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Con el Metropole en la sangre

Arturo Lang Lenton participó en México 1968 y en Múnich 1972

Con el Metropole en la sangre

Arturo y Miguel Lang Lenton León pertenecen a este grupo de deportistas privilegiados, y entre los dos tuvieron la oportunidad de representar a su país en tres ediciones de las Olimpiadas. Arturo en México'68 y Múnich'72, mientras que Miguel participó en la edición de Montreal'76. Ambos hermanos son naturales de Las Palmas de Gran Canaria y crecieron en una familia de orígenes británicos que no estaba especialmente relacionada con el deporte, a excepción de su prima Juana Rosa Pichola Lang Lenton, que fue campeona española de 200 metros braza en el año 1953.

Arturo es el mayor y nació en el año 1949, es conocido por ser uno de los mejores nadadores españoles y se ha convertido en un icono del CN Metropole. Entre sus logros están por ejemplo el haber sido campeón de España en 1967, dominó las piscinas durante casi una década y repitió la hazaña durante ocho años consecutivos. Las modalidades en las que competía eran los 100 y los 200 metros mariposa, aunque también llegó a ser Campeón de España en los 400 metros estilo individual. No obstante, el que fue dos veces miembro del Equipo Olímpico Español empezó a practicar el deporte que le llevaría a lo más alto a una edad relativamente tardía, "a los 9 años todavía no sabía nadar", reconoce.

Comenzó en la natación por casualidad, ya que su madre quería que practicase algún deporte y vivía muy cerca del Lido; piscina que ya no existe y antes se encontraba emplazada donde ahora está el parquin de coches municipal.

Los sucesos de Múnich 72

Fue convocado para asistir a las Olimpiadas de México en 1968, "fue algo que me hizo mucha ilusión, estar en la villa olímpica es el mayor honor para un deportista, y además sentí mucho orgullo al representar a España", recuerda Arturo. A lo largo de esta edición consiguió también el logro de haber quedado en octava posición en la prueba de relevos 4x100 metros estilos, "en aquella época era un auténtico logro que un equipo español disputase una final olímpica", comenta el nadador.

Cuatro años más tarde, en Múnich, Arturo vivió de primera mano uno de los sucesos más terribles y determinantes de toda la historia de los Juegos, el secuestro y posterior asesinato de once miembros del equipo olímpico israelí a manos de terroristas palestinos pertenecientes a la organización armada Septiembre Negro. "La verdad es que el equipo español apenas nos enteramos de lo que pasaba", según relata el mayor de los Lang Lenton. Ellos se dieron cuenta de madrugada y a través de las retransmisiones que se hacían por la televisión alemana. "Antes casi no había seguridad, los terroristas entraron en la villa olímpica saltando una reja, cosa que ahora sería imposible", señala. Arturo recuerda que después del atentado tampoco se desplegaron grandes dispositivos de seguridad, "en aquellos tiempos era impensable que pudiera suceder algo así".

Miguel nació en 1958, el mismo año en el que su hermano mayor aprendió a nadar. Se introdujo en la natación desde más joven porque en la familia se había vuelto una costumbre que los hijos practicaran este deporte. Fue campeón de España de 200 metros mariposa en 1975, hazaña que repitió los dos años siguientes, participó además en las Olimpiada de 1976 en Montreal y comenta el enorme contraste entre esa edición y la de Múnich, " en Montreal las medidas de seguridad eran extremas", describe. Tras la masacre en la capital bávara, los organizadores de los Juegos quisieron que fuera imposible que algo como aquello volviera a suceder; esta tendencia no se plasmó sólo en las decisiones del Comité Olímpico, sino que tuvo un impacto internacional, como demuestra por ejemplo la creación del GSG9 días después del atentado.

Esta unidad de la Policía Federal de Alemania está especializada en operaciones terroristas y fue creada en vista de la poca efectividad que tenía la policía tradicional alemana al tratar situaciones de toma de rehenes.

