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Entrevista a Davinia Rodríguez

"Debutar en el Liceu es entrar por la puerta grande en España"

"Soy la única voz de la cantera canaria que ha triunfado fuera y aún no ha cantado aquí; no soy profeta en mi tierra", asegura la soprano

"Debutar en el Liceu es entrar por la puerta grande en España"

Está a punto de debutar en el Liceu de Barcelona junto a Plácido Domingo. ¿

Supone muchísimas cosas. La primera, la responsabilidad que implica el pisar un escenario de este calibre. No solo por el reparto y el lujo que supone poder trabajar con grandísimas figuras de la ópera como Plácido Domingo, Ferruccio Furlanetto y Ramón Vargas, también por el hecho de que coincide con el 50º aniversario del debut en este escenario del gran Plácido Domingo. Para mí es todo un reto, una gran responsabilidad y un enorme orgullo. Es entrar por la puerta grande en España.

¿Cómo es trabajar con un referente como Plácido Domingo? ¿Ha sido uno de sus ídolos?

Yo recuerdo verle en televisión cuando era pequeña y verlo como una persona casi inalcanzable, una figura que estaba en otro mundo para mí. Y ni siquiera se me pasó por la cabeza el hecho de que pudiera conocerlo algún día. Sin embargo, el destino ha querido no solo que lo conozca sino que se haya convertido en un gran pilar para mí. Es una de las personas, junto a su mujer, que más ha apostado por mí y ha creído en mi talento. La verdad es que tratarlo como artista es impresionante. Respira talento por doquier y uno solo puede aprender todo lo que pueda de alguien como él. Compartir escenario con él es muy emocionante, ya que irradia una luz y una energía que pocos artistas tienen. Yo creo que con eso se nace. Aparte de que, por supuesto, hay algo que te va dando la experiencia y este hombre tiene muchísima. Solo el poder compartir con él la cotidianidad de los ensayos es especial. Es una persona encantadora y muy generosa en todos los sentidos. Te cuenta sus anécdotas históricas hasta su perspectiva sobre la vida. Podemos hablar sobre cualquier tema y es enriquecedor. Para mí, es una situación mágica.

¿Cuales han sido sus referentes en el mundo de la ópera?

Una de las primeras cantantes de ópera que escuché fue Joan Sutherland. Me impresionaba la cantidad de malabares que podía hacer con su voz. Fue la que primero me impactó y la empecé a seguir, escuchando diferentes grabaciones cuando empezaba en esto de la ópera. A pesar de que mi repertorio cambió, siempre me ha encantada escuchar esta serie de gorgoritos, pero sí es verdad que mis preferencias cambiaron. Me encanta escuchar a Mirella Freni, Renata Scotto, a Maria Callas, por supuesto. Es la voz a seguir, sin duda, por todas las cantantes. En cuanto a los tenores: por supuesto a nuestro gran Alfredo Kraus; a Pavarotti, Domingo y tantos otros. Hay tantos nombres y todos ellos grandes ejemplos, que no podría quedarme en uno o dos.

Ahora ya puede empezar a hacer una lista con los que ha compartido escenario.

La verdad es que tengo la suerte de contar con una de las leyendas de ópera que sigue vigente, como es Plácido. Para mí es un sueño que se está cumpliendo. Y no ha sido una vez, he compartido con él varios escenarios. He de decir que me considero muy afortunada.

¿Dónde se formó y cómo ha sido su trayectoria para llegar a su actual situación profesional?

La verdad es que han habido muchos casualidades. Por eso pienso que el destino ha querido que yo me dedique a esto. Todo ha sido paso a paso y una cosa me ha llevado a la siguiente. Yo era una niña que empezó a cantar folclore con ocho años, porque en mi familia había un grupo y me escucharon cantar cuando estaba jugando. Empezaron a llevarme a los ensayos y en el colegio animaron a mis padres a llevarme clases para educarme la voz. Pensaron que tenía un talento especial. Entonces, empecé con clases de piano, canto y solfeo. A los 16 ingresé en el conservatorio. Ahí empecé a formarme y a los dos años me llevaron a Madrid. Todos me decían que hiciera las pruebas en el Reina Sofía porque tenía muchas opciones. Dejé todo y me marché. Fue una experiencia muy enriquecedora. Estuve tres años estudiando en la escuela. A partir de ahí, poco a poco, he ido sembrando con mucho sacrificio y estudio. Tuve que retroceder para empezar a cantar con el estudio vocal, que es una técnica que exige muchísimas cosas, incluso en la rutina y lo cotidiano del día a día. Tenía que cuidar mi alimentación y estar bien física y psicológicamente para estar preparada para las exigencias que requiere el escenario en la ópera. Pero vamos, las cosas del destino.. (risas) y del sacrificio, claro.

