José Carlos Francisco preside la patronal de la provincia occidental. Llegó a ser consejero de Economía y Hacienda antes de que el siglo cambiara, pero hace ya trece años que se dedica a sus negocios. Como hombre de números augura un largo camino de recuperación que comenzará a finales de este año y que además de devolver el pulso a la economía debe incluir otras cuestiones como la de transparentar al máximo las relaciones entre políticos y empresarios.

El FMI enfría las perspectivas de España. ¿Cuántos años nos quedan de crisis y cuántos podemos aguantar?

Espero que este año sea el último de caída del producto interior bruto (PIB). Lo que ocurre es que hemos caído tan abajo y durante tanto tiempo que la leve recuperación que se espera para finales de este año y 2014 no es suficiente para resolver los problemas acumulados. Volver a los niveles de 2007 en términos de empleo, renta per cápita, etcétera, nos puede llevar varios años. En concreto para volver a cifras razonables de desempleo hay que esperar a la próxima década. Así lo dijimos en un informe que elaboramos en Corporación 5 en 2010 y las cosas no han cambiado mucho; si acaso, un poco a peor.

¿Para qué ha servido la reforma laboral?

Ha ayudado a atemperar los despidos. Antes, la única vía para hacer ajustes era la del personal, la reducción de plantilla. Ahora se pueden realizar disminuyendo el salario, trabajando menos horas hasta que la demanda vuelva a crecer, compartiendo el trabajo, cambiando turnos... A partir de ahora permitirá también que algunas empresas que estén incómodas o sean inviables en el marco de los convenios colectivos sectoriales puedan firmar sus propios convenios. Todas estas cuestiones son enormemente positivas y necesarias.

Pero los despidos han crecido.

Lo que se ha despedido es porque no ha quedado más remedio, no por la reforma. De hecho, el despido sigue siendo de los más altos de Europa y el actual marco laboral no lo incentiva en absoluto. Los 45 días por año trabajado siguen en vigor, solamente se rebajó a 33 días en el caso de los contratos firmados después de la reforma.

¿Tampoco le parece que abre la mano al despido objetivo?

Ya existía y continúa igual. Existía el despido objetivo por causa económica u organizativa a veinte días, no es un instrumento nuevo.

¿Por qué entonces no oíamos hablar de él antes?

Para despedir por esta vía tienes que tener pérdidas y ahora hay más empresas que las tienen. Habría ocurrido lo mismo sin reforma laboral, hay mucho mito alrededor de ella.

¿Falta podar mucho en la Administración autonómica?

Me han atribuido la petición de una reducción del número de funcionarios y nadie ha hablado de eso. Yo he hablado de 5.000 personas, pero personal laboral o funcionarios interinos. Los funcionarios con plaza está claro que no se van a tocar.

¿No son muchos 5.000 despidos más?

Dicho así parece una barbaridad, pero se ha de comparar con los más de 150.000 empleos que se han perdido en estos años de crisis en el sector privado canario, entonces la cifra es ridículo. Claro que mirado una a una son 5.000 familias con problemas, pero lo estamos comparando con 150.000. No es por tanto un ajuste enorme.

¿Y quién sobra?

Desde luego ni médicos ni enfermeras, pero hay funciones que hacían las Administraciones públicas que ahora ya no realizan, fundamentalmente por culpa de la crisis. Por ejemplo, todos esos departamentos de urbanismo, obras e infraestructuras. No se dan licencias, no se hacen obras, ahí tiene necesariamente que haber gente que no tiene carga de trabajo. Donde no hay función, sobra el órgano. ¿Para qué quieres una piernas si no caminas nunca? La Administración pública también tiene que ser más productiva.

¿Y servirán de algo las reformas que se están haciendo?

La crisis tiene muchas caras malas, pero siempre trae alguna buena. Se han mejorado muchas cuestiones porque no ha habido más remedio que cambiarlas para adaptarnos y sobrevivir; al final seremos mejores. De hecho, todavía en plena crisis en Canarias ya se notan un par de cosas positivas en el plano macroeconómico. Una es la productividad, que ha aumentado; claro que en razón a que los sueldos se han atemperado, pero en cualquier caso la competitividad de las empresas mejora. Por otro lado, el saldo de la balanza comercial también da señales positivas porque las importaciones han bajado y las exportaciones han aumentado un poquito.

