Sory Kaba y un giro de cabeza

El guineano entra en el 91’ y a la UD se le abre la puerta del juego aéreo: le envían tres centros en tres minutos

Llega el octavo gol encajado tras pase por alto de los 10 últimos recibidos

Sory Kaba obseva desde su posición cómo el Sevilla anotó el segundo gol del partido.

Sory Kaba obseva desde su posición cómo el Sevilla anotó el segundo gol del partido. / JOSÉ CARLOS GUERRA

David Rodríguez

David Rodríguez

Corría el minuto 90 y 50 segundos cuando Sory Kaba ingresó en el terreno de juego sustituyendo a Álex Suárez cuando el marcador reflejaba el 0-1 y restaban cuatro minutos. Se colocó en el centro del campo, por detrás de los delanteros amarillos cuando el Sevilla iba a sacar de portería. Sumaba así una opción más para los balones aéreos la UD y así lo llevó a cabo, pues en los tres siguientes ataques los intentos para empatar el partido fueron tres centros que buscaban la cabeza del guineano. Una evidencia de que con Kaba en el terreno de juego a Las Palmas se le abre la puerta de los balones en largo, algo que parece pecado en la filosofía Pimienta.

A Quique Sánchez Flores no se le caen los anillos por entender que con los jugadores que tiene en la plantilla la vía de intentar sumar con centros al área y que sus delanteros rematen sea sinónimo de pactar con el diablo.

«Poniendo balones al área tenemos dos jugadores que entran con fuerza y con intención. Este es un equipo –por la UD– que según como se maneja sabíamos que había espacio entre el extremo y el lateral para que nuestros carriles encontrara su momento con la pelota», comentó el técnico rival sobre el planteamiento previo para atacar a la UD.

Y en concreto respondió a la pregunta de que si tenía la intención de enviar balones aéreos a la defensa amarilla porque sufren en este aspecto: «Sí, teníamos esa intención, sobre todo en la segunda parte en la que Pedrosa puso cuatro centros extraordinarios que no llegamos por poco».

El laboratorio hispalense detectó la endeblez del costado zurdo de Las Palmas, latifundio sobre el que volvió a aparecer un balón llovido desde el cielo y entre Mika Mármol y Sergi Cardona no volvieron a entenderse ante la felicidad de En-Nesyri, que remató de cabeza a placer ante Escandell.

Es la octava vez que le ocurre en los nueve últimos goles encajados. Si le mandan un balón por alto a la línea defensiva y encuentran el hueco, gol.

Sory va con la misma fuerza que le atribuye Sánchez Flores a sus delanteros, pero Pimienta no considera que este recurso sea válido. O al menos, durante los dos meses anteriores no los tuvo en cuenta porque Kaba ni tan siquiera calentaba en los partidos.

Ayer apareció para disputar apenas cuatro minutos y al menos todos esos centros que desde el empate contra el Granada no tenían un objetivo claro, ahora encontraban a un referente en la olla.

Este mismo tramos de siete partidos en los que Kaba no disputó ni un segundo en Liga se puede trasladar a la ausencia de un rematador que se produjo desde el minuto 78 hasta el 91, en el que Munir, un delantero de 177 centímetros de constitución estaba como delantero centro ante tres torres.

Loic Badé mide 1,91 metros; Kike Salas, 1,88; y Sergio Ramos, 1,84, además de poseer la condición de ser un cabeceador extraordinario. Aun así, con un jugador menos sobre el terreno de juego, ni los pelotazos en largo iba a poder ser un recurso dado que ese boya que representa Kaba no jugó hasta el minuto 91.

Porque no es que Las Palmas rehuse esta vía de progresar con centros laterales cuando ya apura el cronómetro. Por eso muchas veces es Benito quien aparece en las segundas partes para intentar colgar balones a la cazuela teniendo a Marc Cardona como el referente más adelantado en el once. Estas son las dos opciones que más usa como revulsivo García Pimienta en los instantes finales de los partidos desde que empezó la cuesta abajo en el Cívitas Metropolitano y en ninguni dio sus frutos.

Expresó ayer García Pimienta que se siente orgulloso de sus jugadores porque mantienen una identidad y más aun jugando con un jugador menos desde el comienzo del encuentro. Contra el Barça cambió esa identidad y demostró que puede competir achicando espacios; contra el Sevilla, aunque al menos fuera durante cuatro minutos jugó al centro y remate. Pero tampoco funciona.

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