La Provincia - Diario de Las Palmas

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"No hay que ceder al chantaje del terror"

Ocho canarios que vivieron de cerca los atentados de Bruselas cuentan sus experiencias - Preocupan la incertidumbre y el aumento de la tensión social

Una chica escribe un mensaje en recuerdo de las víctimas del atentado del martes pasado en un muro de la Plaza de la Bolsa de Bruselas (Bélgica), un día después de los atentados. EFE

Un día después de las explosiones y los fallecidos, la comunidad canaria en Bruselas regresa a su rutina. Hay estudiantes, artistas, técnicos, informáticos y funcionarios de la Unión Europea; padres, madres, hermanos y amigos. La mayoría tiene una historia que contar al producirse el atentado en el centro de la capital belga y en un espacio de tránsito habitual. Ahora coinciden en lanzar un mensaje contra el miedo y el terror. La vida continúa y "no hay que ceder a este chantaje", señala el grancanario Carlos Rodríguez.

José Karlsquell: Investigador posdoctoral

"Pasé por Maalbeck media hora antes del atentado"

"Me subí al tren a las 08:20 horas y oí a alguien hablando de unas explosiones en el aeropuerto; saqué el móvil y me puse a leer. Un rato después me enteré de las de Maalbeck. Yo había pasado por ahí media hora antes". Así relata José Karlsquell cómo vivió los atentados de Bruselas del pasado martes. Tiene 30 años, es tinerfeño -de Granadilla de Abona- y lleva seis años viviendo en Bélgica, donde se encuentra haciendo un postdoctorado en la universidad de Lovaina, una ciudad que se encuentra a 30 kilómetros de Bruselas. Vive en el centro de la capital, justo al lado de la Grand Place y para ir hasta la universidad ha de coger el tren en la Estación Central y, en su recorrido, pasa por la estación de Schuman, a una parada de distancia de la de Maalbeek, donde se produjo la fatídica explosión a las 9.11 de la mañana. Enseguida llamó a su novia, quien vive al lado de la parada de metro donde se produjo el atentado pero el martes "se quedó durmiendo hasta tarde porque estaba cansada y no había cogido el tren ahí", comenta aliviado el tinerfeño.

Karlsquell comenta que "me asusté mucho cuando me di cuenta que no me podía comunicar con mi gente porque los móviles no funcionaban. Pero poco después pude hablar con mi novia y me contó que no había salido, aunque su compañera de piso sí lo cogió en el andén y no le pasó nada", añade.

El martes dio su clase con normalidad y, "aunque estaban todos, se notaba un ambiente muy raro. Había grandes atascos y me tuvo que dejar lejos del centro, así que caminé hacia mi casa y me sorprendió ver tanta gente en la calle", explica el tinerfeño quien, no obstante, resalta que "muchos de los comercios estaban cerrados".

José Karlsquell reconoce que tiene miedo y explica que el martes, por ejemplo, prefirió no ir a escalar. "Prefiero quedarme tranquilo en casa", comenta. Karlsquell recuerda que Bélgica tenía un nivel de alerta bastante alto y asegura que "desde hace una semana se notaba una mayor presencia policial. En noviembre era más extraño ver a tantos militares por la calle, pero ya se ha hecho parte de la rutina y hoy en día, incluso, reconforta un poco", asegura.

Carlos Rodríguez: Asistente en el Parlamento

"Hay pena pero no un ambiente lúgubre y eso es positivo"

Carlos Rodríguez, vecino de Mesa y López, en Las Palmas de Gran Canaria, trabaja en el Parlamento Europeo. El martes vivió la incredulidad y el rechazo que generó el atentado en uno de los espacios más importantes de la política continental. Además, el grancanario aseguró que se negaba a vivir con miedo. Ayer reiteró este mensaje cuando, pese al drama que asfixia la capital belga, palpaba su espíritu vital en la noche de Bruselas. Este acudió a la vigilia que se organizó en la Plaza de la Bolsa y después recorrió algunos de los puntos más importantes y turísticos. "El acto de vigilia fue bonito y emocionante con las flores, las pancartas y las flores en el suelo. La gente está unida y en comunidad. Eso es importante", señaló.