¿La mejoría de esas variables indican que estaremos mejor colocados cuando escampe?

A la salida de la crisis, espero que la economía canaria sea más flexible y productiva. De hecho ya lo está siendo. Espero que sea menos importadora y que tanto las empresas como la sociedad en su conjunto estén mejor preparadas para crecer y para aprovechar las ventajas de una economía global. Tengo muchas esperanzas puestas en que después de la crisis estaremos mejor pertrechados para lo que venga.

¿Le decepcionan las subidas de impuestos de Rajoy tras repetir en campaña que no lo haría?

Algunos nos temíamos que una cosa es querer y otra poder, y que en este caso el Gobierno iba a tener poco margen para mantenerlos como estaban ante las exigencias de la Unión Europea en torno al déficit presupuestario. Sí pensamos, porque así nos lo habían dicho, que la subida del IVA traería una disminución de los costes de la Seguridad Social; un punto este año y otro el próximo. Eso no se ha producido y sí que es una desilusión. Era una manifestación que se había hecho de manera bastante expresa y además pensamos que sería buena una disminución de los que llamamos impuesto sobre el trabajo. Ya que no hay empleo, vamos a gravarlo menos para intentar contratar a más gente. Esa era la idea.

¿Y se imaginaba que los impuestos subirían en la medida en que lo han hecho?

Eso no. Estamos en los límites de lo que la economía soporta tributariamente. Sí pienso que nuevas subidas, que algunos proponen, incluso desde fuera de España, serían contraproducentes porque la afección sobre el consumo sería ya terrible.

¿Teme otro incremento de la presión fiscal?

El temor siempre existe. Miremos a Francia, donde Hollande a las rentas más altas les puso un impuesto del 75%. Temor siempre, como a un tsunami o a un terremoto, pero la probabilidad parece ahora baja. Subirlos más sería parar la economía del todo. Cuando se lo oyes decir incluso al Fondo Monetario Internacional, organismo al que le gusta recomendar subidas de impuestos más que a un tonto un lápiz...

¿Qué opina del dinero que entregan los empresarios a los partidos políticos?

La transparencia es un valor que si siempre ha sido importante, probablemente lo sea ahora más que nunca. Las aportaciones a los partidos políticos no tienen por qué tenerse por ilegales, pero obviamente deben hacerse de forma transparente, constar en la contabilidad de las empresas y en las de los partidos políticos. Las prácticas oscuras deben acabarse. Todo el mundo, tanto empresarios como, supongo, también los partidos, y sobre todo la sociedad están esperando que todas las cuestiones opacas se transparenten y aclaren en el futuro. Debemos tomar ejemplo de los países que tienen mayor experiencia democrática y copiar los modelos que mejor funcionan.

¿En la línea de Estados Unidos, donde las aportaciones se hacen públicamente?

No digo que sea ese el modelo que debamos aplicar y tampoco lo conozco a fondo. Lo que seguro sí debe tener el nuestro son unas reglas del juego claras y que todos no atengamos a ellas.

¿Hay riesgo de fractura social?

A pesar de los mecanismos amortiguadores del Estado del Bienestar y el papel que juegan las familias, cifras de paro superiores al 30% son excesivas y pueden traer efectos desestabilizadores importantes y que me preocupan. Creo que me ocurre a mí y a cualquiera. Se necesita un plan de dinamización pero no ya solo para Canarias, incluso de ámbito europeo. Un plan fuerte, porque es demasiado duro someter a tanta gente a esta situación. El paro cuando es de larga duración y afecta a los jóvenes trae consecuencias para el futuro. La vida se complica mucho para quien tiene treinta años y nunca ha trabajado. Supongo que es el tema que más preocupa a los políticos ahora mismo.

¿Abren los escraches una nueva vía? ¿Qué le parece este tipo de protestas?

Me preocupa que haya manifestaciones no programadas, que van contra cualquiera en su propio domicilio, y también los insultos por la calle. Pero también me preocupa el espectáculo de la Pantoja después del juicio, la pasividad para controlar a diez personas, que cualquiera se crea con el derecho a insultar por la calle y nadie puede responder... No vale todo. Una cosa es que haya problemas y haya mucha gente incluso desesperada, pero precisamente a veces los que más protestan no son los que más necesidad tienen, sino los que más ganas tienen de montar follones y desestabilizar.

