses del Kerala Blasters, antes de recalar definitivamente en el AO Xanthi de la Segunda griega.

Una carrera que comenzó a despuntar con la hornada de platanitos de la que Paco Jémez tuvo que tirar en 2010 junto a Vitolo, Hernán Santana, Aythami Álvarez o Jonathan Viera y que Juan Manuel Rodríguez terminó de salvar la categoría en aquella temporada.

Después vinieron los días de gloria, alegría y decepción. Una montaña rusa a lo largo de ocho años en la que su gran día lo protagonizó en la noche del 10 de mayo de 2014 cuando en el minuto 89 se elevó a los cielos de Siete Palmas para asestar el golpe defintivo al Tenerife con el 1-0.

Lloró de impotencia con el Cordobazo y de alegría al año siguiente con el ascenso a Primera; se consagró con Quique Setién en un centro del campo formado junto a Roque Mesa y Viera; encontró la divinidad en San Mamés; y volvió a llorar de lamento en 2018 con un descenso que no soportó.

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