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La danza del mediodía

Clavijo y Antona sincronizan movimientos para encontrarse en las tripas del Parlamento. Hernández y Santana hostigan al presidente

A las 12.43 de ayer, hora zulú, el Parlamento de Canarias se convirtió en escenario, poco improvisado, de una danza ritual política protagonizada por dos de los grandes de la escena del Archipiélago. El presidente del Gobierno regional, Fernando Clavijo, había terminado de responder sobre la reducción de las listas de espera, con el correspondiente encontronazo con la que fuera su vicepresidenta, la socialista Patricia Hernández, o la mención a Dubái como lugar al que debe parecerse Canarias, refriega que propició la portavoz de Podemos, Noemí Santana. No tardó ni medio minuto en abandonar el salón a buen paso sin mirar atrás confiado en que su partenaire le iba a seguir a pesar de que la secuencia no fuera ensayada ni una sola vez.

El foco se dirigió entonces hacia el consejero de Presidencia, Justicia e Igualdad, José Miguel Barragán, que cruzó hacia la bancada popular para iniciar una aparentemente distraída conversación con la portavoz del grupo Popular, Australia Navarro. Junto a ella, el presidente del PP, Asier Antona, manipulaba sin descanso el teléfono móvil como ajeno al momento, creando tensión en el espectador.

Segundos después, hizo el camino inverso al cubierto por Barragán para salir por una puerta que no es la suya natural, la de siempre. Caminaba hacia la zona de ascensores para perderse por las tripas del edificio de Teobaldo Power y encontrarse con Clavijo para hablar de sus cosas; a saber, el pacto -o no- que persiguen ambas formaciones.

Solo media hora después apareció de nuevo Clavijo. Ese es el tiempo que duró la reunión para desatascar -o no, nuevamente- las conversaciones. El presidente se quedó con ganas de baile y rehuyó a los periodistas con un simpático moonwalker por el pasillo que da acceso al salón donde se hacen las leyes.

El mismo en el que mantuvo el enésimo rifirrafe con la presidenta del grupo Socialista, Patricia Hernández, quien le acusó de ejercer un "trilerismo político sin precedentes" con las listas de espera sanitarias. "Discutir sobre lo mismo es mirar al pasado", señaló el jefe del Ejecutivo, quien insistió en que el número de ciudadanos que aguardan pacientemente a entrar en un quirófano se ha rebajado en un 6,2% desde que, precisamente, tomó la decisión de prescindir de la compañía de los socialistas.

A juicio de Hernández, al presidente le salen esas cuentas porque "publica lo que quiere y guarda en el cajón" aquello que rebaja la euforia. Tan es así, que la candidata en las primarias que el socialismo canario celebra en menos de dos semanas sostuvo que los mejores números se alcanzaron cuando el anterior consejero, Jesús Morera, y compañero de partido sostuvo el bisturí en la Sanidad pública. Y hasta tiempo tuvo para rememorar aquella canción de Javier Krahe que rezaba: "Lo que antes ser muy mal, permanecer todo igual, y hoy resultar excelente".

Con lengua de serpiente -de la misma canción de Krahe- le pareció también a Noemí Santa que habló el hombre blanco -Clavijo- el día que colocó a Dubái como ejemplo a imitar por las Islas. "Exclusivamente como hub donde todo el mundo quiere hacer negocios", aclaró el presidente. Lo que no evitó que la portavoz de Podemos en el Parlamento regional le recordara que en el emirato se desconoce el significado del término derechos humanos, los homosexuales son perseguidos hasta la muerte y "las mujeres tienen que pedir permiso a sus maridos para poder trabajar", entre otras miserias.

"Le dije a qué me referí con la comparación exclusivamente, pero a usted le da igual porque trae escrito el discurso y tiene que leerlo", le afeó Fernando Clavijo.

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