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Baloncesto Cuartos de final - Contracrónica

Sobrevivir a un rayo

El Gran Canaria supo reaccionar en dos momentos claros del partido donde todo parecía abocado a hacer las maletas de vuelta a la Isla

Sobrevivir a un rayo

Podía haberse enrabietado y enloquecer. Quizá, hubiera tenido hasta razón. Porque a falta de poco más de un minuto (1:09) y cuando el Granca campaba con un 73-77 a su favor, el trío arbitral decidió sacarse una falta técnica de la chistera. El motivo: un supuesto flopping -el término con el que los norteamericanos han denominado a la triquiñuela de simular una falta- de Xabi Rabaseda al encontrarse con un duro bloqueo. Esa acción le pudo costar el partido al Herbalife, que salió del atolladero con solo un punto de renta (76-77).

Sin salir de su asombro por aquella técnica, Aíto García Reneses conseguía mantenerse sereno. Puede que porque su equipo ya había hecho lo más difícil. No hay muchas personas que puedan contar que han sobrevivido al impacto de un rayo. Y el Granca, ayer, cuando acabó el partido lo hizo. Porque el Herbalife consiguió la manera de levantarse cuando todo parecía abocado a que el Valencia se escapara en el marcador del Coliseum da Coruña.

La primera y la más dura la que le cayó nada más empezar. El Valencia, sin hacer un partido extraordinario, sacaba poco a poco al Granca de la pista. Con Vladimir Lucic firme por dentro, Vives en la dirección y el coraje de San Emeterio, el equipo dirigido por Pedro Martínez empezaba a oler las debilidades del Granca, demasiado tímido en el inicio del choque. Los nubarrones negros se colocaron sobre el Herbalife y el rayo fulminó al equipo amarillo de lleno. El resultado (26-16) y las sensaciones al término del cuarto no presagiaban nada bueno en esta Copa 16. La ventaja, nada más iniciarse el segundo cuarto, aumentó un par de puntos más. Panorama más que difícil.

Si es difícil que te alcance un rayo, igual de complicado es sobrevivir a él. Esta temporada, el Herbalife Gran Canaria ha tenido un grave problema. Su desconexión en los partidos frente a los grandes cuando las cosas pintan mal ha sido constante. En ese tipo de momentos, el Herbalife entra en una espiral de ansiedad, de querer enmendar sus errores por la vía rápida, dejándose llevar más por las emociones del momento y el afán por no verse lejos en el marcador que por intentar explayar sus ideas en la pista. Para encontrarse un momento así esta temporada sólo hay que mirar a los partidos frente a Real Madrid, Barcelona o el propio Valencia Basket en La Fonteta. Sin embargo, ayer el Herbalife supo canalizar todas esas ganas por mantenerse dentro del partido con más racionalidad que precipitación emocional.

A partir de ahí empezó a revivir el Granca. Esa idea fue la que levantó a un Herbalife más sólido en defensa e incisivo en ataque para recuperar a su corazón del shock en el que estaba tras el arreón del Valencia. Así como la hormiga, honrada y trabajadora, el Granca recuperó el partido. Todo empezó a fluir. DJ Seeley a anotar; Rabaseda a defender; Aguilar a crecerse; Pangos a imponer su criterio sobre el parqué. El infarto había pasado. Porque el Granca, tras estar contra las cuerdas, se había recuperado con un parcial espectacular: 21-0 y vuelta al partido.

De nuevo, tormenta. Si las probabilidades para que te alcance un rayo son mínimas, que te den dos es algo más que imposible. El Herbalife se encontró de nuevo atascado y el Valencia encontrando sin mucha dificultad a sus hombres importantes. El partido se escurría y se iba al final del tercer cuarto con la misma ventaja que el primero, diez puntos (67-57).

Ese sí que había parecido letal. El Valencia Basket, ese equipo que asombró a Europa con su espectacular racha invicto, lo tenía todo de cara para liquidar el partido de una vez por todas. Ahí el Granca sacó su espíritu para resucitar otra vez. El Herbalife se levantó, anduvo y se hizo con el dominio del partido con un factor clave: los tiros libres forzados a partir de la quinta falta de equipo del Valencia Basket. Un Rabaseda genial en cancha propia y eficaz en el campo rival señaló el camino. Oliver, Pangos y Omic, le siguieron. Báez continuó por la misma senda.

Nada podía parar aquello. Si sobrevives a dos golpes así de agresivos, es por algo. Eso y el tesón de 40 años de trabajo en el mismo lugar, tranquilizaban. Un partido que deja al Herbalife y a Aíto la posibilidad de escribir un manual de supervivencia, todo un best-seller.

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