La tinerfeña Melany Pérez Cabeza regresó ayer a su Isla después de pasar un mes de vacaciones en India y Nepal. Con el susto aún en el cuerpo, pero con la alegría reflejada en el rostro por volver sana y salva con su familia, relató ayer a este periódico su experiencia tras sobrevivir al terremoto de 7,8 grados en la escala Richter que asoló Katmandú, la capital nepalí, dejando tras de sí más de 5.000 muertos y alrededor de unos 11.000 heridos.

"Había ido a cumplir un sueño y después del terremoto solo pensaba en si podría salir de allí con vida y volver a ver a mi familia, a mi madre, mi hermano, mis sobrinos, amigos y toda la gente que quiero y es importante para mí", comenta.

Melany había viajado a India desde hacía un mes y unos diez días antes del terremoto decidió ir a Nepal.

"Estaba con mi amiga Iris cuando el terremoto nos sorprendió en una cafetería de Thamel y al principio pensamos que se trataba de un camión pesado que pasaba por la calle. Era un local de madera, todo crujía; vimos gente saltando, caer cascotes y todo comenzó a moverse, entonces nos dimos cuenta de que aquello era un seísmo y por eso nos refugiamos bajo la mesa hasta que el temblor se desvaneció".

Iris Linares, también tinerfeña y que estuvo varios meses en Nueva Delhi formándose en cursos de yoga, decidió posponer su regreso a la Isla para mañana viernes.

"No sabíamos qué hacer y tenía la angustia de si saldríamos vivas de allí". "Cuando salimos a la calle", continúa Melany, "no podíamos creer lo que veíamos: postes de luz arrancados y caídos sobre los coches, escombros en las calles y la gente deambulando de un lado a otro desorientada". "Estaban paralizados porque los terremotos no son muy habituales allí y los nepalíes no están preparados para una tragedia así, ni siquiera su ejército", comenta esta tinerfeña que añade: "Todos temíamos a las réplicas".

Melany señala que salieron de la cafetería y se dirigieron a un solar rodeado de algunas construcciones, que aunque no tenían mucha altura, las personas que se congregaron en ese lugar vigilaban en todo momento que no se les vinieran encima o cayeran escombros. "Estuvimos varias horas y nos abrazábamos a personas que no conocíamos de nada para confortarnos".

"Poco después llegó una chica rusa que nos dijo que había estado en Nepal en cinco ocasiones y nos recomendó que fuéramos a un parque que conocía, por lo que la seguimos".

"La primera noche la pasamos al raso en ese parque, cerca de un museo y sólo cubiertas con unas toallas que cogimos de un hotel", detalla Melany. A pesar de que las autoridades en un principio les prohibieron que pernoctaran allí, les explicaron que aquel era un lugar seguro, "alejado de construcciones que pudieran venirse abajo" con los temblores que pudieran reproducirse. Al final, el grupo pudo entrar por un muro que estaba derruido. Y lo hicieron junto a decenas de turistas y habitantes de la ciudad, aunque prácticamente nadie pegó ojo.

"Habían muchos cuervos, y cada vez que se iba a producir una nueva réplica, los pájaros y los perros lo sentían antes de que se produjeran, así que todos estábamos pendientes de la reacción de los animales. Y no fallaban nunca", recuerda.

Al día siguiente, Melany e Iris asumieron el riesgo de volver a su hotel, en la zona de Thamel, para recoger sus cosas e ir al consulado de España. Esa mañana pudo contactar con su hermano, Luis Javier, quien había intentado comunicarse con ella desde hacía horas, pero la comunicaciones fue imposible.

En el aeropuerto Reina Sofía, justo antes de que su hermana desembarcara del avión que la traía a la Isla, previa escala en Zúrich, Luis Javier señaló que "ella no tenía whatsapp" hasta que poco antes de viajar le dijo que se lo instalara en el móvil por si fallaba la red. "Gracias a eso supimos que estaba bien porque cada vez que la llamábamos había interferencias y solo se oían lo que creía que eran murmullos o quejidos", recuerda Luis, quien añade que "en esos momentos nos temimos lo peor, que Melany pudiera estar atrapada o herida".

En el aeropuerto tinerfeño aguardaban a esta joven su hermano y sus dos hijos -sobrinos de Mela- ny-, su madre, Carmen Delia, y varios amigos. Los niños portaban una cartulina verde en la que se leía: "Bienvenida, Tata".

La familia se fundió en abrazos y luego los pequeños preguntaron a Melany por los regalos que traía.

Melany comentó que tras llegar al consulado, "que estaba en un hotel que tenía desperfectos", les dieron comida y agua, pero no les decían nada sobre la situación. "Luego comenzaron a unirse más españoles hasta que formamos un grupo de 10 personas y dado que la cónsul honorífica seguía sin decirnos nada y veíamos que aquel hotel nos parecía que no era muy seguro mientras se seguían sucediendo las réplicas, hicimos piña y decidimos irnos por nuestra cuenta al aeropuerto".

Justo antes de irse de aquel edificio maltrecho, aparecieron dos españoles que llevan dos años en ese país con la empresa de construcción San José Nepal haciendo reparaciones en el aeropuerto. Les dijeron que si querían ir hacia el aeropuerto para salir del país hacia la India ellos les ofrecerían vehículos. Constataron que aquel hotel no lo veían seguro para permanecer mucho tiempo y en la zona del aeropuerto, además, había wifi para poder conectar con nuestras familias.

"Nos dejaron un número de teléfono y se marcharon. Poco tiempo después todo el grupo decidió ir hacia el aeropuerto a pie caminando por el centro de las calles más anchas de Katmandú". "Al llegar allí nos asustamos bastante por las colas de personas que habían allí para abandonar el país". "Muchos eran naturales de Nepal, pero también extranjeros que no sabían qué hacer. La situación desbordaba a todo el mundo, había mucho descontrol".

Señala que algunos de los españoles como otros tantos extranjeros sufrieron el robo de sus pertenencias en aquel atestado aeropuerto y cuando llegaban los aviones con equipos de emergencias desde China y la India, daban prioridad a sus nacionales para volver a sus países. En aquel lugar se decidió poner un punto de encuentro para que todos los españoles que quisieran regresar a España se apuntaran en una lista para volar a Nueva Delhi y desde ahí a España. "En la madrugada del lunes la situación empezó a estar más controlada y contactó con el Ministerio de Exteriores que facilitaba el regreso de los españoles en tres vuelos que partían a Nueva Delhi y luego en otro vuelo a España", señala Melany.

"Creo que al final tuvimos mucha suerte", revela.