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De Cataluña, ni papa

Los medios nacionales se interesan por la opinión de Clavijo sobre la polémica soberanista y este expone que bastante tiene con Canarias

De Cataluña, ni papa

No se salvó el presidente canario, Fernando Clavijo, del intento de los medios nacionales por engrosar sus textos referentes a la polémica Cataluña-Estado. Durante su comparecencia posterior al encuentro con el presidente de España, Mariano Rajoy, el lagunero recibió una pregunta sobre el particular. Con lo llena que llevaba la cartera de asuntos que conciernen al Archipiélago que dirige desde hace dos meses, evidentemente, de Cataluña no se habló ni papa.

"Mi preocupación es Canarias y el poco tiempo que tenía para despachar lo dediqué exclusivamente a los asuntos que tienen que ver con la comunidad autónoma que presido", vino a decir Clavijo. La respuesta no está exenta de contenido aunque en principio lo parezca. En traducción libre, su desmarque de la polémica Rajoy-Mas viene a significar que bastantes asuntos cuya mejora pasa por el buen entendimiento con el inquilino de La Moncloa tiene ya en su mochila como para ponerse a barrer la casa de otros.

En eso sí han cambiado las relaciones con Madrid en los últimos meses. El anterior jefe del Ejecutivo regional, Paulino Rivero, sí gustaba de aventar el fantasma del nacionalismo canario y asemejarlo -de lejos, eso sí- al catalán para explicar el peligro que se corre de desafecto isleño por España si el Gobierno central no varia el rumbo en los dineros que manda para el Archipiélago. Quizá no fuera para tanto, pero sí tenía razón Rivero, y Clavijo comparte su tesis, en la necesidad de mejorar un sistema de financiación que se reveló tóxico para las Islas desde la primera liquidación o en el no menos necesario respeto por el Régimen Económico y Fiscal (REF) canario por encima de vaivenes presupuestarios.

En lo que no hay coincidencia es en la forma de acceder a esos hitos. Clavijo exhibe mejor cintura en la distancia corta y no arrastra un matrimonio fallido con el PP como si le pasó a su predecesor. Llámese karma, feng shui o buen rollito, el encuentro de ayer fue limpio. Cierto es que pudo serlo porque a estas alturas no ha habido tiempo para los agravios. Claro que en cuanto se aprueben definitivamente los presupuestos para 2016 ya los habrá, porque a nadie se le escapa que por mucho compromiso que adquiera Rajoy, los presupuestos no van a crecer lo suficiente para cubrir los compromisos firmados antaño mediante convenio -véase el de Carreteras- o para cumplir el REF en lo que respecta a destinar a Canarias al menos la media estatal para inversiones en infraestructuras; sobre todo porque en este último caso sería el primer Ejecutivo central que cumpliera esa obligación.

Terno gris marengo y corbata celeste moteada sobre camisa blanca fue el outfit escogido para la ocasión por Clavijo. Nada agresivo, ropa de diálogo. Rajoy lo recibió con azul marino en el traje y corbata tirando a añil. En el moteado de los complementos que ambos mandatarios se anudaron a sus respectivos cuellos y el color de la camisa comenzaron las coincidencias.

El presidente español marcó territorio con el viejo truco de virar la mano para que la suya aparezca en la foto sobre la del jefe del Ejecutivo canario. Pura pose o, en román paladino, pon la mano como quieras con tal de que yo me lleve la mía llena de lo que pretendo. Claro que la sala tan blanca y minimalista en la que departieron-sin rastro de las maderas nobles de otros tiempos- exponga a las claras que tampoco este año habrá voladores en las fiestas.

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