Exponente de clase del más allá. Talento con denominación de origen. Desde La Aldea de San Nicolás al Gran Canaria. La ruta de los sueños amarillos. Benito Ramírez del Toro (18 años) es la pieza de más proyección de Las Palmas Atlético, flamante campeón de invierno del Grupo II de la Segunda División B. Extremo con cianuro en las botas, el aldeano evoca al grancanario Vitolo, que fue traspasado por la UD el pasado verano al Sevilla por 3 millones de euros. Son dos gotas de agua: desborde y estilo desde el costado. Con 8 partidos a las órdenes del técnico Víctor Afonso -7 como titular para conformar un total de 444 minutos en Liga-, Benito analiza su consolidación en un filial que vale de trampolín al cielo. El teldense Leo es el último platanito en dar el salto al galeón de Lobera. Y el otro Vitolo se postula como un valor al alza. Puro talento.

"2013 fue un buen año. Ha sido una sorpresa estar en el filial, y lo afronto bien. Y para 2014, soy ambicioso; me marco más retos. Llegar al primer equipo es el sueño de todos los canteranos, pero sólo pienso en trabajar", explica el futbolista juvenil. El mimbre más precoz del cuadro de Víctor Afonso, junto al también juvenil Leto, lateral que ya ha dejado su registro de defensor indomable en el planeta de bronce, desvela el secreto del filial. "Tenemos un equipo muy bueno, y no es cuestión de fórmulas mágicas. Hay calidad, trabajo ofensivo, trabajo defensivo... Se compagina muy bien. Estamos haciendo un buen papel, si seguimos así lograremos cosas grandes", concreta.

Sobredosis de humildad. Un discurso de veterano. Benito receta prudencia cuando se le cuestiona por la opción de proclamarse campeones del Grupo II [el próximo fin de semana vuelven a la competición con la primera jornada de la segunda vuelta ante el Huesca del tinerfeño David Amaral]. "Vamos partido a partido, no miramos más allá. Mentalidad ganadora en todos los sentidos y las cosas irán saliendo. Siempre con sacrificio".

140 kilómetros, 730 curvas

El príncipe del Charco forma parte de la familia de la Casa Amarilla de la calle Nardo de la capital. Vive desde varias campañas en la residencia de la UD en el barrio de Las Torres, debido a la distancia con La Aldea de San Nicolás -unos 70 kilómetros-. "Llevo cuatro años fuera de mi casa, al principio me costó, pero gracias al apoyo de mi familia y amigos, lo afronto bien. Son mis referentes, todos los que me rodean, y me aportan ese plus de motivación que preciso para competir y seguir soñando", valora.

El hecho de venir de La Aldea [los aficionados amarillos de ese rincón de la Isla afrontan 140 kilómetros, entre la ida y vuelta y hasta 370 curvas, para ver a la UD] conforma el motor para sus aspiraciones. "Sólo pensar en lo lejos que estamos; mi pueblo, mis vecinos, mis amigos... Me da más fuerzas para seguir luchando".

¿Y qué jugador del primer plantel considera ejemplar? Benito elogia el regate diabólico de Momo y el potente disparo de Nauzet. Pero su estreno lo tiene guardado en un disco duro mágico. "Sería lo máximo, una enorme satisfacción para la familia. Algo que emociona".

El mejor consejo se lo ha dado su técnico Víctor Afonso. Una figura por la que siente predilección. "No sólo me ha dado la oportunidad para estar donde estoy, sino que te exige al máximo. Te exprime todo tu fútbol, y eso es vital para seguir creciendo. Lo veo capacitado para algún día entrenar al primer equipo de la UD. ¿Por qué no? Está firmando la mejor temporada de la historia del filial", determina.

Compartir vestuario con Asdrúbal, Artiles o Leo, que ya han debutado con la UD, le ha permitido dar con la clave del éxito. "Ser perseverante, constante en el trabajo y tener la tranquilidad precisa para esperar mi oportunidad. Sé que llegará". La Aldea tiene un reclamo de magia y un embajador.