"Reunirnos con Castillo Interior en torno a estas páginas es uno de los ejercicios más sanos que podemos hacer en esta época de frases cortas y caduca inmediatez. Este tipo de experiencias nos permite conocer primero, para luego conservar una parte importante de nuestra historia". La reflexión de Jonathan Delgado, director del sello Los 80 Pasan Factura, invita a sumergirse en la corta historia de una banda tinerfeña llamada Castillo Interior, en activo entre los años 1984 y 1988, que grabó una maqueta en los estudios AS, de Javier de Lorenzo-Cáceres y Antonio Galán, que finalmente no se editó, y cuyos miembros abrazaron la oscuridad y la experimentación que trajo la década de los 80 tras el advenimiento del punk.

Protagonistas destacados de la escena siniestra o gótica, el afterpunk, devotos de la música y estética de Joy Division, Siouxsie & The Banshees, los primeros The Cure, Bauhaus, Killing Joke o Parálisis Permanente; activistas de la modernidad que sacudía Santa Cruz de Tenerife hace tres décadas; e impulsores del fanzine La Criba, del que se editaron cinco números entre abril de 1985 y febrero de 1987, la historia y legado de Castillo Interior está de actualidad gracias a Los 80 Pasan Factura.

El trabajo de arqueología musical que preside el sello que dirige Jonathan Delgado ha traído, en la recta final de 2017, un envite editorial mayúsculo, que no sólo recupera las grabaciones de Castillo Interior envinilo y CD con el título de Canciones desenterradas, sino que se completa con el libro El sueño dorado. Castillo Interior y la escena musical de Tenerife en los años 80.

Vinilo y CD

Una edición en vinilo de 10' y en CD que incluyen las tomas grabadas entre marzo y abril de 1987 en los estudios de Javier de Lorenzo-Cáceres y Antonio Galán, que fueron volcadas a digital por Ayoze Hernández en los estudios Guamasa, en Tenerife, en agosto de 2014, y posterior masterización por Antonio Pérez Díaz, vocalista de Castillo Interior, en su home-studio madrileño Dean Palahí. Aparecen aquí los temas A través del silencio, Restos de gloria, Para siempre, Catalepsia, Waltz - de estos cinco se incluyen vídeos en la edición CD-, El extraño y El método de la amor. Dos formatos y dos portadas distintas. Un lujo de coleccionista.

Libro y música van de la mano, y lejos de ser un ejercicio literario y biográfico en torno a Castillo Interior y sus protagonistas, las 181 páginas son un relato coral de la efervescencia musical que puso del revés a quienes celebraban entonces la mayoría de edad entre Santa Cruz y La Laguna, y cómo locales tipo Espacio 41 o la tienda Supernovo, abrieron un horizonte cultural y musical nunca antes conocido. Años de agitación, donde el concepto de tribus urbanas era una cuestión estética. Todos iban con todos.

"Yotty Delgado apareció en nuestras vidas hace seis años, me fui de la Isla a los 20 años, seguimos siendo amigos los del grupo, y la edición ha sido una sorpresa, no podíamos imaginar esto después de tanto tiempo" explica Antonio Pérez Díaz, el que fuera vocalista, y bajista durante un tiempo, de Castillo Interior.

Este trabajo se presentó en la reciente tercera Feria del Disco Canario que se celebró del 5 al 7 de octubre en Aguere Espacio Cultural, en La Laguna. Y allí estuvieron varios de los protagonistas.

El nombre de Castillo Interior conduce a Santa Teresa y al que se le atribuye como último libro, Las Moradas del Castillo Interior. Antonio y Horacio (guitarra) son el punto de partida de este proyecto que tendría dos etapas, marcadas por dos formaciones: Jordi (guitarra), Urbano (bajo entre 1984 y 1986), Agus (bajo entre 1987 y 1988), Luis (batería entre 1984 y 1986) y Gustavo (batería entre 1986 y 1988).

En las grabaciones editadas por Los 80 Pasan Factura se incluyen las pistas en las que participaron en su día Antonio, Horacio, Jordi y Gustavo.

Estas Canciones desenterradas de Castillo Interior se rescataron de una bobina de ocho pistas "fruto de una grabación que hicimos en los estudios que tenía Javier de Lorenzo-Cáceres. Se grabó en marzo de 1987, y es un material que se habría quedado sin ver la luz", explica Antonio Pérez Díaz. "Conocí a Horacion en primero de BUP cuando tenía 14 años. Grabábamos lo que hacíamos ,y yo si tenía estudios de conservatorio, y sabía cómo estructurar las canciones". Recuerda el vocalista que la idea primigenia era "editar nueve canciones con una duración de 35 minutos y en formato casete, como hizo Ataúd Vacante con Lenguaje Abierto.

A Antonio le toco desdoblarse en la voz y en el bajo una vez que Urbano abandonó el grupo en 1986. "Cuando se fue Urbano, yo cogí el bajo, pero me era difícil cantar y tocar a la vez. Nos separamos a mediados de 1988 y nos quedamos en un estado de depresión". La conversación con el vocalista de Castillo Interior es un ejercicio de memoria de lo ocurría en Tenerife hace tres décadas. Las noches eternas en Espacio 41 o al lagunero Skecth, entre otros; las visitas a Supernovo, la tienda que regentaba Tito Expósito, el oásis de la música que alimentaba a Castillo Interior, y a la legíón de jóvenes que abrazaban los lenguajes alternativos del rock y elpop, la oscuridad y la distorsión.

Abrieron conciertos para Ataúd Vacante y compartían escena con bandas como Los Signos de la lluvia, La Donna Imóvil o La Sombra de los Caídos. Todo esto y mucho más se relata en el libro. Las grupos que crecían en las dos islas capitalinas [en Gran Canaria, formaciones como Imagen Sagrada o Mortales Ingredientes se encuadraban en la misma estética de Castillo Interior], la construcción de una escena mutante y con fecha de caducidad. Lo cuentan los miembros del grupo, Txetxo Baucells -Conemrad, Gran Banda Mandinga, Sr. Agente-, Pompeyo Pérez Díaz -músico y hermano de Antonio-, el editor Yotty Delgado y Cristóbal de Armas. El nombre de Cristóbal de Armas, que con su programa Canario 3, era el altavoz que ponía en el mapa nacional la efervescente escena insular, fue clave en los años de Castillo Interior. "Nos invitó a participar en un concierto, nos pusimos a ensayar y fueron los meses más fructíferos que tuvimos". Pero como lamenta Antonio Pérez, "la banda se separó por un cúmulo de circunstancias, tenáimos 19 años y funcionaba porque ante todo éramos amigos".

El fanzine La Criba tuvo menos vida que el proyecto musical. "Se acabó antes que el grupo porque no existían razones que justificaran ya su publicación".