Todo el mundo ha oído hablar de las capacidades de los perros cuando se adiestran para determinadas acciones: detección de drogas, de explosivos o, incluso, de seres humanos ante algunas catástrofes, sean naturales o no. Sin embargo, poco se conoce de sus habilidades para ayudar a personas con problemas, físicos o conductuales, que vayan más allá de la enorme cooperación que prestan los perros lazarillo a las personas invidentes.

La Asociación UNCANNY, financiada por el Ayuntamiento de Gáldar desde hace un año, está formada por profesionales de psicología, educación y técnicos en intervenciones asistidas que busca una mejor calidad de vida entre perros adiestrados a través su interacción con personas con algún tipo de problemas. Estos profesionales llevan años ayudando a mejorar la psicomotricidad o la conducta de dichas personas realizando actividades que promueven el contacto con los canes educados específicamente para ello. Niños con autismo o adultos con dificultades auditivas (perros señal) son algunos de los que han conseguido aumentar su comunicación y su calidad de vida gracias a la cooperación de estos animales.

Llama la atención una actividad menos conocida aún, aunque igualmente digna de la mayor de las admiraciones. La Residencia de mayores Genoveva Pérez, ubicada en el barrio galdense de Barrial, se ve enriquecida los martes y los jueves por la mañana con una actividad que tiene como protagonistas a los residentes y a la perrita Tabay, de tres años de edad desarrollada por Aarón Alemón, en coordinación con la terapeuta del Centro, Moneyba Vega Domínguez. Tabay es hija de Kenna, también adiestrada para este fin, y que igualmente acude con frecuencia a este centro para mejorar y alegrar la vida de sus residentes. Madre e hija son como dos clones, unos animales preciosos, que solo se diferencian en los pelos blancos que rodean la cara de la mayor.