En una zona del Punjab, en el nordeste de Pakistán, un grupo de paquistaníes curtidos en las minas del Bierzo ayudan a propagar la imagen de España como una tierra de oportunidades, aunque los sueños de muchos inmigrantes acaban en un barco interceptado en ruta a las Islas Canarias.

Los mineros son tres centenares de paquistaníes que emigraron a España en la década de 1970 y han vuelto a su patria hablando español, y con la nacionalidad adquirida.

Buena parte de los inmigrantes paquistaníes "sin papeles" que iban a bordo de embarcaciones como la interceptada Marine-1 proceden de Gujrat, una localidad a medio camino entre Lahore e Islamabad, y los pueblos de los alrededores, en la provincia nororiental del Punjab.

Sólo hasta abril de este año, 166 de estos inmigrantes fueron deportados por las autoridades españolas, cifra que se eleva a 320 desde que se produjo la primera deportación, en el año 2004, según datos del Ministerio del Interior de Pakistán obtenidos por Efe.

España se ha erigido como un destino "al alza" para la emigración paquistaní, un flujo que las autoridades de Pakistán atribuyen al "efecto llamada" causado por la última regularización de inmigrantes ilegales en España.

En suelo español viven ya unos 30.000 paquistaníes con sus documentos en regla, inmigrantes cuya fortuna atrae a las poblaciones pobres del Punjab y despierta los apetitos de las mafias de traficantes de personas.

Cada inmigrante -la inmensa mayoría de ellos hombres jóvenes- se deja una fortuna en el intento: 6.000 euros en un viaje que comienza en Lahore o Karachi (sur) y los lleva a Dubai, aprovechando las facilidades de visado que ofrece el país árabe.

Pakistán sirve de país de tránsito para otros vecinos surasiáticos -indios, bangladeshíes- deseosos de intentar una vida mejor en Europa.

Desde Dubai, los inmigrantes surasiáticos cruzan África hasta Guinea Conakry, en una ruta que pasa habitualmente por Kenia, Nigeria, Tanzania o Costa de Marfil y que se aprovecha de la facilidad con que estos países expiden visado en la misma frontera.

Los puertos de salida para las Canarias están en Guinea Conakry, país al que se han desplazado los flujos de inmigrantes que antes partían de Senegal o Mauritania, con los que España ha alcanzado acuerdos de control de la inmigración ilegal.

Según una fuente del ministerio del Interior de Pakistán, al frente de la mafia que traslada a los surasiáticos está un paquistaní que goza de protección del Gobierno de Guinea Conakry, en virtud de una relación familiar con el presidente, Usman Koutoy.

En el último año, las autoridades españolas han interceptado en aguas africanas tres embarcaciones con cientos de inmigrantes surasiáticos a bordo, la mayoría de los cuales han sido deportados a sus países de origen.

Lo habitual es que, al ser interceptados y para dificultar su deportación, los surasiáticos se declaren procedentes de Cachemira, un territorio en disputa entre la India y Pakistán desde que ambos países se separaron al independizarse de Gran Bretaña.

El proceso de identificación se hace posible gracias al nuevo documento de identidad, con huella dactilar y otros datos de su portador, que se ha implantado en 2001 en Pakistán con asistencia de EEUU, tras la asociación entre los dos países en la lucha contra el terrorismo.

De ese modo, las autoridades paquistaníes logran identificar a sus nacionales y proceden a darles un salvoconducto para el retorno a España en vuelos fletados por el Ministerio español de Interior y con escolta policial.