La Provincia - Diario de Las Palmas

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Premio Canarias 2017 de Patrimonio Histórico

"Fui de los primeros en valorar la décima, que hoy florece como nunca antes"

"No podemos restaurar ni resucitar la lengua guanche, pero de su vocabulario queda más de lo que creemos. Usamos muchas palabras suyas sin saber lo qué son", manifiesta el catedrático Maximiano Trapero

No siempre se reconoce de forma oficial una labor concienzuda de investigación como la suya. ¿Le estimula a estas alturas un premio?

A veces llega el reconocimiento. Muy a veces. Yo me siento muy afortunado porque otros muchísimos investigadores de mi rama o de ramas similares han hecho esfuerzos y contribuciones relevantes, pero no les llega ese reconocimiento. Así que estoy muy contento. Sin duda es el premio máximo del Gobierno de Canarias a las distintas modalidades donde se formula. Máximo orgullo, satisfacción y gratitud.

La creación de la ULPGC fue crucial para estabilizar una actividad investigadora antes sometida a mayor precariedad. ¿Habrían sido posibles sus trabajos sin la universidad?

La investigación que se ha hecho en la modalidad en la que a mí se me ha concedido el premio, que es el patrimonio histórico, al que yo añado patrimonio cultural, se puede realizar al margen de la universidad, pero ésta te proporciona un método. Y la ciencia empieza por tener un método. Yo he podido realizar esta investigación desde mi formación académica, universitaria, y desde mi condición de profesor de la universidad. Es verdad que yo inicié mis investigaciones antes de la creación de la ULPGC, mi primer libro de Canarias fue sobre el romancero de la parte sureste de Gran Canaria, siendo yo catedrático del Instituto de Agüimes. La investigación se puede hacer al margen de la universidad, pero el rigor, el método y la altura científica de las investigaciones que yo haya podido hacer me los ha dado la universidad.

¿Hay sensibilidad en nues-tras instituciones por preser- var el patrimonio cultural popular de las Islas?

Hay de todo, hay personas individuales sensibles y conscientes de la importancia que tiene el rescate de ese patrimonio que normalmente vive en la anonimia, entre las gentes no letradas, las gentes que no significan nada en la sociedad canaria. Luego hay otras personas a las que eso no les dice nada. Yo digo rotundamente que el patrimonio oral, literario, de cultura popular de Canarias, es patrimonio de la primera importancia. No voy a decir que más que el patrimonio arqueológico o artístico, pero no menos. Todo ese patrimonio literario, el romancero, el cancionero, la conciencia de pertenecer a una comunidad que tiene un imaginario colectivo que enraíza con la antigüedad, es de todos y no exclusivamente de unos especialistas. ¿Por qué? Porque está basado en una lengua, que es el patrimonio más común y universal que los hombres tienen.

Afirma que la décima es mucho más que una estrofa. ¿Qué aporta su profundización en el conocimiento de los flujos culturales de las Islas?

Con la décima el pueblo canario ha cantado los momentos felices y los tristes, se ha alegrado en la intimidad de un grupo pequeño o ha reflejado en ella la epopeya de los tiempos modernos. La décima tiene en Canarias dos dimensiones fundamentales. Una de ellas es la de relato narrativo de acontecimientos ocurridos. Por ejemplo, cuando el Valbanera se hundió en la entrada de Cuba, iba cargado de canarios. Algunos habían desembarcado previamente en Santiago, pero otros iban a La Habana. No sabemos cuántos, pero no menos de 200 canarios murieron en el naufragio. Esa noticia de 1919 conmovió a Canarias e inmediatamente se hizo un relato en décimas de ese acontecimiento, décimas que continúan vivas en todas las islas. Pero la décima tiene también la dimensión de la poesía improvisada, un fenómeno interesantísimo en el mundo. Y Canarias, dentro del panorama panhispánico, se convierte en el centro de todo ese mundo de la poesía improvisada en décimas. No sé si la décima que después ha triunfado en América procede del Archipiélago. Pero todos los hispanoamericanos tienen a Canarias como el origen de la décima que después llegó a ellos.

