La crisis y la falta de recursos han puesto a las comunidades autónomas y al Estado ante la cruda realidad, es decir, o se suben impuestos o se sigue recortando el gasto público. Es en este punto cuando se han retratado las tres ideologías políticas reinantes en España y la conclusión es clara: subir impuestos no es de izquierdas, ni de derechas ni de nacionalistas, sino una necesidad cuando se está gobernando y hay que ofrecer unos servicios mínimamente dignos a los ciudadanos.

Una tras otra, las comunidades autónomas han ido tomando decisiones en los últimos meses ante el abultado déficit público, las imposiciones de Europa y los recortes del Gobierno del Estado. Hace dos semanas la comunidad de Castilla y León, gobernada por el PP, incrementó el impuesto sobre los combustibles en cinco céntimos por litro. Pero antes Cataluña, una vez incorporado el nacionalista Artur Mas, adoptó una serie de medidas tributarias que supuso el incremento del impuesto de actos jurídicos, aumentos de las tasas universitarias o del precio del agua. Andalucía y Extremadura también han aplicado recientemente incrementos impositivos recargando el tramo autonómico del IRPF a las rentas más altas.

Madrid, Valencia, Navarra, Baleares... todas las comunidades han ido anunciando recortes drásticos de sus presupuestos y, paralelamente, subidas de impuestos agobiadas por la crisis y como resultado de años de gastos ingentes que ahora tienen que recortar quieran o no por imposición de la Unión Europea y por los fuertes recortes del Estado.

Y Canarias no podía quedar atrás. El Gobierno de Paulino Rivero ha querido aguantar hasta última hora pero ha terminado por rendirse a la evidencia y ya ultima su propia subida fiscal.