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Entrevista

Martina Benvenutto, modelo transgénero: "No pretendo gustar a todo el mundo, pero sí que me respeten"

La modelo transgénero Martina Benvenutto desfila en la segunda edición de ‘Out of Closet’, que se celebra en el hotel W Ibiza de Santa Eulària

Martina Benvenutto.

La empresaria, diseñadora y modelo uruguaya transgénero Martina Benvenutto, recién aterrizada en Ibiza, sale del ascensor del W Ibiza con una sonrisa y recibe a Diario de Ibiza, integrante del grupo Prensa Ibérica al igual que este medio, antes de desfilar en la noche de este domingo en la segunda edición de ‘Out of the Closet’, en el mismo hotel en el que se hospeda.

PREGUNTA: Antes que nada, ¿quién es Martina realmente? ¿Cómo se definiría?

RESPUESTA: Martina es una mujer muy luchadora, visionaria y, sobre todo, muy emprendedora. Que le encantan los retos emocionales y también los retos de conciencia, es decir, dando valor siempre a las personas.

P: Es empresaria y diseñadora. ¿Con qué faceta se identifica más?

R: Con las dos por igual porque pienso que la vida es un juego, vinimos aquí para jugar. Y más yo, que he nacido dos veces. Cuando se nace dos veces, puedes elegir lo que te gusta y puedes decirle a todo el mundo lo que no te gusta, y eso es lo bueno porque, total, ¿qué vas a perder? Nada.

P: ¿Cómo fue su cambio?

R: Ya de pequeñita a mi madre le decían: ‘que niña más guapa’. Porque nací con un exceso de hormonas femeninas. Entonces, lo he tenido más fácil a la hora de desarrollarme. La niñez fue dura porque iba a un colegio privado, en Latinoamérica, y en esa época no se entendían estas cosas, no era como ahora. Yo no sabía qué era una mujer transexual hasta que llegué a España, con 21 años, a Barcelona. Justamente me fui de mi país (Uruguay) buscando un sueño. Me vine con la maleta cargada de sueños, de ilusión, de amor y, sobre todo, de fuerza.

P: ¿Cuál era su sueño?

R: Mi sueño era convertirme en la mujer que soy ahora. Mirarme al espejo y ver a esa niña que lloraba de pequeña porque quería ser mujer y que se ha convertido en una gran mujer.

P: ¿Tuvo el apoyo de sus familiares?

R: Mis padres me apoyaron desde el primer momento. La verdad es que tuve unas muchas facilidades con mi familia, gracias a mi padre, que en Uruguay es un empresario y pudo pagar las operaciones. Las chicas no lo tienen fácil en Latinoamérica, por eso el 95% se dedican igual más a la prostitución o a otros campos. Yo lo he tenido muy fácil, soy afortunada por tener unos padres y una familia maravillosa. Doy gracias a la vida porque ya no solo en Latinoamérica, incluso aquí, tú le dices a tus padres que eres gay o lo que seas y te echan.

P: ¿Cuándo fue el cambio de sexo?

R: Fue hace unos seis años. No lo hice antes porque realmente con lo que tenía estaba bien, era feliz. Pero ya me pesaba más, ya tenía la necesidad de hacerlo y de empezar una nueva vida. Cuando me divorcié, ahí empezó todo mi cambio. Dije, ‘ahora sí, ahora me opero y a disfrutar la vida un poco’.

P: ¿Afectó de alguna manera a su profesión?

R: Nada, la verdad que soy una afortunada. La gente me conocía, pero era un secreto a voces, nadie se lo imaginaba. Lo conté hace unos años en una entrevista. Al contrario, si antes la prensa o la moda me quería, se volcaron muchísimo más. Tuve mucha suerte al poder contar mi caso, ya no solo por la moda o por mis empresas, sino porque ayudo a esas personitas, que les doy valor. Cuando tú ayudas a esas niñas, niños o niñes, sinceramente me da igual el diseñador que me vista o el bolso que lleve. Ver la cara de esos niños es lo más gratificante que tengo en esta vida. Desde que me hicieron embajadora de Chrysallis, que es una asociación de niñas transgénero, para mí lo más bonito es cuando voy a las charlas y las niñas de siete u ocho años vienen a abrazarme y me hacen dibujos. Es lo más gratificante que hay porque yo no tuve eso.

P: ¿Por qué decidió contar que es transgénero en ese momento?

R: Porque la pandemia me hizo dar un parón en mi carrera y me hizo escuchar más el corazón. Estamos todo el día con tanto ruido que no paramos un minuto a escuchar el corazón y cuando, de repente, se para todo y estás encerrado dos meses y no sales, dices: ‘uy, hay más’. Justamente fue por eso, la pandemia me sirvió para dar ese paso.

P: Pero la pandemia también creó muchos miedos e inseguridades...

R: La pandemia lo que ha hecho también es que a gente que ya tenía miedo a mostrarse, la ha encerrado más. Porque si tú no tienes comunicación y estás meses encerrado, más te va a costar decirlo. Y en el caso de salir del armario, lo mismo. Por eso, yo animo a esas personas a que vengan a estos desfiles que va a haber mañana [por este domingo] o que averigüen o pregunten. El preguntar es lo más inteligente que hay.

P: ¿Ese es el motivo por el que se encuentra en Ibiza?

R: Vengo como modelo al desfile de ‘Out of the Closet’ (que se celebra hoy en el hotel W Ibiza de Santa Eulària). No es la primera vez que visito a la isla, siempre vengo de vacaciones.