¿Considera que fue una buena escuela esa influencia del folclore canario en su infancia?

Yo creo que sí. El folclore canario cuenta con un canto muy pasional, lleno de florituras y todo eso forma también parte de la ópera. Es un canto que nace de lo más profundo. Por supuesto, requiera de la técnica, pero creo que he tenido una buena base con el folclore. Lo pienso a pesar de lo que puedan pensar otros.

¿En muchas ocasiones se destaca la técnica por encima de todo, pero qué valor da usted a la pasión o el color de la música?

Lo que pasa es que en este ambiente y en este ritmo de vida, si no te mueves por la pasión no lo podrías hacer. Porque conlleva el dejar de lado lo esencial: la familia, el hogar y estar siempre entre aeropuertos y aviones, haciendo maletas o viviendo en habitaciones de hoteles en los que tienes que hacer tu día a día. Es muy complicado no poder estar en los momentos importantes; abrazar o compartir un café con tu gente. Es un gran sacrificio. Es precioso, no me entiendas mal. Es precioso por muchas cosas: uno vive, recorre el mundo y va sumando experiencias, diferentes gentes y culturas. Todo eso enriquece y es precioso, pero luego la parte íntima, el tú, tu gente y tu espacio, se pierde. Me refiero a las raíces y eso hace que esta profesión se disfrute a ratos, cuando la carrera te lo permite según a qué nivel va estando.

¿Vive ahora en Italia?

Bueno, prefiero decir que vivo en Moya, pero estoy siempre a caballo entre distintas ciudades y países, con mi marido, según van surgiendo nuevos contratos. Pero mi base sigue siendo Gran Canaria y lo será de por vida, porque es demasiado el apego que le tengo a mi Moya.

Le preguntaba por Italia, por ser el lugar que se considera una de las cunas de la ópera. ¿Cómo ha vivido usted ese ambiente y tradición?

He de decir que debería ser la cuna de la ópera, pero ahora mismo, por desgracia, están pasando cosas que... no sé si por política o por una mala gestión, hay muchos teatros que están sufriendo cierres. Ahora está la Arena de Verona, pendiendo de un hilo, porque tienen un déficit económico importante. La verdad es que es una pena. Pero cada vez que tengo la oportunidad de estar en Italia y actuar en uno de sus teatros, incluso en cada conversación con los colegas italianos se respira un ambiente con mucho fundamento. Es la historia y se hace historia, pero la pena que tenemos está en ese miedo que tenemos muchos al ver cómo está afectando esta crisis que no termina de cerrarse.

¿Cómo ve el posicionamiento canario en la ópera, con referencias como Yolanda Auyanet, Celso Arbelo, Jorge de León, Nancy Herrera y usted?

Cada vez vamos siendo más. Probablemente sea por la cultura que desde pequeños respiramos. No lo sé. Por el folclore, por la fiesta, por la calle... O por lo pasional que es la gente con su manera de vivir la música. Probablemente todo esto tenga que ver, pero luego el gran ejemplo que hemos tenido en la figura de Alfredo Kraus es básico. Fue el pionero en saltar el charco y comerse el mundo de la lírica. Yo creo que hay mucho talento en Canarias, la pena es que no todos se atrevan a dar el salto. Tenemos unos conservatorios ideales y muy buena enseñanza, pero creo para tener una carrera internacional hay que atreverse y dar el salto. Pero vamos, la cantera es muy buena.

¿Cree que es cuestión de valor o necesitan ayudas y estructura?

Es todo. Primero, las posibilidades de poder dar ese salto y vivir de la música. No es fácil. Está claro que si el talento no viene apoyado por la economía que hoy en día se requiere es complicado. Date cuenta que para hacer una audición en cualquier sitio tienes que comprarte un billete de avión y pagarte la estancia y suele ser muy caro. Todo influye y es importante tener un apoyo económico, ya sea con becas o nivel personal. Yo tuve que hacerlo, y lo hice desde cero. Sales fuera del contexto de la isla y te das cuenta que el nivel es muy pero que muy alto. No basta con la formación, que sí, ahí ves el talento. Pero después tienes que aprender a trabajar de otra manera.