Miguel vivió en primera persona las consecuencias del miedo que había generado la amenaza terrorista, "recuerdo que en Montreal nos desplazábamos en autobuses para ir a los entrenamientos, y en cada uno de ellos viajaba una persona armada; una vez incluso nos hicieron tirarnos a todos al suelo y ponernos debajo de los asientos, así estuvimos alrededor de veinte minutos hasta que se comprobó que era una falsa alarma y después nos fuimos a la piscina", explica Miguel. No obstante, la psicosis colectiva que había nacido de la violencia y el terror no fueron suficientes para amedrentar al nadador, "no sentí miedo para nada, sino más bien alegría, asistir como competidor a las Olimpiadas y hospedarse en la villa olímpica es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista", reconoce.

Ambos prefieren quedarse con los buenos momentos y valoran muchísimo el haber podido conocer a algunos de los atletas internacionales más reconocidos, además de otras personalidades ilustres. Miguel, por ejemplo, recuerda con alegría el encuentro que tuvo con la famosa gimnasta rumana Nadia Comaneci, que ganó nueve medallas olímpicas (cinco de ellas de oro) y fue la primera en conseguir una calificación perfecta durante una competición de gimnasia artística en unas Olimpiadas: "Yo estaba una noche en la cafetería, después del entrenamiento, y tuve la suerte de que apareció Nadia y se sentó dos sillas más allá de donde yo estaba cenando. Entonces era ella todavía una niña y tenía al lado a una entrenadora echándole una bronca enorme".

Por su parte, Arturo coincidió en Múnich con Juan Carlos de Borbón, que en 1975 sería coronado rey de España, y que en aquel entonces participaba en la Olimpiada junto al equipo español de vela, "incluso tengo una foto en la que aparecemos él y yo cenando", asegura. Don Juan Carlos compitió en la clase Dragon Open y finalizó en décimoquinta posición.

En la actualidad se mantiene vivo el interés de los dos exnadadores por las Olimpiadas, "somos unos forofos", afirma Arturo, "todos los años nos quedamos pegados al televisor mañana, tarde y noche durante el mes que dura la Olimpiada". Los Lang Lenton confiesan además que son grandes admiradores del atletismo: "nos gusta tanto el atletismo como la natación, pero reconocemos que el atletismo es el deporte rey de las Olimpiadas".

"No seguimos tan de cerca como antes los campeonatos de natación, pero los continuamos viendo, tanto los de España como los de Europa", apunta Miguel. "Creo que España no ha tenido nunca un equipo tan potente y con tan buenas marcas", añadió en referencia al actual Equipo Olímpico de Natación Español. De cara a la próxima participación de éste en los Juegos de Río'2016 opina que: "es posible que agarremos alguna medalla".

Sangre metropolista

Los dos hermanos se mantuvieron en el CN Metropole a lo largo de toda su carrera deportiva pesar de que recibieron diversas ofertas por parte de otros clubes, incluso continuaron participando de forma activa dentro de la institución después de retirarse definitivamente de las piscinas. Arturo presidió el club durante doce años y Miguel fue directivo. "Llevamos el Metropole en la sangre", comenta con orgullo el antiguo presidente.

Ambos han podido observar el desarrollo que ha experimentado el Metropole a lo largo de las últimas décadas, las instalaciones han cambiado y crecido de manera considerable y continúa con la reputación de ser uno de los mejores clubes deportivos españoles, pero los hermanos están de acuerdo en el hecho de que hubo una época que era con diferencia el club de natación con más presencia y prestigio a nivel nacional.

Esta época de hegemonía empezó alrededor del año 1957 y duró aproximadamente hasta principios de la década de los 70, "a partir de aquí se comenzaron a construir piscinas cubiertas en la Península, sobre todo en Cataluña, y entonces empezaron a ganarnos; antes todas las competiciones nos las solíamos llevar nosotros" recalca Arturo.

