A un centímetro del naufragio. Sin alma y sin pegada, la UD Las Palmas padeció ayer las embestidas de un Huesca abocado al abismo. Los pupilos de Sergio Lobera firmaron un punto (0-0) sin glamour y afrontaron el tramo final con diez jugadores, tras la doble amarilla que vio el lateral Atouba [que repitió de titular en la muralla de Barbosa junto a David García, Deivid y el colombiano Jeison Murillo].

En un desliz sin consecuencias en la tabla, la Ponferradina también cedió un empate ante el CD Mirandés, el cuadro grancanario rescató del baúl los viejos harapos y guardó el traje de Armani. Sin brillantez pero con veneno ante una zaga de cartón, los de Lobera estuvieron tan cerca de besar la gloria [Thievy desperdició tres ocasiones muy claras ante el meta local Zabal, la última un mano a mano] para salir superada por un equipo que contabiliza nueve victorias en 38 jornadas. Pacheco fue una pesadilla para la defensa insular, que tuvo que tirar de raza, coraje y pundonor en los últimos y agónicos minutos de encuentro. Apareció Barbosa, en dos saques de esquina terroríficos, para al menos sumar un punto y evitar el sonrojo.

En el pulso de la urgencia, en la batalla de dos naves con aspiraciones antagónicas, la UD destiló en la primera parte serenidad y aplomo. En un escenario entregado para la causa milagrosa del Huesca, con casi 5.000 almas, doscientos de ellos de amarillo, que no cesaron de alentar, el sello isleño salió sin fantasía. Con Atouba en el costado izquierdo y David García como tapón para las acometidas de Pacheco, los amarillos salieron airosos.

Si se mantuvo el resultado fue inicial fue gracias a una mano prodigiosa de Zabal, a un tiro salvaje de Thievy -negado ayer a la hora de definir-. Por su parte, la puesta en escena del Huesca fue intimidatoria. Los pupilos de Jorge D´Alessandro se tomaron la reválida como el día del juicio final. Y Helguera -minuto 3- gozó de la primera ocasión tras peinar el esférico que se marchó rozando el poste. En el siguiente fotograma, la bala Thievy estiró su depresión. Sin transición ni dominio del juego, los dos equipos iniciaron el combate bajo un clima de caos. Un contexto que los de Lobera conocen y dominan como nadie en la categoría de plata. Pero ayer se fundieron todas las bombillas. Solo habían tinieblas.

Tariq, tras peinar el esférico, disparó el pulsómetro de Barbosa. Duelo de vértigo, con Hernán y Javi Castellano trabajando hasta la extenuación. Pero llegaría a los 11 minutos la mejor ocasión del primer acto. De nuevo, Thievy, una amenaza gigante, que se vio superado una y otra vez por Zabal. En esta ocasión, su lanzamiento, desde el área pequeña se marchó al lateral de la red. El Huesca, envalentonado y con una propuesta primitiva, comenzó a pisar el área de Barbosa. Pero allí estaban Murillo y David García, como última barrera de oposición, para ganarle la partida de ajedrez a Tariq y Borja.

Los continuos desatinos del Huesca provocaron el cabreo de una afición harta de la falta de definición de sus soldados. Y para multiplicar el despropósito, Llamas, con una contractura, se marchaba lesionado y Rivas, un chollo para Thievy, se alineaba con Helguera para taponar la sangría.

Con una presión asfixiante a los centrales Murillo y Deivid, Camacho encontró la lámpara mágica. Y fue el exjugador del Vecindario gozó de un disparo cómodo que se marchó por encima de Barbosa.

Con Vitolo desasistido y Macky Chrisantus en una guerra de trincheras con David López, la UD perdió la mordiente en el segundo tiempo. Lobera retiró a Hernán, entregado para la causa en labores de intendencia y sin fortuna en la elaboración, y apostó por Momo. El extremo fue una revolución. Sus penetraciones por el costado izquierdo, así como sus combinaciones con Vitolo y Chrisantus, fue un balón de oxígeno. En el momento más crítico -avanzado el segundo tiempo-, con un Huesca a tumba abierta, los amarillos contabilizaron hasta tres ocasiones para romper el encuentro. En esa lluvia de pólvora, Momo, y tras una falta en la frontal, seguía percutiendo con dos disparos consecutivos.

La insistencia de Vitolo terminó en polémica. Fue derribado en el área y en el suelo recibió un mordisco de Helguera. Fue la primera tangana de un pulso caliente, que a falta de fútbol deleitó con un juego racial. Y a falta de cinco minutos, con Pacheco en estado puro y Miguel García dinamitando la fortaleza amarilla, con sus arrancadas ante David García, Atouba perdió el norte y recibió dos amarillas en quince minutos. La falta de gol del Huesca les llevó a creer en la hazaña a base de empujones. Cada saque de esquina era una máquina de torturas para Barbosa que tuvo trabajo en la última curva. Sin la efectividad mostrada ante Almería, Ponferradina o Xerez, la UD perdió el estilo y el glamour. El Huesca, increpado por su público, acabó desquiciado. Pero al menos, no hay daños colaterales en la tabla. Hay margen para el desquite.