- Después de finalizar su carrera como jugador profesional, ¿qué ha hecho?

- Tras retirarme decidí regresar a casa, donde trabajo en el Buffalo Public High School como profesor de educación física y como entrenador de baloncesto, atletismo y campo a través. Es una manera de seguir relacionado con el deporte, que además me permite trabajar con gente joven, que por medio de la actividad física tiene una oportunidad para destacar y evolucionar como persona.

- ¿Y cómo le va?

- No me puedo quejar, hago lo que me gusta. Además, he podido formar una familia de la que me siento muy orgulloso. Estoy casado y tengo tres hijos, uno de 21 años, otro de 17, que es un destacado jugador de baloncesto, y otro de siete, que ama los deportes. Estoy bien, he encontrado mi sitio fuera del deporte profesional.

- Para toda una generación, usted fue la primera figura relacionada con el baloncesto en Gran Canaria. ¿Qué recuerda de aquella experiencia, en un equipo que debutaba en la ACB?

- Para mí, sinceramente, es todo un honor que se me recuerde como una leyenda del club. Mi paso por el Claret fue una experiencia apasionante. Fue mi segundo equipo europeo, tras pasar por Roma. Para el club, que vivía su primera temporada en Primera División, era todo nuevo. Y todos trabajamos duro para competir contra equipos más fuertes, mejor establecidos en la competición y con más recursos. Fue difícil, pero también fue apasionante.

- Mucha gente acudía al pabellón de Tamaraceite para disfrutar con sus mates. ¿Era consciente del impacto que generó su fichaje por el Claret?

- Era mi forma de jugar, tenía esas condiciones y en ese momento no reparaba en la impresión que podía generar entre la gente. Pero recuerdo que jugar como local era algo alucinante. El pabellón era pequeño, pero el ambiente era muy intenso.

- ¿Qué recuerda del pabellón de Tamaraceite?

- ¡Me encantaba jugar allí! Me encantaba la gente de Las Palmas de Gran Canaria y el ambiente fantástico, excepcional, que se generaba cuando jugábamos en casa. Nuestros aficionados eran muy pasionales. ¡Estaban muy locos!

- ¿Y del club, del presidente Moriana, de los compañeros, de los técnicos?

- ¿Sigue siendo Pepe Moriana el presidente?

- No, hace años que dejó el cargo, aunque sigue acudiendo a los partidos del equipo como un aficionado más.

- Pepe merece ser parte del éxito de las Islas. Él era el motor del club, como un padre para todos. Se merece lo mejor.

- ¿Sabe que nadie en el Claret ha batido su récord de anotación (47 puntos contra el Joventut) en un partido?

- Bueno, no está nada mal. Eso significa que hice algunas cosas bien, ¿no? Tal vez ya es hora de que alguien lo supere.

- ¿Cuál es su mejor recuerdo de su paso por el Claret?

- No me quedaría con un momento concreto, porque son muchos los buenos recuerdos. Pero me quedo con el grupo, la familia, que formaba el club y con el cariño de la gente.

- ¿Quién fue su mejor compañero en el Claret?

- Berdi Pérez. Era el capitán y, tanto dentro como fuera de la cancha, fue mi mejor compañero. Espero que siga realizando clínics con los niños.

- Durante muchos años fue el director general del CB Gran Canaria y en las tres últimas temporadas ejerció esa labor con el Unicaja Málaga.

- El nivel en España era muy alto, algo que en su momento me sorprendió tras haber jugado en la NCAA, la NBA [militó en los Clippers, cuando la franquicia jugaba en San Diego]. Había grandes equipos, como el Real Madrid, el Barcelona o el Joventut, que jugaban siempre duro y que tenían mucho talento.

- En los últimos años el club se ha asentado en la Liga ACB. Acumula 16 años consecutivos en la Liga. ¿Qué le parece?

- ¡Fantástico! Estoy encantado al oír que el equipo se encuentra en la máxima categoría. Tanto el club como la ciudad se lo merecen. Yo viví el primer año de la entidad en Primera División y sé lo duro que es asentarse entre los mejores.

- Incluso pelea por los títulos de Liga y Copa, muy diferente a cuando usted jugaba aquí.

- Pues sí, muy diferente. En mi primer año en el Claret, como dije antes, todo era nuevo para nosotros y peleábamos contra otros clubes con más dinero y establecidos ya en la competición. Una lástima no haber podido vivir una situación similar... (risas).

- En 2014, Gran Canaria será sede del Mundial de baloncesto y para la ocasión se va a construir un pabellón para 12.000 espectadores.

- ¡Eso es genial! Significa que el club y el baloncesto se han asentado en la Isla.

- La gente aún le recuerda. ¿Le gustaría volver algún día, como invitado, a Gran Canaria para ver un partido del equipo?

- Por supuesto, en cualquier momento, siempre lo he deseado y espero que suceda. Me encantaría volver, reencontrarme con los amigos que dejé y poder ver un partido del equipo y animar junto a los aficionados.

- ¿Le gustaría mandar algún mensaje a la afición? Aproveche la ocasión.

- Me gustaría decirle a toda la gente de la Isla que allí viví algunos de los mejores años de mi vida y que me gustaría volver. Les quiero mucho a todos.