El fondo marino canario no sólo ofrece una espectacular riqueza de flora y fauna, sino que también esconde toneladas de granadas, vainas, minas y munición de armas ligeras. Material militar obsoleto que las Fuerzas Armadas mantienen en un vertedero de tres millas de radio y localizado a 13,5 millas (unos 25 kilómetros) al Este del faro de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria. El armamento permanece en una fosa de hasta 2.162 metros de profundidad.

El Ministerio de Defensa y el Mando de Canarias guardan un mutismo absoluto sobre este asunto. La información es altamente confidencial, justifican. Se limitan a confirmar las declaraciones del gabinete del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, Jaime Muñoz-Delgado, a Materia, medio especializado en ciencia. En ellas sólo informa de que el vertedero alberga munición "convencional en general". Aunque habitualmente el Ejército dictaba actas para autorizar los vertidos de estos residuos en alta mar en las Islas, la misma fuente consultada argumenta que no puede dar información "precisa" acerca de la cantidad que alberga el depósito.

Éste no es el único basurero submarino de armamento. Aparte del próximo a Gran Canaria, existen otros cinco almacenes repartidos por las costas españolas, asociados a bases del Ejército y denominados oficialmente zonas de lanzamiento de cargas de profundidad y vertedero de explosivos. Lugares con enigmáticos nombres: M-134 responde a un círculo de dos millas de radio a cuatro millas de Cartagena (Murcia); M-135, cerca del parque natural de las Islas Columbretes, frente a Castellón (Valencia). En el litoral de Cádiz se sitúan el E-132, a 30 millas, y el E-133, a apenas siete millas. Por su parte, a 21 millas de Ferrol, al norte de La Coruña, se halla el almacén llamado F-130. El que atañe al Archipiélago canario es conocido como C-136.

Explosivos

"Antes se tiraba cualquier cosa allí, sobre todo excedentes caducados del Ejército, que primero se desactivaban, se quitaban las espoletas, el dispositivo explosivo que inicia la detonación, así que luego lo que quedaba en el fondo del mar era mucha chatarra con pólvora que, una vez que se moja, no sirve para nada", puntualizaron fuentes castrenses. Además, se "descontaminaba" el aparato o equipo, es decir, se le retiraban todos los aceites o fluidos que incorporase.

El Convenio sobre protección del medio marino del Atlántico Nordeste (Ospar), órgano creado en 1992, desconoce qué oculta el vertedero isleño.

Los residuos se tiraban por la borda sin cortapisas hasta el 1 de enero de 1995, año en el que España se adhirió al Convenio de Londres, cuyo principal cometido es controlar todas las fuentes de contaminación del mar realizados desde buques y adoptar medidas para evitar el derrame de deshechos. Este acuerdo internacional ha sido suscrito por 87 países.

La carta náutica de las Islas refleja la circunscripción del vertedero de explosivos abandonado al este de la capital grancanaria, en un círculo imaginario y en una cuenca con profundidades entre 1.653 y 2.162 metros, a 13,5 millas de la costa, en aguas de soberanía española pero fuera del mar territorial. Hasta las 12 millas son aguas jurisdiccionales españolas y, superada esa cifra, ya son aguas internacionales. En consecuencia, se trata en este caso de un área no protegida y donde las condiciones de profundidad posibilitaron el vertido de material militar.

Igualmente, en ese espacio, empleado en ocasiones por el Ejército como campo de tiro, se hundieron barcos deteriorados o anticuados. Algunos se hundían por el camino hasta que se empezó a endurecer la normativa. En cambio, en la actualidad el vertedero está inactivo y se recicla o destruye toda la artillería caducada de forma "más racional y respetuosa con el medio ambiente marino". Las embarcaciones a jubilar se someten a un proceso de desguace. Sólo pueden hundirse mar adentro si revisten un peligro imposible de dominar.

Cabe recordar que los buceadores recreativos normalmente pueden llegar a 50 metros de profundidad con botellas de oxígeno, mientras que con equipos especiales alcanzan hasta 115 metros.

Fuentes militares y buceadores profesionales apuntan que, al encontrarse los residuos a dos kilómetros de profundidad, "no causan ningún impacto medioambiental y es imposible que las corrientes lo lleven a la costa". Descartaron, en consecuencia, afección a bañistas y a pescadores. "Es algo inocuo", apunta un experto en la materia, que indica que incluso "el metal es bueno para el mar porque produce oxigenación". "La oxidación que genera el metal crea un biotopo, una biodiversidad artificial", indicó.

La Autoridad Portuaria de Las Palmas no tiene nada que ver con el basurero de armamento, pues eso es competencia de la Marina Mercante, Capitanía Marítima, que declinó ofrecer información.

En relación con los buques embargados o abandonados en el Puerto, constituye un problema "endémico", aseguraron fuentes portuarias. "Es normal que sea así, y más cuando somos un puerto muy de frontera con terceros países", añaden. "El tema es algo más grave", continúan, porque la Autoridad Marítima "acostumbra" a traer a esta infraestructura muchos de los buques con problemas (averiados, con incendios, con drogas, embargados..), hecho que no ocurre con otros puertos cercanos. No obstante, las mismas fuentes consideran que esto también se produce debido a la "calidad" de las numerosas empresas que existen en el Puerto de la Luz y Las Palmas para lidiar con esta problemática.