P: ¿Qué es lo que más le gusta de la isla?

R: Me gusta todo. Estoy encantada cada vez que vengo. Es más, quiero tener una casa aquí. Así que animo a los lectores de esta entrevista a que si me quieren brindar una casita con un cuarto para venir, yo encantada.

P: ¿Qué significa la isla para usted?

R: Para mí es libertad, es una isla vanguardista, moderna, cosmopolita y, sobre todo, tiene un punto alocado que es lo que te hace que te atrape, porque es magnética. La definiría como un Studio 54, que si estuviese Andy Warhol estoy segura de que saldría de fiesta con él y con Amanda Lear.

P: ¿Qué le gusta más, diseñar o desfilar?

R: Son dos facetas diferentes, las dos son creativas. Cuando diseño, lo hago para dar amor y en cambio, cuando desfilo, me pongo los trajes de los diseñadores que lo hicieron con mucho amor.

P: ¿Cómo ve la situación de las personas transgénero actualmente en España?

R: La veo bien. Tenemos que mejorar mucho, en todos los aspectos, pero hay que tener más información en los colegios. Todavía más. Hay que hablarles de conciencia y de sexualidad a los niños.

P: ¿Y en el mundo de la moda?

R: Ahora está muy bien visto. Han dado mucha visibilidad. Mujer no se nace, se es. Las campañas de publicidad y de moda están cada vez metiendo a más chicas transgénero. Un ejemplo es Ángela Ponce.

P: ¿Cree que hay una falta de información sobre este tema?

R: Totalmente. La falta de información hace que tú no sepas de algo. Entonces, si tú no tienes información, no puedes llegar a saber si te gusta o no te gusta. Si me dan información, puedo elegir. Soy consciente de que no a todo el mundo le puedes gustar. Yo no pretendo gustar a todo el mundo, pero sí que me respeten, que eso es lo más importante, el respeto.

P: ¿Qué le aconsejaría a alguien que tiene miedo a mostrarse tal y como es?

R: Les aconsejo primero que lo hablen con sus personas queridas, que lo expresen, que no tengan miedo, que no están solos. La soledad la creamos en nuestra cabeza y esta hay veces que es muy puñetera. Hay veces que te habla el miedo y este te paraliza. Que no le hagan caso al miedo, que le hagan caso al corazón, que sólo tenemos una vida y está llena de amor y de cariño. Como siempre digo, y este es mi lema: ‘Somos un lienzo en blanco y nosotros ponemos el color’.

P: ¿Cómo nació su empresa Nilay?

R: La empresa lleva más de nueve años [en el mercado], pero ahora hará cinco años que conocí a Audrey Salas, que es la fundadora de la marca y entonces hicimos una fusión maravillosa. Somos como el yin y el yan. Cuando trabajan dos personas diferentes es cuando salen cosas maravillosas. Yo me encargo del tema del diseño, que al trabajar siempre en moda y con diseñadores, tengo mis truquitos. Aun así, la primera vez que Audrey me propuso diseñar una colección estaba totalmente asustada porque lo mío era el diseño de interiores.

P: ¿Y qué pasó?

R: Me fui a la India, tenía que hacer una colección, sin saber nada del país ni de telas. Fue un éxito porque lo hice con el corazón y pienso que si las cosas se hacen con el corazón, es muchísimo más fácil.

P: ¿Cómo se inspiró para hacer la colección, entonces?

R: Me inspiré mucho en Mallorca, en esos atardeceres, en esa luz que tiene... También en la parte hippie de la Ibiza de los años 60, en la libertad, en los colores y en el amor. Sobre todo, en Nilay no hay marca, no hay tallas. Cada vestido le va a una talla o a otra porque la mujer se siente libre y esa es un poco nuestra filosofía: que la mujer se sienta libre y nos quitemos de estereotipos de tallas.

P: ¿Ese es el objetivo de la marca también?

R: El objetivo es ser una marca consciente, una marca que cuida los detalles, que trabaja con el medio ambiente y siendo conscientes de con quién trabajamos, eso es lo fundamental. Nos cambió mucho el chip a raíz de la pandemia, nos dimos cuenta de que nos hemos vuelto, sobre todo yo porque mi socia ya lo era, muchísimo más conscientes y más eco.

P: ¿Tiene alguna anécdota divertida en su trabajo?

R: Lo que me pasaba al viajar antes de cambiar el pasaporte, no el nombre, porque tengo doble nacionalidad, la italiana y la uruguaya. En un pasaporte está cambiado el nombre y en el otro no. Entonces, cada vez que viajaba me decían, con la foto cambiada y todo, ‘pero señorita, aquí dice tal nombre y yo respondía que sí, que era yo’. También una vez terminé en una comisaría de la India buscando telas. Y buscando telas me he llegado a pasar ocho horas en un tren. Cada día es una experiencia.

P: ¿Cómo es su día a día?

R: Un poco estresante. Me levanto relativamente temprano, siempre intento desayunar muy sano, y me voy a diseñar. Sé cómo empieza mi día, pero nunca sé cómo termina.

P: Con miles de seguidores en Instagram, ¿qué quiere transmitir a la sociedad?

R: La normalización. Soy consciente de que soy una modelo y empresaria transgénero, pero antes que eso soy mujer. Cuando tú normalizas algo, le quitas importancia. Aunque Instagram es una herramienta con la que tener cuidado, porque no es una realidad.

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