Un pasajero podía comprar su billete y facturar en la misma calle Bravo Murillo, en el corazón de la capital grancanaria. De allí salía una guagua que le llevaba a Gando, para tomar su avión. Cortesía de Iberia, que por entonces, en la década de los sesenta, llegó a contar con más de 4.000 empleados en el Archipiélago. Medio siglo después, en plena recesión económica, la aerolínea, acuciada por las pérdidas y presa de un acuerdo con British Airways que hasta el propio Ministerio de Fomento español pone en tela de juicio, emprende un reajuste que enviará al paro a una cuarta parte de su plantilla en toda España. El plan incluye el progresivo desapego de Canarias, que ya pierde frecuencias con la Península y pasará a ser operada por Iberia Express, la filial de bajo coste de la compañía.

Por el camino, en todos estos años, Iberia ha reducido su personal en el Archipiélago hasta los 967 trabajadores, el 90% destinados al servicio de handling (gestión de equipajes), e históricas conexiones internacionales (como las que mantenían unidas a las Islas con Venezuela) han pasado al olvido. Según el último planning de la empresa, Canarias se queda con 80 vuelos semanales entre el presente noviembre y diciembre. Aún se desconocen los servicios que prestará en enero. Desde mañana lunes la empresa comenzará a negociar con los sindicatos, incluido el de pilotos, su reorganización: todo depende que cómo quede definido un plan que ya asume que sólo diez de las 53 rutas hoy activas son rentables, como publicó esta misma semana el diario Expansión.

Las que incluyen a los aeropuertos canarios no entran en esa relación. La compañía alude a los elevados costes de personal como un factor decisivo para su pérdida de competitividad. De ahí que anunciara que Iberia Express tendrá los vuelos con las Islas en invierno (temporada alta en la región), con la intención inicial de recuperarlos en verano. El trasvase ya se ha empezado a producir: de los siete aviones diarios que unen Gran Canaria con Madrid sólo dos pertenecen a Iberia. El resto son de su hermana pequeña.

Menos frecuencias

También se han eliminado frecuencias. El vuelo de las 16.20 horas que cada día salía del aeropuerto grancanario a la capital de España se queda en tres viajes semanales, todos de Iberia Express. En Fuerteventura y La Palma no hay servicios cada jornada. Iberia está dejando estas rutas, además, en manos de otras compañías en las que tiene participaciones de capital, como Air Nostrum o Vueling, que desde hace meses ha captado las conexiones con Barcelona.

Desde la aerolínea se defiende que la oferta es "prácticamente la misma que el año pasado". Recapitulando, Iberia, como tal, sólo opera ya en Gran Canaria y Tenerife. En cada una de estas islas mantiene unos 35 vuelos semanales hasta final de año, pero gran parte de ellos son de Iberia Express. La filial asume la totalidad de los servicios para Fuerteventura, Lanzarote y La Palma.

Los sindicatos desconocen, de momento, los detalles del denominado Plan de Modernización, del que temen que pueda acabar con más de un centenar de empleos en el Archipiélago. "Los reajustes también deberían reflejarse en el precio del billete que pagan los usuarios", apunta César Muñoz, de CCOO, quien recuerda que "el invierno es temporada turística alta aquí, al contrario que en la Península, y eso tampoco lo han tenido en cuenta en la empresa". Manuel Atienza, de UGT, confirma que hasta la fecha "seguimos sin tener ni idea" de la reestructuración.

Los representantes sindicales apuntan a la fusión con British Airways (sellada en 2010) como uno de los orígenes de los males de la aerolínea española, que desde 2008 acumula más de 800 millones de euros en pérdidas. El Sepla, que defiende a los pilotos, también mira al Reino Unido. Sostiene que Iberia es "estratégica para la economía nacional, frente a British Airways", por lo que se niega a entrar "en un simple debate salarial".

Este colectivo ha denunciado en las últimas fechas cómo la aerolínea inglesa ha conseguido paliar parte de su déficit, originado por las pensiones que aún debe pagar, "gracias a los activos de Iberia". E incluso cómo "se están desviando rutas a Londres" para que British Airways pueda aumentar su volumen de negocio con conexiones extra.

El Sepla recuerda que desde la fusión, de la que nació la International Airlines Group, se han eliminado varios servicios (entre ellos, con Lanzarote y Fuerteventura), e insiste en algo que niega Iberia: revertir la integración de ambas compañías es posible. Hasta la ministra de Fomento, Ana Pastor, amenazó esta semana con romper el acuerdo con la British, acogiéndose a las denominadas salvaguardas del contrato original, que, según los pilotos, permite que cualquiera de las dos aerolíneas desistan de la unión antes de 2015.

Canarias permanece atenta a un conflicto cada vez más barroco, que también amenaza su principal sustento económico: el turismo. Iberia fue clave en el desarrollo del sector en los años sesenta. La llegada masiva de visitantes a las Islas no hubiera sido posible sin el desarrollo que experimentó por entonces la aviación comercial, con la entrada en escena de los grandes reactores: el Douglas DC-8, el célebre Super-G-Constellation o el Convair Metropolitan comenzaron a aterrizar en los aeropuertos isleños con el logo de la compañía española.

Iberia, en realidad, estuvo presente en Canarias desde los años treinta. Las primeras prospecciones aéreas conectaban a Madrid con Gran Canaria, con escala en el Sahara. Luego, la compañía pasó a ser Clasa, y más tarde, Lape, para recuperar su denominación original. En esos años, familias enteras acudían a despedir al pasajero que partía rumbo a la Península, que era toda una aventura.

Las primeras oficinas de la aerolínea en la capital grancanaria, en la calle Muro, ofertaban viajes desde los años cuarenta. Si bien no fue hasta su traslado, en 1959, a Bravo Murillo, cuando comenzaron a manejar un importante volumen de tráfico aéreo. En aquella época se podía volar a La Palma por 865 pesetas. A la Península, por casi cuatro veces más. El sueldo de los empleados rondaba las 500 mensuales, y muchos de ellos cumplían jornada en la capital grancanaria, no en el aeropuerto. Eran las vacas gordas de la aviación comercial, el inicio del turismo y la recuperación económica tras una larga posguerra. La recesión ha colocado a Iberia un paso atrás, con despidos en el horizonte y la contracción de su oferta en el Archipiélago. La compañía suelta amarras en las Islas.