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"Canarias tenía fueros cuatro siglos antes que Cataluña"

Salvador Miranda, que presenta en el Club LA PROVINCIA su última obra, repasa el REF desde los privilegios de los Reyes Católicos

Salvador Miranda Calderín. LP / DLP

Ahora que nos encontramos en un momento convulso en lo que a las comunidades autónomas respecta, cuando vemos que Cataluña se encuentra en una problemática que tiempo atrás fue la del País Vasco, comprobamos que si hablamos de la historia de los fueros de estas dos comunidades nos remontamos al siglo XIX cuando si tratamos el mismo tema en la historia de Canarias lo hacemos al siglo XV. ¿Cómo es posible que a pesar de su antigüedad desconozcamos la historia de los fueros canarios?

El motivo no es otro que la actitud intrínsecamente canaria de denostar lo propio, por lo que una obra como el primer tomo de Orígenes y evolución del Régimen Económico y Fiscal de Canarias (REF) supone una apuesta en valor para dar a conocer a nuestra sociedad porqué tenemos un REF como el que tenemos, que aunque actualmente esté amparado en la ultraperiferidad no siempre fue así.

Como bien explica Salvador Miranda, el REF se remonta al año 1487, cuando los Reyes Católicos conceden a Gran Canaria un privilegio de franqueza muy parecido al que se daba a los territoritos andaluces que se había ganado en la reconquista. Veinte años más tarde, en 1507, estas exenciones son ratificadas por la corona a perpetuidad y desde esa fecha -que Salvador Miranda califica como "origen histórico del REF"- hay una serie de necesidades que la comunidad canaria necesita que le sean cubiertas y que van evolucionando con el tiempo hasta llegar a la actualidad.

Como paradigma de ellas tenemos los repartos de tierras y aguas en el siglo XV, la exportación frutícola a las Indias, cuando a nivel estatal era monopolio de Sevilla, el reglamento de puertos francos en el XIX y el denominado REF jurídico en la última parte del siglo pasado.

Salvador Miranda muestra así que el REF tiene una parte económica y otra fiscal. Ésta última va evolucionando cada siete años a medida que lo mandan las directrices comunitarias en tanto que la económica, que se había quedado anclada en el tiempo, se va a reformar por vez primera.

Al señalar todos estos antecedentes históricos del REF Salvador Miranda deja claro que anteriormente había otra tributación, como eran una serie de rentas reales que existían a favor de la corona, a la vez que se centra en el almojarifazgo, impuesto aduanero exactamente igual a l% de Sevilla pero a un tipo impositivo más bajo. Es curioso ver en la obra la evolución del almojarifazgo, que en su fase inicial fue del 3% en contra del 10% en Sevilla, pero en 1507 los regidores de Gran Canaria negociaron con la corona la perpetuación de la franqueza a cambio de un incremento del tipo al 5% y para englobar en la franqueza el comercio con los extranjeros se subió al 6% en 1528.

Hasta este punto la obra se centra en Gran Canaria, pero cuando el lector se pregunta qué ocurrió con La Palma y Tenerife obtiene su respuesta en una serie de capítulos que muestran que teniendo en cuenta que La Palma se conquista en 1493 y Tenerife en 1496, entre el privilegio de franqueza de Gran Canaria y la conquista de la isla bonita tiene lugar uno de los hitos más importantes de la historia de la humanidad: el descubrimiento de América, que hace que la corona pierda interés en la isla, preocupándose únicamente en su situación privilegiada en la ruta de Indias. El resultado es que no se crea un fuero de franqueza para La Palma ni para Tenerife sino que su gobernador vitalicio, Alonso Fernández de Lugo, otorga plenas exenciones en las dos islas, en las que no se aplicaba tributo alguno, ni tan siquiera el almojarifazgo.

Con el paso del tiempo los recaudadores reales se dan cuenta de que no existe un fuero de franqueza expreso y reclaman para el comercio de esas dos islas la alcabala castellana. Los regidores de Tenerife tuvieron que negociar con la corona y llegaron a un entendimiento igualándose su fiscalidad a las de Gran Canaria en 1528.

Los datos aportados sobre el almojarifazgo permiten afirmar sin lugar a la dudas que la economía de Gran Canaria era la más fuerte del archipiélago hasta la última década del siglo XVI, en el cual por las exportaciones de vinos y la decadencia de la industria del azúcar Tenerife pasó a ocupar un lugar hegemónico hasta buena parte del siglo XIX. A pesar de que este último dato era algo que se sabía desde hace tiempo no es hasta contar con las curvas del almojarifazgo que aparecen en esta obra que semejante afirmación se vuelve concluyente.

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