Hace un año escuché en la Concertgebouw de Amsterdam un concierto dirigido por Clemens Schuldt a la Orquesta Filarmónica de los Paises Bajos. Pensé que aquel joven maestro alemán sería un magnífica opción para el podio titular de la Filarmónica de Gran Canaria, entonces vacante. Después de verle cerrar la serie de abono de nuestra Orquesta ratifico la impresión, ya irrelevante por haberse adjudicado el cargo con la opacidad de ordenanza. Schuldt es un artista completo, culto, equilibrado y clarísimo en sus lecturas, que sabe transmutar en sonido con técnica de primer nivel y diáfana naturalidad.
Son condiciones análogas a las del más celebrado de los pianistas canarios, Iván Martín, que culminó con el Emperador su magistral versión de los cinco conciertos de Beethoven. Las sonoridades ponderadas entre los episodios de mayor aparato y los más íntimos, el riguroso control de pesos en la pulsación, el criterio estructural y expresivo del fraseo, la coexistencia integradora y natural del gran estilo y la intimidad de los affetti configuran el arte y la técnica de un intérprete maduro en plena juventud, que sabe dialogar con la batuta- también brillante en su carrera-, así en los desarrollos acumulativos como en los más depurados e íntimos. Schuldt-Martin: he aquí un binomio de altura.
Con igual calidad sonaron los demás contenidos, desde la transparencia y locuacidad de la Sinfonía del milagro, una de las más refinadas y, sin embargo, populares de las doce "londinenses" de Haydn (re mayor Hob.I:96), maravillosamente cordial, hasta la deliciosa broma de Arvo Pärt Si Bach hubiese sido apicultor, que convierte el virtuosístico espesor del zumbido de mil abejas en la fervorosa entonación de un tema bachiano, dentro de la estética "tintinambulesca" (campanillera) en que el estonio funde las devociones de su espiritualidad con el humor lúdico.
Mención aparte merece el estreno de los Fragmentos del Satiricón, del gallego Fernando Buide del Real, ganador del VII Concurso de Composición AEOS (Asociación Española de Orquestas Sinfónicas). Inteligente y bien controlado material para una imagen de lo uno y lo múltiple, vertebración de la diversidad en yuxtaposiciones y transparencias que proponen, de manera sesgada y con riqueza tímbrica, una lectura distanciada del erotismo sarcástico de Petronio. Contemporaneidad bien entendida y muy ovacionada por el público, con el autor en escena.