Usted ha escrito que el Archipiélago se llenó de romances tan pronto como se pobló de españoles. ¿Qué permitió que aquí se conservara una de las ramas más arcaicas de esta modalidad?

El romancero en Canarias tiene una singularidad que no tiene el del noroeste peninsular, la conjunción de influencias varias. Confluyen la influencia castellana, la andaluza, la portuguesa y la americana. Eso no lo tiene ninguna otra región española. La pervivencia del romancero en Canarias se justifica porque todavía los romances siguen siendo el pan nuestro de cada día. Hay islas como La Gomera donde aún son el canto colectivo que se ejecuta en todas las fiestas, sean religiosas o profanas. Además, la manera de reproducir y cantar los romances es también única, no tiene parangón en ningún otro lugar ni de la Península ni de Hispanoamérica. Hay un cantor que entona los versos y un coro que responde un estribillo que se va intercalando en cada uno de los romances. Después hay instrumentistas de tambor y chácaras que acompañan la música de esos cantos y, finalmente, un conjunto innumerable de personas anónimas que bailan. Es decir, en La Gomera es una danza colectiva, cosa que no ocurre en ningún otro lugar del mundo. Es único.

Al rescatar el romancero usted insiste en las peculiaridades culturales de cada isla. ¿Por qué no hubo mayor porosidad?

La implantación de la forma de cantar los romances en cada una de las islas depende del poblamiento originario, pero la conservación de esas diferencias se debe al aislamiento que esas islas han tenido. Yo considero a El Hierro y La Gomera como las islas más conservativas de su identidad cultural: lingüística, folclórica... Eso se debe en primer lugar al distinto poblamiento que pudieron tener. Aunque no está muy bien estudiado, el folclore puede manifestarnos ese origen. En segundo lugar, al aislamiento histórico que han tenido. Por eso Gran Canaria y Tenerife tienen un romancero interesantísimo, sin duda ninguna, pero mucho más homogéneo, más paralelo al que se puede encontrar en lugares de la Península.

¿Qué queda de la lengua guanche?

La lengua guanche ha desaparecido, nadie la habla ni puede decir que se la pueda restaurar o resucitar. Ahora, sí quedan elementos aislados de aquella lengua, y esos elementos son puramente léxicos. Nada pervive de la fonética, nada de la gramática, así que sería imposible reconstruir esa lengua. Pero sí quedan muchas palabras, que ademas pertenecen a todos los ámbitos de la sociolingüística, pertenecen a la lengua común. Nosotros seguimos utilizando muchas palabras guanches, sin saber que lo son, en todos los momentos de nuestra vida. Nos desayunamos con gofio, vamos por el campo y vemos tabaibas y mocanes. Salimos y nos encontramos con los nombres de nuestras poblaciones: Agaete, Arguineguín, Arinaga, Tejeda, Artenara... que son guanches. Muchas de esas palabras no sabemos qué significan, pero otras sí. Del vocabulario guanche queda mucho más de lo que creemos.

¿Cree que su trabajo de investigación tendrá continuación?

Quisiera pensar que sí, porque en las facetas en las que he investigado he tenido alumnos que han hecho sus tesis doctorales y continúan investigando. Por ejemplo, en el campo de la toponimia he dirigido varias tesis y hay autores ya importantes que siguen investigando. Lo mismo en el fenómeno de la pervivencia de la lengua guanche y lo mismo, igualmente, en el romancero. Y no digamos en el tema de la décima. Yo creo que fui de los primeros que pusieron valor al fenómeno de la décima. Y ahí está, hay un florecimiento del fenómeno de la décima y de la poesía improvisada en Canarias como nunca antes. Hoy se ha convertido en un fenómeno general conocido por todo el mundo. Así que yo creo que sí tengo alumnos que continúen mi labor.

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