Carlos participó ayer en el minuto de silencio que se organizó en la Comisión Europea, con las banderas europea y belga ondeando a media hasta. "Existe la pena, pero no un ambiente lúgubre. Esto es importante y me alegro porque tampoco hay que ceder al terror", valora. Carlos Rodríguez regresó ayer a España. Su vuelo estaba cancelado y optó por hacer el recorrido hasta el aeropuerto París Orly en coche, desde donde tomó rumbo a Madrid. "La espera en la frontera fue bastante ágil. Nosotros estuvimos solo un minuto parado. Miraron nuestra documentación y el interior del coche y después nos autorizaron a continuar", señala. Sí le sorprendió la seguridad en el aeropuerto parisino. "Las metralletas eran lo mínimo que se veía", acabó.

Nayra Martín: Artista plástica

"Me preocupa que aumente el rechazo al inmigrante"

Nayra Martín participa, junto a varios compañeros, en una cuenta de Facebook, Canarios en Bélgica, que se ha convertido en una referencia para los emigrados en este país del noroeste europeo. A través de este grupo social muchos isleños se han puesto en contacto y desde las explosiones del martes pasado, intercambian un mensaje de tranquilidad. "Estamos bien" es una de las frases más repetidas. "En Facebook hay preocupación por saber cómo están los amigos, las familias y los amigos, y desde primera hora de la mañana del martes hay muchos mensajes cruzados comprobando que todo el mundo esté bien", explica Nayra Martín, artista plástica y residente en Gante.

El lunes acudió a una reunión en la embajada de España, para organizar unas jornadas culturales, que debía continuar la mañana del martes pero se canceló. "Estaba planeado y debíamos estar en la parada de metro anterior a la que explotó", señala esta canaria concierto alivio. Esta artista explica como la población belga se ha habituado a ver militares armados en las estaciones de metro y en los principales espacios culturales de la ciudad. "El lunes había dos en cada esquina y los turistas se sacaban fotos con ellos", añade una canaria que apuesta por quitar un poco de hierro al asunto. "No podemos permitir que el miedo y el terror nos hierva la sangre y nos impida seguir avanzando", señala.

Nayra Martín prepara una exposición que llevará a Tenerife (Sala MAC) en noviembre. En la misma trata, de manera metafórica, el tema el poder y la religión. "No me he planteado otros ataques, porque si no uno se paraliza, pero es difícil prever los que puede pasar", analiza en una ciudad con un alto porcentaje de emigrantes y mucho prejuicios. "El sentimiento de rechazo ha aumentado en los últimos meses y ahora me preocupa que pueda crecer más", finaliza.

María Navarro: Canaria en Bruselas

"Anunciaron las explosiones y fuimos evacuados del metro"

"Cuando nos levantamos escuchamos la noticia de la explosión en Zaventem. Varios amigos y compañeros tenían viajes previstos, tanto por trabajo como por vacaciones de Semana Santa. Estábamos preocupados por ellos, pero no sospechamos en ningún momento que podría haber otro ataque", explica la grancanaria María Navarro. Aún así, cogió el metro en dirección a su oficina que está en la zona de las instituciones europeas, en el lugar del atentado en el metro. "Una vez dentro, empezamos a ver a gente que salía de las estaciones por las que pasábamos, hasta que nos anunciaron que una bomba había estallado dos estaciones mas allá de la nuestra. Todas las estaciones estaban siendo evacuadas, así que salimos rápidamente de allí. Una vez en la calle, la gente parecía muy desconcertada y buscando algún sitio donde refugiarse. Poco después, no se veía a nadie en la calle ni había coches circulando, salvo policías y militares", relata María Navarro.

Esta también sufrió el apagón en las lineas telefónicas, por saturación, lo que dificultó la comunicación con los compañeros y amigos de los que aun no sabían nada. "En mi caso, ninguna persona cercana ha sufrido daños, pero desgraciadamente no todos pueden decir lo mismo", lamenta con dolor.

Lorena Gansberg: Baja por maternidad

"Pienso que me podía haber pasado a mí"

Lorena Gansberg es de Las Palmas de Gran Canaria y lleva tres años viviendo en Bélgica, el último en Bruselas. Tiene 34 años y vive a cuatro paradas de distancia de Maelbeek, donde se produjo la explosión en el metro a las 9.11 horas del pasado martes. "Detrás de mi casa hay un colegio y mi ventana da al patio, pero los niños no han podido salir a jugar", explica esta canaria, quien también asegura que las líneas de transporte público han están suspendidas. "El martes prohibieron que los padres fueran a recoger a sus hijos a los centros educativos, donde los pequeños permanecieron por seguridad hasta bien entrada la tarde", destaca Gansberg, que tenía pensado salir a dar un paseo con su hijo por el barrio pero optó por quedarse en casa como recomendaron las autoridades. "El sábado estuve en el aeropuerto para recoger a mi madre, como tantas otras veces, y ahora pienso que lo que ha ocurrido me podría haber pasado a mí también", comentó asustada la joven. No obstante, conoce a una persona que iba a viajar el martes y la explosión en el hall de la terminal le pilló cuando aún estaba de camino, así que no le ocurrió nada.

