El eclecticismo marca la XIX edición del festival Canaria Jazz & Más, que mezcla estilos, generaciones y latitudes en un programa que no le pierde la vista a los músicos de la tierra, que precederán en el escenario a las grandes figuras del género en sus citas con el público canario. Con la mayoría de edad superada y con el aliento de la crisis soplándole en el cogote -como a todos-, el señero certamen de jazz canario echa mano de nombres conocidos y nuevos valores para reinventarse una vez más. Además, este año la oferta incorpora un buen surtido de vocalistas.

Este viernes abre boca, en la plaza de San Juan de Telde, Frank Gambale y su G-Force Band. Gambale es un guitarrista veloz como el rayo, que ha bebido del clásico rock guitarrero más virtuoso, el de Hendrix y Clapton, para luego acabar asombrando a Chick Corea y Jean-Luc Ponty, con los que compartió improvisaciones en conciertos y grabaciones.

Uno de los platos fuertes de la programación es el concierto del bajista y productor Marcus Miller, que liderará el sábado 17 en el auditorio Alfredo Kraus un quinteto al rescate de las músicas de Tutu, el célebre disco de homenaje a Desmond Tutu que le compuso en 1986 a Miles Davis.

Mucho más atrás en el tiempo mira la vocalista norteamericana -aunque afincada en París- Dee Dee Bridgewater, que el próximo martes en el teatro Cuyás, acompañada de un cuarteto se atreve con el cancionero asociado a Billie Holiday, continuando con el homenaje que este mismo año tributó en disco a la voz de God bless the child.

Heredero de Miles.

El caso de Cristian Scott es bien distinto. Enfant terrible del ultimísimo jazz y enésimo heredero del estilo de trompeta lírica de Miles Davis, a Scott le llueven los elogios sobre mojado desde que completó dos titulaciones en la Berklee School of Music. Con un posicionamiento político y social muy marcado, ha sabido entender que el futuro del jazz pasa por desclasarse y asumir como propia toda la tradición de la música popular del pasado siglo, del be-bop a las canciones de Bob Dylan, del que se confiesa rendido admirador. El próximo miércoles en la plaza Stagno, podremos comprobar in situ los encantos de la música de Scott, que se presenta al frente de un quinteto.

Otra vocalista, pero de un pelaje muy distinto a Bridgewater, es Angélique Kidjo, cantante beninesa que ha logrado conjuntar en su estilo lo que parecía inconjuntable, en un cóctel que va del soul clásico de Otis Redding y Aretha Franklin a los sonidos de Bollywood, pasando por las músicas de su tierra natal o los ritmos brasileños. Su concierto, previsto para el próximo jueves, también en la plaza Stagno, promete atraerse al público con ganas de divertirse a todo ritmo.

Otro clásico del evento, el jazz latino, tiene este año su cuota cubierta con el pianista Gonzalo Rubalcaba y su quinteto, dispuestos a propiciar el reencuentro con esa fecunda tradición que hunde sus raíces en el intercambio musical que protagonizaron varios músicos cubanos y Dizzy Gillespie desde mediados de los cuarenta.

En CéU encarna otro vector fundamental en el jazz, el de la música brasileña. Con dos nominaciones a los grammy latinos a sus espaldas, a pesar de su juventud, CéU pertenece a una estirpe de cantantes de ese país, que vienen apareciendo desde los años noventa, continuadoras de la tradición y rupturistas, cultivadoras del hip-hop y de la samba, electrónicas e intimistas, raba con Urban Jungla, una firma en la que puede mantener la independencia artística que necesita para seguir creciendo.

Batería al límite. El baterista Ari Hoenig tantea los límites de la percusión en su trabajo al frente del trío que lleva su nombre, y en el que aparecer acompañado del guitarrista Giled Hekselman y del bajista Orlando Lefleming. Es capaz de modificar el sonido de la batería con baquetas, con mazos o con cualquier parte de su cuerpo, de forma que este instrumento no queda relegado al mero papel de mantener el tempo y se emancipa definitivamente, siendo capaz de reproducir así cualquier nota de la escala musical.

Otra voz negra, la de Sharrie Williams, destilará un combinado de blues, jazz, soul y gospel, con tres discos en el mercado y un estilo bien definido, Williams y sus chicos sabios (Wiseguys) aseguran que se lo pasan pipa sobre el escenario, que es la primera premisa para que el público haga lo propio. Las citas con ellos comienzan este viernes en el casco histórico de Teguise, y siguen el sábado (Auditorio de Puerto del Rosario) y el domingo en la plaza de San Fernando de Maspalomas.

Finalmente, Gerald Toto, el vocalista, arreglista y compositor antillano, residente en París, ofrecerá su música, fuertemente marcada por la estética criolla, el jueves 15 en la plaza Tenor Stagno, acompañado de un trío de batería, bajo y teclados.