Cuando un mal partido en casa empatado a dos goles enfila el apocalipsis, con seis minutos por encima del tiempo reglamentario, la mirada de los grandes jugadores marca la diferencia. Es en ese momento cuando los elegidos para dar patadas a un balón de fútbol dan un paso al frente y asumen la responsabilidad. Sin miedo al error pero a la vez convencidos de que no van a fallar. Era el minuto 94 del desastroso encuentro jugado ayer por la UD Las Palmas cuando una falta sobre Portillo se convertiría en milagro.

La imagen, para el recuerdo: Jonathan Viera agarra el balón con hambre, lo coloca en el lugar del lanzamiento, muy lejano, y paraliza el mundo con una mirada fija al esférico. Cabeza gacha, ojos cerrados, pasan diez, quince, tal vez veinte segundos sin que Viera levante la vista. Tras ese balón se esconden el abismo y el paraíso al mismo tiempo. Cuando abre los ojos, activa el mecanismo de disparo y lanza una falta de forma magistral que acaba en el fondo de la red, no sin que antes el cuero choque en el palo izquierdo de la portería del portero del Guadalajara, Saizar, que no puede evitar que el rebote en su espalda acabe en gol, para júbilo de una afición amarilla que ya enseñaba las uñas a Juan Manuel Rodríguez.

Porque fue Viera y sólo Viera lo que salvó a la UD de llevarse la mayor pitada de la temporada, a pesar de que se registró la peor entrada del curso (9.098 espectadores). En la semana, además, en la que el jugador grancanario rechaza irse a Primera División a cambio de los tres millones de euros que ponía el Granada sobre la mesa, Jonathan agradece la comprensión del presidente de la UD, Miguel Ángel Ramírez, con un regalo en forma de tres puntos de oro y los sueños intactos. Su gesto, con la camiseta ya sacada y el tatuaje del buda que tiene en el hombro derecho bien visible, no admite discrepancias: "Yo me quedo aquí", gritaba con el gesto que acompañaba a la voz, con el dedo índice marcando suelo isleño y alma de guerrero.

Pero hasta que Jonathan Viera inmortalizó el partido, sobre el césped del estadio de Gran Canaria se vio a la UD más errática de la temporada. De nada le sirvió al equipo de Juan Manuel Rodríguez adelantarse en el marcador a los cinco minutos, gracias a un excelente pase al hueco de Javi Guerrero que, a pesar de no aprovechar Mauro Quiroga con su disparo, sí que lo hizo Vitolo, que recogió el rechace de Saizar para enviar el balón a la red. Cinco minutos, uno a cero y olvidados los dos sustos con los que el Guadalajara despertó el partido y metía en calor a los amarillos ante el frío siberiano de Gran Canaria.

Con el partido rumbo a los tres puntos llegó el recital de ocasiones falladas por la UD, sobre todo por Mauro Quiroga, que ya desde la acción del gol se vio que no iba a tener el punto de mira afinado. Ocho minutos después del gol, otro genial pase de Javi Guerrero fue desaprovechado por el ariete argentino, que se empeñó en encarar al portero en vez de pasar a su derecha, donde Vitolo únicamente habría tenido que empujarla.

El Guadalajara parecía entonces un filial como el Barcelona B. Intentaba jugar al fútbol pero a su vez dejaba todo tipo de espacios en su errática retaguardia. Si la UD no se puso tres a cero en la primera media hora fue por el enorme desacierto de sus delanteros, en especial de Quiroga, pero para entonces el equipo de Carlos Terrazas ya había aceptado el all-in al que Juan Manuel, cual atrevido jugador de póker, había lanzado.

Javi Castellano

Mal día para arriesgar en el juego, sobre todo si en la UD no está Javi Castellano. Sin el mediocentro, baja por sanción, a los amarillos le llegaban al área por tierra, mar y aire. Y por aire falló Barbosa en el primer gol. Ernesto lanzó una falta sin aparente peligro y el balón acabó en la red sin que nadie la tocara. En habituales se están convirtiendo ya este tipo de fallos de Barbosa, capaz de hacer paradas de mucho mérito a lo largo de un partido y estropear todo el trabajo con acciones más sencillas. El fallo puso punto y final a la primera parte y sirvió para activar los labios de los aficionados, que tímidamente comenzaron a silbar.

Los pitidos ganaron fuerza en la reanudación, cuando Iván Moreno logró conectar un disparo a media altura que Barbosa, en otro lamentable fallo, fue incapaz de parar. 1-2 nada más empezar la segunda parte de un partido en el que los amarillos tenían la obligación de ganar fue demasiado peso para que el buen fútbol se diera un paseo por el estadio de Gran Canaria.

Un poco entendido doble cambio de Juan Manuel Rodríguez cinco minutos después del 1-2 generó la mayor bronca de la afición. Roque y Dani Castellano sustituyeron a Quiroga y Vicente Gómez; poco aportaron ambos a lo que sucedió después.

Mariano Barbosa, a pesar de todo, salvó a la UD Las Palmas de decir adiós de forma definitiva al partido. Sacó un mano a mano a Aníbal en el minuto 58 que pudo ser decisivo. Y a partir de entonces vino el cúmulo de despropósitos en la delantera del cuadro insular, que parecía renunciar a empatar el choque por inoperancia. Incapaz fue Javi Guerrero de aprovechar un error cometido a medias entre Saizar y Javi Barral, pues el delantero estuvo lento de reflejos y no llegó colocar el balón en la red. Tres minutos después, de nuevo Guerrero se negó a disparar y acabó perdiendo la ocasión, y acto seguido el colegiado Sureda Cuenca le perdonó una clara segunda tarjeta amarilla a Juanpe que habría supuesto su expulsión. Y tras un cúmulo de ocasiones falladas, un más que dudoso penalti por mano en el área de Jony lo convirtió David González en el gol del empate. Lo que ocurrió luego está escrito al principio de esta crónica y lleva por protagonista a un tal Jonathan Viera. Vale la pena leerlo de nuevo. La UD no cobra tres millones pero ya tiene tres puntos más. Regalo de un chico de La Feria.