Jonathan Viera se encuentra solo sobre el terreno de juego. No encuentra quién le pase la pelota y con problemas consigue soltarla hacia un compañero cuando logra retenerla. A su alrededor hay nueve jugadores amarillos, pero él vive en soledad. El fútbol que practica su equipo no es el suyo.

La posición que ocupó ayer, en su vuelta a la titularidad tras seis semanas de correctivo en el banquillo, fue la habitual, la de mediapunta; pero la falta de esos futbolistas que buscan el juego raseado y vertical con los que asociarse, como el de David González, ahogó su calidad, le hizo precipitarse y le hundió en tareas demasiado alejadas del área rival en busca del control de un cuero que pocas veces pasó por sus botas.

El problema que sufrió ayer no es su culpa. Se le puede exonerar porque el juego que practica el equipo dirigido por Juan Manuel Rodríguez no se apoya en el centro del campo y, mucho menos, en la labor de conexión que ejercen los mediapuntas con los delanteros del equipo, posición ocupada en el encuentro de ayer por Javi Guerrero y, tras su entrada, por Quiroga.

La UD de este técnico corre por las bandas y busca los centros al interior del área mientras espera el remate del punta, referencia ofensiva del conjunto.

El futbolista del barrio de La Feria logró realizar un disparo en la primera parte. Desde fuera del área vio al portero adelantado y trató de picársela. Le salió mal y la pelota se perdió por encima del larguero. Logró combinar tres regates magistrales y dar tres pases que no llegaron a las botas de Javi Guerrero, Pedro Vega y Mauro Quiroga por centímetros. Fue la aportación en ataque de un Jonathan Viera difuminado en un juego que no es el suyo.

En busca del control de la pelota y de la creación de su característico juego se dejó caer a las bandas durante buena parte del partido, pero ni eso le permitió desplegar sus artes. Cada vez que él tocaba la pelota, y como ya es habitual cada vez que juega, dos contrarios le vigilan y le cierran el paso. A Jonathan Viera no se le debe dejar pensar demasiado porque en un segundo idea una diablura.

Oportunidad perdida

Tras varias jornadas como suplente ayer tuvo de nuevo su oportunidad, y la perdió por su nerviosismo y por tratar de demostrar su calidad.

La cosa se le complicó aún más cuando Vicente Gómez salió del terreno de juego, sustituido por Mauro Quiroga. Debió retrasar aún más su posición obligado a realizar las tareas de un centrocampista, pero tampoco encontró su lugar en esta demarcación.

El área, entorno natural del internacional sub-21, se encontraba ya a kilómetros de él y el equipo, apurado por la situación de desventaja en el marcador, buscaba la salvación a través de la conexión que Pedro Vega suele establecer con sus centros con los rematadores del equipo.

Jonathan Viera estaba más solo que nunca y trabajaba sin descanso en labores defensivas, lugar donde trataba de agarrar la pelota y echar hacia adelante las líneas amarillas, ahogadas ante el empuje del conjunto rayista, pero en una posición tan atrasada su aportación resultó estéril y su talento quedó diluido.