La fama cosechada durante estos años permitió al Metropole crecer de una forma tanto física como institucional, y se tradujo además en una mayor inversión económica por parte tanto de las instituciones públicas como de los socios. En el año 1960 el Ayuntamiento de Las Palmas compró el Hotel Metropole, que además de haber dado nombre al club era el lugar donde estaba la sede. Este hecho obligó a los directivos a buscar otro emplazamiento, que permitiera a su vez alojar piscinas de competición reglamentarias. Los fondos que recibió el club durante esta etapa permitió que se pudiera construir una nueva sede y ampliar de manera significativa el tamaño de sus instalaciones, y gracias al enorme prestigio del que por aquel entonces hacía gala se consiguieron concesiones del Gobierno de España, la Autoridad Portuaria y prácticamente todas las instituciones canarias para poder levantar el proyecto en la zona marítimo-terrestre que había delante del colegio de los Salesianos.

Aún con todas las mejoras mencionadas, Miguel reconoce que: "antes el Metropole tenía más presencia y entidad deportiva que ahora".

Para Miguel el convertirse en nadador olímpico supuso una doble satisfacción, por una parte por la alegría que este hecho le reporta de por sí, y por otra por haber seguido la estela de su hermano, al que siempre tuvo como una referencia.

Entre los hermanos existe poca rivalidad y el menor de los Lang Lenton no tiene problemas en afirmar que su hermano fue "uno de los mejores nadadores españoles de todos los tiempos". Esto queda demostrado por ejemplo en el hecho de que Arturo fuera el primer español que consiguió completar la prueba de 100 metros mariposa en menos de un minuto.

Además Miguel empezó a competir cuando Arturo se retiró de la natación, cosa que añadió ilusión porque cogió su relevo, "yo intenté seguir sus pasos", confesó. Arturo tuvo unas marcas realmente buenas y Miguel logró batir su récord en sólo una de las pruebas.

Ambos resaltan también las dificultades que suponía compaginar la natación con el estudio de una carrera universitaria. Arturo estudió Ciencias Empresariales en Madrid mientras continuaba con sus entrenamientos deportivos, cosa que le exigió hacer un sacrificio mayor al de la mayoría de estudiantes. "Tenía que nadar e ir a clase, estudiar y nadar", recuerda.

"Además tenía que nadar todos los días, a veces hasta dos sesiones; aunque tampoco era el único, otros nadadores canarios de renombre también estudiaron carrera, como Nazario Padrón o Diego Martell por ejemplo", añade. Esta situación acabó por ser un problema cundo tuvo que ir a México con el equipo olímpico, "ellos salieron 22 días antes que yo, el viaje lo hice solo porque tenía que hacer un examen", comentó el ex olímpico. Tras terminar sus estudios Arturo, ahora jubilado, pudo dirigir el club con el que había triunfado como deportista, actividad a la que dedicó más de una década, desde 1986 a 1998. Durante su gestión el CN Metropole ganó su segunda Copa Stadium, en el año 1993.

Miguel se retiró de las piscinas a los 22 años para centrarse plenamente en la carrera de Medicina. "Compaginar la facultad con la natación era algo poco menos que imposible, era incapaz de seguir dando un alto rendimiento", señala. También comenta que en su época era mucho más difícil obtener un título universitario al mismo tiempo que se practicaba un deporte a nivel de competición: "yo estudiaba una carrera que exige prácticas y otras cosas además de la asistencia a las clases, y resulta que luego tenía que participar en un montón de campeonatos y torneos nacionales, europeos y mundiales. Al final estaba todo el día viajando".

"Hoy en día si eres buen deportista tienes muchas más facilidades para entrar en una buena universidad o para estudiar una carrera que exija una media alta", añade, cosa que se debe a la mayor cantidad de becas y ayudas que existen en la actualidad. Después de terminar la universidad, Miguel comenzó a ejercer como médico anestesiólogo. Actualmente trabaja en el Hospital Doctor Negrín.

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