La Provincia - Diario de Las Palmas

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Pregúntale al viento

Obligado a soltar un titular de urgencia sobre la concesión del Premio Nobel de Literatura de 2016 al cantautor norteamericano Bob Dylan, diría que la respuesta está en el viento. Aires nuevos soplan en la Academia sueca. Aires de renovación impulsados por los tiempos que corren, donde el pueblo, a veces mal llamado "populismo", tiene cada vez más presencia en las instituciones. Nadie le puede quitar a Bob Dylan el ser uno de los músicos más influyentes del mundo. Bob Dylan ha dado voz con sus canciones a los pensamientos más hondos que conmueven a las democracias y, sobre todo, a las clases más necesitadas: "Cuántas carreteras / debe un hombre recorrer / antes de que le llames hombre (?) / Sí, cuantas veces / debe un hombre mirar arriba / antes de poder ver el cielo" (De Blowin' in the wind).

El compromiso que el cantautor de Duluth, Minessota, ha demostrado en la intersección entre los derechos civiles y la música ha hecho del compositor de Mr. Tambourine Man (la canción que el escritor Hunter S. Thompson decidió que sonase en su funeral, mientras sus cenizas eran esparcidas al viento disparadas por un cañón), el artista total que es Bob Dylan ha registrado en sus canciones, auténticas creaciones poéticas que pugnan por emprender vuelo, la soledad, el amor, el dolor, el miedo, el odio, la vida. Y lo ha hecho con una sinceridad, una generosidad y una valentía insólitas, exponiendo su propia vulnerabilidad y su disposición a auxiliar al prójimo: "Cierra los ojos, cierra la puerta / ya no tienes que preocuparte por nada / seré tu chico esta noche" (De I'll be your baby tonight).

Particularmente, creo que la mejor obra de Bob Dylan está alojada en la cara B, o lo que es lo mismo, en la escritura literaria (al margen de los textos de sus canciones) de sus dos únicos libros en prosa, Tarántula y el primer (y hasta la fecha único) volumen de sus Crónicas, publicados en España por la editorial Global Rhythm en 2007 y 2005, respectivamente. En este último, por el que recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2007, el músico, el poeta, el mito, el hombre, nos descubre a un Dylan que maneja con maestría el lenguaje, iluminando la densidad de las cosas, la patria turbia de la vida cotidiana. Son textos inusuales que se instauran, a contrapelo del orden y las reglas, en lo heterodoxo y en los que trata de desprenderse sin conseguirlo de su fama de profeta y portavoz de una generación.

A Woody Guthrie, de quien Bob Dylan heredó su expresión poética, le habría encantado saber que un cachito de hierro y cromo del Nobel de Literatura de 2016 le pertenece. Nunca la frase del crítico y teórico de la literatura Georges Steiner fue más fidedigna que en las canciones de Guthrie y Dylan: "La poesía es la ruptura de la regla". Oficio mayor, cantar cuando el viento sopla en contra. Pocos cantautores acompañan a Dylan en esta andadura. Leonard Cohen, sin duda, quien está a punto de sacar un nuevo disco, You want it darker (Lo quieres más oscuro). Podría ser la divisa de los Nobel de Literatura que se han quedado en el camino este año de nuevo: el japonés Haruki Murakami, el estadounidense Philip Roth, el sirio Adonis, el keniano Ngugi wa Thiongo y el albanés Ismail Kadaré.

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