¿Tuvo usted alguna figura que le ayudará en ese proceso?

Bueno, lo sigo teniendo, porque sigo estudiando con grandes artistas. He trabajado con Raina Kabaivanska, con Martín Arroyo y ahora mismo tengo la gran fortuna de poder trabajar con Sylvia Sass , que es una de las más grandes en el repertorio que yo estoy afrontando ahora mismo. Es una constante. No puedes aflojar en ningún sentido. Las cuerdas vocales son dos músculos chiquititos que requieren de un constante entrenamiento, como quien va al gimnasio y cuanto más entrenes más en forma vas a estar. Siempre usando una buena técnica y con el oído externo de, en este caso, mi maestra. También mi marido (Riccardo Frizza) me ha ayudado mucho musicalmente. Estudio muchísimo con él al piano. Tengo la suerte de poder contar con un grande de la dirección musical como es él.

¿Qué discos suena en su casa?

De todo. Un poco de todo, porque además tengo una niña de cuatro años y me veo escuchando mucho de Fofo y Miliki (risas). Así que la variedad que no falte. Yo no me encasillo en la ópera. Me gusta escuchar todo tipo de música. Además, bastante ópera tenemos ya que estamos todo el día estudiando. Así que también es bueno refrescar los oídos.

Antes hablaba del Liceu, pero usted ya cuenta con una buena lista de teatros conquistados, entre ellos, por ejemplo, el Theater an der Wien de Viena. ¿Cuáles de los que aún no ha estado le genera más ilusión?

Buff, muchos. El Metropolitan de Nueva York, la Scala de Milán... Uno tiene que apuntar alto y, después, ya le toca al destino o a uno llegar o no. Pero vamos, todos pensamos en estos grandes escenarios. Para mí, sobre los conquistados, mi experiencia más brutal fue en la ópera de Seattle, en un teatro inmenso que impresiona solo pisarlo y mirar a toda esa audiencia. Daba un poco de vértigo. La verdad es que las emociones que sientes en estos grandes escenarios son indescriptibles. Me emociona también la historia y todos los que han pasado por ahí.

¿Y en cuánto a los papeles?

El que marcó un antes y un después en mi carrera fue la Traviatta y que canté en Bilbao de una manera muy especial porque lo llevaba bastante dentro. Coincidió con la pérdida de mi madre y muchas cosas. Imagínate, cantar una cosa así cuando tu mamá acaba de operarse del pulmón y tener que verla en un estado tan delicado. Y encima una ópera así. Es bastante chocante. Pero bueno, de todo se aprende y la verdad es que marcó un antes y un después. Fue una experiencia, en cuanto a la ópera se refiere, muy especial. Ahora, entre los títulos que me encantaría cantar está Norma (Bellini). A cualquier soprano le gustaría hacerlo. Hay otros muchos títulos. También hay cosas que estoy preparando y que son muy difíciles. Requieren una preparación de años y un trabajo de chinos; ni siquiera son fechas de este año.

¿Y con qué título sueña o le gustaría cantar en Gran Canaria y delante de toda su gente?

Ojalá... Me gustaría El Trovador (Il Trovatore, de Verdi).

¿Cómo ha sido su experiencia en Gran Canaria?

Poca cosa. Hace muchos años hice dos papeles pequeñitos y hasta la fecha... Sigo confiando en que algún día me llamen y poder sentirme profeta en mi tierra. De momento y por desgracia, no es así.

¿Siente que tiene que triunfar fuera para que la programen aquí?

No sé, pero soy la única de toda la cantera canaria que ha tenido que hacerlo así.

¿Qué explicación encuentra?

No te sé responder a eso. No lo sé. Quizás es que hay otras preferencias. Pero vamos no lo sé.

¿Le hace especial ilusión?

Sí, claro. Muchísima ilusión. Imagínate. No solo por mí, por la ilusión que me hace cantar en mi tierra, pero también por toda mi gente, que me apoya y me pregunta cuándo. La mayoría de mi gente no tiene la posibilidad de poder viajar para verme y me encantaría que me vieran y escucharan. Siempre están con el para cuándo y me encuentro en una situación en la que me encantaría, pero en la que no dependo de mí.

¿Qué actuaciones tiene en la agenda, aparte del Liceu?

Iré a Bilbao con Don Giovanni (Mozart). Luego iremos a Viena. También hay otras cosas, pero están aún en el aíre.

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