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Las puertas de Europa

El cierre de los Balcanes hace temer que se reabra Canarias

Una niña refugiada abandona el campo de Idomeni en tren. EFE

El éxito del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para la expulsión exprés de los inmigrantes sirios depende, según los expertos, de lo que decidan hacer los propios refugiados. Tienen tres opciones. La primera, esperar pacientemente en territorio turco hasta que la UE responda a su solicitud de asilo por vía ordinaria, que es el objetivo real del acuerdo. La segunda, seguir arriesgando sus vidas en el Egeo. Y tercera: buscar rutas alternativas para llegar a Europa.

La experiencia histórica de las migraciones señala que el cierre de una puerta de entrada supone, siempre, la apertura de nuevas vías. Y la actual crisis migratoria del Mediterráneo es un ejemplo claro de esta premisa: "Las rutas cambian rápidamente", explicaba la representante de Acnur en España, mientras el responsable del Frontex añadía: "Hemos observado que ya se están produciendo desvíos por todas partes".

Canarias está en el punto de mira de estas rutas alternativas con que la marea humana de refugiados que huyen de Libia, Siria e Irak trata de llegar a Europa. Ya atraviesan Rusia hacia Finlandia y Ucrania hacia Polonia. La tercera vía es el Mediterráneo occidental: España, incluyendo Canarias, y de nuevo Italia. "No hay riesgo de apertura de la ruta hacia las Islas", ha insistido tanto el delegado del Gobierno en Canarias como el propio presidente Mariano Rajoy.

Pero la realidad es que nadie lo sabe aún. Los datos sí apuntan a una reactivación de la llegada del número de inmigrantes que están llegando al Archipiélago, pero se desconoce su alcance. El número se triplicó entre 2014 y 2015, al pasar de 296 a 874 inmigrantes. Pero si se presta atención sólo al último trimestre del pasado año, se multiplicaron por seis respecto al mismo período del 2014: casi medio millar (496) frente a 84.

"Las mafias son malas, pero no tontas", resumió hace unos días de forma muy gráfica el ministro español de interior, Jorge Fernández Díaz. Realizó estas declaraciones tras la reunión en que, junto a sus colegas comunitarios, valoró la reapertura de nuevas rutas, promovidas por estos traficantes de personas. Fernández Díaz añadió: "El Mediterráneo occidental y las Islas Canarias están bajo control, pero podría surgir un problema si no prestamos la debida atención a Marruecos". Días después, fuentes diplomáticas constataron que se ha producido "un ligero aumento" en el número de llegadas registradas en Ceuta, Melilla y Canarias desde Marruecos, país que ha suspendió el pasado mes relaciones con la UE por el conflicto del Sáhara y su inclusión en el acuerdo agrícola.

La zancadilla de Europa

Pero Canarias y Marruecos están aún muy lejos del epicentro del drama que se vive hoy por la crisis de los refugiados. El pacto entre la UE y Turquía está produciendo efectos sobre Europa que van más allá del temor a que se abran nuevas boquetes de entrada en el muro que viene levantando en sus fronteras. Unas fronteras que están saltando a consecuencia de dos fenómenos que, aunque no tienen correlación entre sí, tienen un mismo origen: el efecto boomerang de las intervenciones militares occidentales, sobre todo en Libia e Irak.

El surgimiento del Isis en los denominados Estados fallidos se ha saldado con más de 250.000 víctimas directas y millones de refugiados: sólo en los centros de Turquía permanecen aún tres millones de personas y un millón más logró entrar en Europa en 2015. En 2016, podría superarse esta cifra.

La política migratoria que ha ido adoptando Europa para afrontar esta inmensa crisis humanitaria, no sólo ha puesto en evidencia su incapacidad para reaccionar y hacer cumplir los acuerdos. Está afectando también a la visión que los ciudadanos comunitarios tienen de su Europa unida, hasta el punto que las encuestas apuntan un crecimiento desafecto de sus ciudadanos: el porcentaje favorable a la UE se sitúa por debajo del 40% en casi todos los países miembros.

La insolidaridad de Europa con los refugiados ha tenido su máxima expresión en el acuerdo alcanzado con Turquía, que ha sido calificado de "pacto de la vergüenza". Una especie de zancadilla como la que ruborizó a medio mundo cuando fue una periodista húngara la que sacó el pie.

Pero Europa no ha sido capaz siquiera de ser solidaria consigo mismo en un cuestión tan grave como combatir el terrorismo. En pleno shock tras los atentados de Bruselas, el presidente de la Comisión Europea puso el dedo en la llaga: "El problema está ahí desde hace años. Si los Estados miembros hubieran aplicado los planes que aprobamos tras los atentados de París, no estaríamos a día de hoy como estamos".

La máxima responsable de la Política Exterior, Federica Mogherini, añadió: "Lo que tenemos ahora son sistemas nacionales de lucha contra el terrorismo; pero necesitamos instrumentos europeos para afrontar amenazas que son de dimensión europea".

Detrás de Judas

Los refugiados y terrorismo son las dos caras de un mismo mal. El Papa recurrió a dos escenas bíblicas para referirse a ambos en esta Semana Santa. Así, mientras por un lado lavaba los pies a unos refugiados, se refirió a los últimos atentados terroristas en los siguientes térmicos: "Detrás de Judas estaban quienes pagaron dinero para que Jesús fuera traicionado". Se refería Francisco a "los traficantes de armas que quieren sangre y guerra".

Quienes quieren sangre y guerra atentaron al principio de este milenio contra Nueva York y Washington. Quince años después, una mutación del Al Qaeda, el Isis, lo ha hecho contra el corazón del Europa: Bruselas, París... "Estamos en guerra", dijo Hollande tras los atentados contra su país. "El terrorismo es veloz y Europa, lenta", contestó el ministro italiano Angelino Alfaro.

Combatir la pesadilla de las guerras fue, precisamente, el impulso que llevó a los países europeos a crear el germen de lo que es hoy la UE. La dura experiencia de las dos grandes guerras estaba en el nacimiento, en 1957, de la a Comunidad Económica Europea, aunque se le vistiera como un acuerdo económico.

El próximo año se cumplirán 60 años de esa progresiva unión de los países europeos. Se vislumbran escasos motivos para la celebración de tan señalado aniversario. Europa atraviesa sus crisis más grave: ella misma atenta contra sus propios valores. "Hay lagunas de confianza que nos impiden avanzar en la colaboración", señalaba el comisario griego Dimitris Avramopoulos. Y mientras no se avanza, avanza en muchos países la islamofobia: "Está justificado vincular los ataques de Bruselas con las normas europeas sobre inmigración", dijo el líder del partido británico UKIP. "La falta de control fronterizo ha dado lugar a un libre movimiento de terroristas", añadió Nigel Farage, resumiendo el sentir de otros dirigentes europeos populistas y xenófobos.

"El problema está dentro de nuestras fronteras, no fuera. Quienes atentan contra nosotros son, en su mayoría, ciudadanos europeos. Nacidos y crecidos aquí", precisó Mogherini. Y añadió en relación a los refugiados: "He hablado con muchos de ellos y lo único que quieren es la paz. Volver a sus hogares. Ni siquiera mencionan a Europa, ni cómo llegar a ella".

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