¿Le sigue atrayendo la política? ¿Se ha planteado regresar alguna vez?

No. El tiempo pasa muy rápido, hace trece años que dejé la política y tomé otros derroteros. Yo quería volver a mi actividad privada. En política disfruté y también sufrí, aprendí mucho, hice unos cuantos enemigos, pero muchos más amigos. Sí me sirvió la política para ser más benévolo y comprensivo con los políticos antes las dificultades con que se encuentran.

Fue consejero de Hacienda. ¿Empatiza con el actual?

A Javier González Ortiz le nombré director general de Patrimonio siendo muy joven, cuando yo era consejero de Economía y Hacienda. Me considero su amigo. Tanto por amigo como por haber estado en aquella época juntos, sé lo duras que son estas circunstancias para él. Gestionar hoy la Hacienda pública supone que el resto de consejeros esté enfadado contigo, porque no tienen presupuesto suficiente, y a partir de ahí, el resto. Pero alguien tiene que hacerlo y en las dificultades es donde se nota la valía y la fortaleza de la gente. Javier está manteniendo el tipo bien.

¿Cuando volvió al sector privado alguien le echó en cara su pasado político?

En general, no ha sido así, pero siempre hay un 1% de gente muy ingrata que todo lo ve mal.

¿Hay un movimiento empresarial canario o cada isla tiene el suyo propio?

En eso hemos mejorado bastante. El empresariado es consciente de que el tamaño de los negocios no puede ser el que da una isla. Incluso ya Canarias es pequeña y necesita hacer cosas fuera, porque de lo contrario no alcanza la escala suficiente para ser realmente eficiente y poder competir. Eso ha hecho que estemos bastante más unidos y mejor comunicados. Nos hablamos más, hay más negocios en común y es más normal que las empresas sean regionales. Estoy muy contento de este proceso porque la fluidez en la comunicación es muy alta. Hablamos el mismo lenguaje, tenemos los mismos problemas, los mismos anhelos y los planteamientos son muy similares. Probablemente la mejoría también se ha producido por necesidad, porque es estúpido decir que uno es empresario, por ejemplo, de Lanzarote y solo de Lanzarote. Si quieres tener un poco más de tamaño, un futuro más a largo plazo y consolidarte tendrás que serlo de Lanzarote y otras islas. Aparte está la relación personal, el feeling con la gente de otras organizaciones empresariales de las Islas.

¿Cómo es el suyo con Sebastián Grisaleña?

Muy bueno. Sebastián es muy buena persona, aparte de sus valores como empresario que todos conocemos. Conmigo siempre ha sido honesto y muy leal. Lo aprecio mucho y tengo una relación muy buena. Es de fiar, un hombre íntegro.

En breve habrá relevo en la CCE. ¿Prefiere tener como interlocutor un presidente ejecutivo o un empresario?

Yo soy respetuoso con lo que decida la patronal de Las Palmas. Si consideran que en estas circunstancias resuelve mejor los temas un presidente ejecutivo, pues obviamente lo tendré como interlocutor y estaré encantado. Y si seguimos por la vía seguida hasta ahora pues espero que también con la persona que se nombre haya buena relación. Yo en eso no influyo ni lo más mínimo. Quienes mejor saben lo que tienen que hacer son los empresarios de la provincia de Las Palmas. Desde aquí tenemos que colaborar con quien esté. Los dos modelos, el de ahora y la presidencia ejecutiva, tienen ventajas e inconvenientes, no hay uno que sea el mejor para todo el mundo. Depende de los momentos, las circunstancias, si existen alternativas o no. Desde luego por nuestra parte vamos a intentar trabajar de la mejor manera posible con cualquiera que salga de las urnas, eso es seguro.

¿Es absolutamente necesario que las empresas canarias miren más allá del Archipiélago?

