Los motivos están relacionados, entre otras cosas, con la falta de especialistas que puedan realizar un seguimiento eficaz del paciente. Es lo que le ocurrió a Héctor, con 24 años. Su diagnóstico se prolongó durante años y en todo ese tiempo le fueron cambiando constantemente la medicación y cada vez tenía más efectos secundarios. Efectos secundarios que lo invalidaban para hacer su vida normal. Es lo que le ocurre a uno de cada cuatro pacientes cuando acuden al centro de salud, les recetan fármacos y luego no van a Salud Mental porque las listas de espera van en aumento. Son jóvenes medicalizados y cada día más familiarizados con el lenguaje médico y los fármacos. Ahora ya con la medicación bien pautada, solo desea tener una vida normal.