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Teatro

Diego Poch, el pequeño león

El joven grancanario interpreta a Simba en el musical 'El Rey León', una de las obras con más éxito de la cartelera

Diego Poch, el pequeño león

Tiene tan sólo diez años, y ya puede presumir de una larga carrera como artista integral. No sólo es capaz de interpretar con solvencia distintos personajes, también canta y baila como un gran profesional. Diego Poch, este pequeño grancanario, es el responsable de dar vida al genial Simba del musical El Rey León, uno de los espectáculos más aclamados a nivel mundial, y que en España puede verse en el teatro Lope de Vega de la Gran Vía madrileña.

Cada vez que tiene función, debe llegar al teatro dos horas antes, para que lo maquillen, y para calentar la voz. Inquieto, siempre pendiente de lo que ocurre a su alrededor, tiene la capacidad de poder jugar como el niño que es y al instante cuando se acerca el momento de subir a escena se transforma, cambia el semblante y aparece el artista capaz de emocionar como ese gran Simba, el pequeño Rey León que cautiva a todos los que acercan a este aclamado musical.

Diego Poch ha tenido que trasladarse a vivir a Madrid con su madre Cristina González, para que el niño pudiera seguir con su incipiente carrera. Además, de transportar a los espectadores a la sugerente África, a través del carismático Simba, este joven grancanario también lleva desde el mes de marzo compaginando este trabajo con los ensayos de la obra Billy Elliot, uno de los musicales más esperados del próximo año y del que ya se han puesto a la venta las entradas.

Precisamente, como no va a poder seguir con ambas actuaciones, a partir de febrero del 2017, "con mucha pena", reconoce el joven actor, va a tener que dejar su papel de Simba para centrarse en el nuevo musical, en el que empezará interpretando a Michael, el mejor amigo del protagonista Billy, el hijo de minero que quería ser bailarín de danza clásica.

La vida de Diego es todo un trajín. Sin olvidar sus clases en el colegio británico Montesori de Aravaca, debe seguir con una preparación minuciosa de canto y baile, además de su trabajo en el teatro también interviene de forma habitual en la serie documental de Televisión española Centro médico, que se emite por las tardes. Si le proponen participar en algún cortometraje que le parezca interesante tampoco suele negarse. Para su madre, lo mejor de Diego es que "vive el día a día, él no se agobia, y lo que hace le gusta. En el caso del Rey León se lleva muy bien con el resto del elenco, forman una gran familia, va a sentir mucho tener que abandonar esta obra, pero debe continuar con nuevos proyectos".

Sus comienzos

Con tan solo cinco años, Cristina González vio que en el Teatro Pérez Galdós anunciaban audiciones infantiles para La Bella y La Bestia: "Necesitaban a un niño entre seis y nueve años que supiera cantar. Aunque él era más pequeño mandé la solicitud. A esta prueba se presentaron más de 300 niños y lo cogieron para el papel de Chip, la Tacita".

Y así empezó todo. De pronto sobre el escenario, Diego Poch descubrió y demostró que tenía algo especial, ese carisma preciso para seguir escalando peldaños en este largo camino que supone llegar a convertirse en un artista. Como un actor más del musical El Rey León sólo dispone de 30 días de vacaciones, el resto del año tiene que trabajar como sus compañeros, con las horas estrictas que establece la ley para menores. Además, con esa energía contagiosa, imparable que da la impresión que nunca termina, también ha querido presentarse a las audiciones de La Voz Kids y seguro que con su talento llegará lejos.

El traslado a Madrid supuso un gran cambio y nuevas oportunidades. Trabajar como Simba ha sido un gran regalo, un punto y seguido en su carrera. Aunque al final, Diego Poch sigue siendo un niño de diez años. Pasear con él por el centro de Madrid sólo confirma que el éxito no se le ha subido a la cabeza. En estas fechas, llenas de luces, de regalos, de hombres vestidos de duendes, piratas del caribe, que tratan de atrapar la atención de los que pasean y de paso recibir unas monedas, Diego se queda ensimismado, atento a los actores circunstanciales, a sus trajes de latón, y después como quien anima a un colega del gremio dice "está muy bien ése". Y sigue descubriendo con los ojos de un niño las maravillas que esconde una ciudad cuando se acerca la Navidad y todo resplandece.

Dentro de unos días podrá volver a Gran Canaria. Apenas tres días con la familia, y tal vez, si el tiempo se lo permite, podrá divertirse con una de sus mayores aficiones, ir de pesca. Como suele ser habituales entre los grandes pescadores, cuando cuenta sus intensas jornadas al lado de su caña, de inmediato extiende las manos y proclama "es que cogí una vieja así de grande". Y ese "así de grande" resulta tan fantástico como la manera en la que Diego se ha lanzado a la aventura de llegar a convertirse en un artista integral.

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