Palco 37

La filosofía de la UD Las Palmas y el nuevo míster

Al final lo que cuenta es escoger a los mejores entre las posibilidades existentes

Miguel Ángel Ramírez, en su última comparecencia.

Miguel Ángel Ramírez, en su última comparecencia. / Andrés Cruz

Fernando Canellada

Fernando Canellada

La salida de un entrenador es una solución habitual en la mayoría de los equipos y no debería ser un asunto de extrema gravedad ni transcendencia. Sobre todo cuando se marca en piedra la «filosofía de juego» desde los despachos del consejo de la Sociedad Anónima Deportiva UD Las Palmas. Eso ha dicho el presidente Miguel Ángel Ramírez en su comparecencia pública tras el final de temporada. Lo de la filosofía de juego es una expresión que se repite para epatar, dicen ahora, para impresionar, se dijo siempre, pero la realidad desmiente el florilegio. El escudo no se inmuta si se respeta la historia, escribía Jorge Valdano del Madrid. Bien vale para Las Palmas. Paco Castellano, en el descanso de un partido esta temporada, repasando la filosofía de juego de la mejor UD, comentaba que en su tiempo cuando pasaban un balón para atrás, los pitos de la afición atronaban el Estadio Insular. Esta Liga se tenía que haber pitado sin tregua. Se ha producido, por lo visto, un cambio de paradigma filosófico. Álvaro Valles recibía más pelotas de sus compañeros que Sandro o Munir.

Chaplin

Chaplin explicaba que la vida contemplada de cerca casi siempre es un drama y que, por otro lado, observada en la distancia suele ser una comedia. La agudeza del gran artista del cine mudo se puede aplicar al banquillo amarillo. Es historia. El club ya cerró el fichaje de un nuevo entrenador y ultima una retahíla de refuerzos que tendrán que aplicarse a la filosofía de la casa. Presidente, no confunda la gimnasia con la magnesia, deje la teoría para otros campus. Al final lo que cuenta es escoger a los mejores entre las posibilidades existentes. Y ganar partidos y seguir en Primera.

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