El primer examen de altura de la Vuelta, en La Alpujarra granadina, encumbró al holandés Bert Jan Lindeman (Lotto Junbo) como vencedor de la etapa y destapó debilidad en Chris Froome, quien cedió tiempo sobre el resto de favoritos. Entre ellos, se postula Fabio Aru y se reafirma el propio líder, el colombiano Esteban Chaves, inamovible con la roja. Un calor asfixiante se unió como un látigo a la séptima etapa entre Jódar y el Alto de Capileira, el primer examen de verdad. Una prueba de agonía por la victoria que aprobó son sobresaliente Lindeman, un prófugo habitual, quien por fin, dio en la diana y alzó los brazos. Triunfó la fuga de los modestos.

No fue fácil. Lindeman hizo la goma mil veces antes de dejar plantado al bielorruso Ilia Koshevoy (Lampre), quien precedió al primero de la alta jerarquía, el italiano Fabio Aru, tercero en meta. El ciclista sardo, en ausencia de Nibali, se convirtió en un lobo y recordó al grupo de ilustres que él también quiere la prenda roja. Fue el único que atacó, tarde, a 1.500 metros de meta.

Con su arrancada dejó en evidencia a Froome, que confirmó que no es el del Tour ni de lejos. En menor medida a los Valverde, Chaves, Quintana y Purito. Estos últimos se dejaron 11 segundos con el líder del Astana, pero el británico 38.

La etapa que ofrecía el primer puerto de primera de la ronda también confirmó que el risueño Chaves es un líder más serio de lo que él mismo quiere aparentar. Va de tapado, pero aguantó con los mejores, y sin equipo.

Así empezó aquel no menos risueño americano Chris Horner en 2013. El Chavito aguantó la roja, como se mantiene el holandés Dumoulin a 10 segundos del escarabajo y el irlandés Daniel Martin a 33. El Sky se agarra de momento a Nicolas Roche, cuarto, más que en Froome, que deshoja la margarita de la duda.