Claridad de ideas, fluidez en el juego, acierto exterior e intensidad defensiva hasta el pitido final. Estas fueron las armas que presentó ayer el Granca contra el Limoges, en su reencuentro con la Eurocup, tras entregarse en cuerpo y alma en la final de la Copa del Rey, que el Real Madrid le arrebató en La Coruña el pasado domingo. El sabor que el cuadro claretiano dejó anoche en el Beaublanc no podía ser más dulce. Sexta victoria consecutiva en la competición del viejo continente y once si se tiene en cuenta Liga Endesa, Eurocup y Copa del Rey.

El combinado isleño ya huele de cerca los cuartos de final de este campeonato europeo, a la espera de disputar el choque de vuelta en el Gran Canaria Arena el próximo 2 de marzo, donde el conjunto de Dusko Vujosevic necesitará un milagro.

El Herbalife Gran Canaria se gusta a sí mismo y a los amantes del baloncesto. Su actitud combativa y mentalidad ganadora propia de los grandes campeones. Incansable, sufridor, valiente. Un Sasu Salin arrollador marcó territorio desde el pitido final y puso tierra de por medio. Un parcial de 10-0 en tan sólo 4 minutos.

Ni la defensa del Limoges, excampeón de la Euroliga, ni el empuje de Bo McCalebb, principal referencia ofensiva gala, no pudo con un Granca indomable.