En un fin de semana marcado por las elecciones electorales, llega al Teatro Cuyás de la capital grancanaria Sócrates: juicio y muerte de un ciudadano, una obra interpretada por Josep María Pou bajo la dirección de Mario Gas.

El montaje, que recrea el juicio del filósofo condenado a muerte por denunciar la corrupción y la superstición, refleja el lado más personal de esta figura, no tanto como padre de la filosofía, sino del Sócrates ciudadano, incorruptible, insobornable, defensor de la justicia y la verdad, "y primera víctima de una democracia que estaba en sus principios, que él ayudó a inventar en la Grecia del año 399 a/C.", indicó ayer José María Pou. "Vamos a hacer aquí, en Las Palmas, la dos funciones", hoy y mañana sábado, "el último día de campaña electoral y el día de reflexión, ¿nos dejarán, no lo van a tomar como un mitin más?, bromeó ayer el actor y protagonista de la pieza teatral durante el acto de presentación de la misma en el que estuvo acompañado por Gonzalo Ubani, director artístico del Cuyás.

Y es que la obra, escrita por el propio Mario Gas junto al también actor de la obra Alberto Iglesias, es un canto a la "integridad y decencia" de la política actual a través del ejemplo de Sócrates, una reflexión sobre "la democracia que tenemos, que hemos tenido en los últimos años y para preguntarnos qué estado de salud tiene la democracia actual".

El espectáculo nació a petición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, donde se estrenó el pasado 5 de julio, y pese a que en origen tenía una vida incierta tras dicho festival, ha cosechado tantos éxitos durante estos meses por su comunión con el público, que tienen la agenda cubierta, al menos, hasta junio de 2016. "La obra dura una hora y 27 minutos antes de los aplausos del público, en algunos sitios llega a dos horas", indicó el actor.

Para Pou, interpretar a Sócrates, "y poder convertirlo en un gran personaje teatral", es un premio, "soy un ser privilegiado", afirmó al tiempo que descubrió el papel protagonista que también tiene el público en la obra, dado que se convierte en el público de la asamblea que juzgó a Sócrates. "Todo eso hace que el espectáculo sea interactivo".

Sócrates, que se convirtió en un personaje "incómodo" porque "ponía en entredicho y en evidencia a todos los congéneres suyos, filósofos, profesores, académicos y demás", que a diferencia de él cobraban grandes fortunas por sus lecciones, fue denunciado "con cargos absurdos como no creer en los dioses oficiales y corromper a la juventud entendiendo esta acusación como meter ideas extrañas a las oficiales y establecidas".

La obra recrea la gran farsa que fue el juicio al filósofo, "el primer gran condenado a muerte de la democracia y la primera gran falacia de la democracia", que se saldó con una condena a muerte de la que todos presumían que se iba a librar mediante sobornos, "porque el estado de la corrupción de la Atenas del momento era tan grande que se daba por supuesto que en caso de condena a muerte el podría sobornar a todo el mundo con el dinero que ya sus amigos tenían preparado" para librarse de la muerte. "Pero ahí se produjo la primera gran lección de un ser honesto, consecuente con su forma de ser" que aceptó morir antes que corromperse.