No todas. La internacionalización ahora es una oportunidad para empresas y para individuos. Qué es la emigración si no una internacionalización. Lo mismo que para un parado en Canarias el irse a trabajar fuera es una oportunidad, también para las empresas el poder abrir mercado fuera lo es. Como el mercado aquí es muy pequeño y no crece, muchas empresas están yéndose fuera a hacer cosas.

¿Terminará por cuajar ese papel de las Islas como plataforma tricontinental?

Creo que el Puerto de la Luz está jugando desde hace algunos años un papel, logístico fundamentalmente, y también en el aprovisionamiento y reparación de buques, muy importante. Está tratando de sacar provecho a nuestra renta de situación geográfica. Hay más ejemplos que funcionan. Por ejemplo una empresa que está instalada en Tenerife está sacando rédito de la situación, pero en este caso con actividad en las telecomunicaciones. No olvidemos que el continente africano por vez primera en la década pasada ha tenido unos crecimientos importantes. Parece que está saliendo de ese letargo secular y eso nos da posibilidades en nuestra área de influencia. Todo no nos lo va a dar nuestra situación geoestratégica, pero tenemos que aprovecharla, jugar las bazas que debemos jugar. Ya hay empresas que la están jugando y les está yendo bien.

¿Cuál es el papel de los políticos canarios en esta crisis?

Como nos pasa a la clase empresarial o a la clase periodística, están siendo también presos de la propia dificultad de la crisis, que nos hace aparecer como si nadie estuviera a la altura de las circunstancias. El escenario es tan adverso que es difícil estar a la altura. Es semejante a cuando te dan el mando en un barco y te piden que vaya bien, que no se mueva, cuando hay una tormenta del demonio. A veces pensamos que la clase política no está a la altura, pero es que es muy difícil estarlo en unas circunstancias que son tan complicadas. Pero nos pasa a todos. Si le preguntas a un político si la clase empresarial está a la altura, te dirá que no, que hay muchas empresas que cierran, que despedimos mucho, que no contratamos. También nosotros decimos a los políticos que no nos gustan algunas decisiones que son de su competencia, también nos quejamos.

¿Alguien es injusto en este cruce de acusaciones? Y le pongo como ejemplo el caso del turismo. Cuando comenzó a remontar, el Gobierno canario se quejaba de que no contrataba.

Hay valoraciones que pueden ser justas o injustas, pero esa es una apreciación subjetiva. Después hay otro tipo de evaluación que es ya objetiva y, en el caso concreto de 2011, el sector turístico generó ejemplo cuando en todos los demás sectores se destruyó. No es que fueran justas o injustas las apreciaciones del Gobierno, eran equivocadas o erróneas. Cuando la economía crece, el empresario contrata, no tiene más remedio.

¿La patronal de Las Palmas ha sido históricamente más cercana al PP y la de Tenerife, a CC?

Las patronales intentan tener un buen diálogo con todos los partidos políticos y especialmente con quien gobierna. Cualquier presidente de una patronal tratará de tener la mejor sintonía posible con el Gobierno que esté en cada momento y además tratará de mantener siempre lazos y comunicación abierta con todos los partidos. También con los que están en la oposición, aunque no sea más que porque tienen su parcela de poder y porque en el futuro pueden gobernar y conviene siempre mantener una línea de comunicación abierta. Sí ocurre que CC ha tenido en Tenerife más peso político y el PP más en Gran Canaria. Eso puede hacer parecer que la CEOE de Tenerife tiene mejores vínculos con CC y la de Las Palmas con el PP, pero desde luego que mi equipo de gobierno y yo hacemos todo lo posible por mantener una relación buena con todos los partidos políticos y en particular con los que están gobernando. Es nuestra obligación, lo que no quiere decir que cuando creemos que están equivocados o que sus decisiones no son buenas para los intereses empresariales o para la población en general nos callemos. No somos presos de nada. La percepción tiene su cierta lógica desde el punto de vista que le digo, pero tanto los empresarios de una provincia como los de la otra tienen línea abierta con todos los partidos.

¿Se siente regionalista?

Mucho, convencido. Quizá por necesidad, porque es necesario serlo para poder sobrevivir en el mundo en que nos ha tocado vivir. El localista, el que es solo de su pueblo, malo; solo de su isla, malo. Como empresarios hay que ser regionalistas y más allá. Creo además que como persona es también una necesidad.

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