Ella se enteró de los atentados a través de la radio belga y durante toda la mañana del martes no dejó de oír sirenas por delante de su casa. Lorena Gansberg está de baja por maternidad. "Hoy solo tenía pensado en salir a dar un paseo por el parque pero, como vivo cerca de la zona europea, no saldré", explica.

Su pareja trabaja en Amberes, que está a 40 minutos en coche. Los atentados se produjeron cuando él ya estaba en su puesto de trabajo y tuvo que permanecer allí hasta que la situación comenzó a normalizarse.

Una amiga de Gansberg viajó en la mañana del martes en la línea de metro en la que se produjo la explosión. "Iba a trabajar y tuvo que ser evacuada del metro y volvió a casa caminando", comentó esta joven. Otra amiga, continúa, pasó la mañana en su trabajo y durante buena parte del tiempo no estaba segura de si podría coger el tren para volver a su casa, puesto que se encontraba en una ciudad diferente. "En noviembre ya pasamos por una alerta nivel 4 y parece que estamos constantemente bajo amenaza", lamenta esta joven.

Marta González: Estudiante de Erasmus

"Gracias a las redes sociales contactamos con los amigos"

Marta González tiene 22 años y está cursando un beca Erasmus en Bélgica, donde estudia Medicina. Vive en el barrio de Ixelles, en la zona universitaria, y el martes no pudo salir de su casa. "No tenía clases, así que me levanté sobre las nueve de la mañana, justo cuando ocurrió todo", relata esta lagunera, que ayer pudo tomar el avión de vuelta a casa desde el aeropuerto de Charleroi, aunque con retraso, a pesar de que tenía muchas dudas de que estuviera operativo. Su intención inicial era viajar el martes pero los atentados la obligaron a quedarse en casa. González vive con varios compañeros de clase y comenta que "un amigo se encontraba en el metro cuando se produjo la explosión y lo evacuaron". Esta tinerfeña pasó algún tiempo sin tener noticias de él por el colapso de las líneas telefónicas, pero explica que las redes sociales le permitieron saber qué estaba bien.

Cristina Suárez: Eurodiputado del PSOE

"Es triste ver cómo un país tan bonito sufre un drama como este"

Cristina Suárez, grancanaria, vive en el barrio de Forest a unos 6 km del atentado en el metro y unos diez del aeropuerto de Zavente. "Ahora mismo (por ayer) el país está en el nivel cuatro de alerta, aunque todos sabemos que controlar este tipo de situaciones es muy complicado", valoró. "Siempre intentas ponerte en el lugar de los afectados y la verdad que es un triste tener que ver a un país tan bonito como este vivir este tipo de dramas", añadió. Esta recuerda haber visto la semana pasada en su barrio varios controles de la policía en la búsqueda de los responsables del atentado de París, donde finalmente consiguieron capturar Salah Abdeslam. "Es la segunda vez desde que vivo aquí que el país se pone en máxima alerta. Sólo podemos desear y esperar que estas cosas deje de ocurrir en el mundo".

Octavio González: Informático

"No voy a cambiar mi rutina ni podemos vivir con miedo"

Octavio González es informático y lleva desde octubre del año 2012 en Bruselas. Tras lo ocurrido el martes, sentencia que "no voy a cambiar mi rutina; no puedo vivir con miedo porque es algo que puede pasar en cualquier sitio y no puedo dejar de hacer mi vida". De hecho, asegura que en los próximos días realizará un viaje a Ámsterdam. "Es algo que tengo planeado con unos amigos desde hace tiempo y no vamos a anularlo por lo que ha pasado. Iremos en coche", aseguró. Este lagunero vive en el centro de la ciudad y el martes estaba trabajando cuando se produjeron las explosiones. "A mí no me ocasionó muchos problemas pero la gente estaba muy preocupada en el trabajo, sobre todo porque no sabían cuándo y cómo iban a poder volver a casa", comenta antes de reconocer que no acaba de creer lo sucedido.

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