Era una mujer que iba a la vanguardia. Rosi Dávila falleció la tarde del pasado domingo en el Hospital Doctor Negrín, acompañada por su marido, Miguel Rivero, y por uno de sus dos hijos (Mircha y Néstor) después de una larga enfermedad. "Ha sido una mujer estupenda, la más moderna del mundo, muy amiga de artista, siempre rodeada de intelectuales y de gente muy avanzada para la época", la describió su "gran amiga" Rosi Curbelo, quien destacó el carácter "claro, rotundo y transparente", que le llevaba a enfrentarse con firmeza ante cualquier adversidad.

Estudiante del colegio Las Teresianas de Las Palmas de Gran Canaria, Rosi Dávila vivió una época de su vida en Londres, donde cursó parte de sus estudios. En el Reino Unido, en una época en la que España aún vivía apartada de las novedades que se desarrollaban en el resto de Europa, se curtió en el mundo de la moda. No obstante, llegó a desfilar en Barcelona "cuando las modelos no necesitaban medir dos metros" para poder subirse a una pasarela.

"En la época hippy fuimos las más hippys, no sólo en la estética, sino también en ideología", recordó Curbelo, quien rememoró cuando regresaban de Londres o Amsterdam y paseaban por las céntricas calles madrileñas de Gran Vía o Serrano con los vestidos "más modernos". Ese estilo también se forjó gracias a la estrechar relación que mantuvo con la amplia comunidad inglesa de la capital grancanaria. "Era otra época", apostillo Rosi Curbelo.

A Rosi Dávila le gustaba también el mundo de la noche. Su marido Miguel Rivero fundó el mítico local Mogambo del parque de Santa Catalina. Trabajó como relaciones públicas de diferentes locales de la ciudad. Su carácter, "muy claro, muy rotundo, muy transparente", le hizo tener un gran grupo de amigos, entre los que se encontraba, entre otros, reconocidos intelectuales y artistas como el ya fallecido César Manrique o Pepe Dámaso.

"La destaco como madre, amiga y ser humano", dijo Curbelo, quien recalcó que Rosi Dávila deja "muy buenos recuerdos" que "le vamos a agradecer eternamente". Agradecimiento que realizarán próximamente con un funeral "superbonito" en su honor. Y es que el dolor por su muerte ha sido doble entre sus allegados, que no han podido acudir a despedirse por la situación en la que se encuentra el país por el brote de coronavirus. La pandemia hizo que sólo su esposo y su hijo Mircha -al residir Néstor en Londres- pudieran darle el último adiós, pero no impidió que recibiera una gran cantidad de flores de sus amigos que quisieron despedir. "Como si estuviéramos allí pero sin estar", destacó Curbelo.