El ministro de Industria, José Manuel Soria, admitió ayer la posibilidad de una "relación directa" entre los seismos que desde hace menos de un mes se detectan en el Golfo de Valencia y el Delta del Ebro y el llamado proyecto Castor. Un almacén de gas subterráneo situado en el mar a 30 kilómetros de Castellón.

Sólo en la madrugada del jueves se llegaron a detectar una veintena temblores, uno de ellos de 4,1 grados en la escala de Richter. En consecuencia, y en tanto no existan evidencia científicas por parte del Colegio Nacional de Geólogos y el Instituto Geográfico y Minero de que es seguro continuar los trabajos, el Gobierno anunció ayer que no autorizará nuevas inyecciones de gas.

El ministerio, no obstante, ya había ordenado desde el 26 de septiembre el cese de la actividad.

El proyecto Castor, con una inversión de 1.200 millones de euros, trata de aprovechar un antiguo pozo petrolífero a 1.750 metros de profundidad bajo el nivel del mar para almacenar hasta un tercio de la demanda de gas del país durante 50 días. Las inyecciones que hasta ahora se llevaban a cabo eran las del llamado gas de colchón, que queda atrapado entre los poros de las rocas del pozo y que, aunque no es útil, es necesario para que la instalación funcione.

El proceso consiste en coger gas natural desde la red básica de gasoductos, comprimirlo más e inyectarlo en el almacén. En el caso de los que son mar adentro el gas desplaza al agua que rellena los huecos de la roca almacén, que está sellada por otra roca impermeable. Hasta la plataforma el gas se conduce por tuberías submarinas.

España cuenta con tres almacenamientos subterráneos de gas en funcionamiento - Serrablo (Huesca), Gaviota (Vizcaya) y Yela (Guadalajara)- que albergan hasta 5.781 millones de metros cúbicos.

En el caso de Castor la declaración de impacto ambiental favorable al proyecto, datada en 2009 , no impuso condicionantes ante el riesgo de seísmos, a pesar de que el propio documento recoge que particulares colindantes de la zona alegaron que la plataforma podría generar terremotos.

Los paralelismos con la polémica por las autorizaciones otorgadas por Industria a Repsol para la búsqueda de hidrocarburos junto a las costas de Lanzarote y Fuerteventura son claros: en ambos casos se lleva a cabo en el mar, en aguas de cierta profundidad -hasta 6.500 en el caso de Canarias- y en ambos casos existen advertencias durante el procedimiento de información pública del peligro de terremotos. Ayer el Cabildo de Fuerteventura, que encabeza junto al de Lanzarote y el Gobierno autonómico, la oposición a las prospecciones volvió a incidir en el peligro de alterar el subsuelo de fondo marino con los sondeos.

"Algo falla en los cálculos de ese ministro petrolero", señalaba el presidente de la corporación majorera en un comunicado, Mario Cabrera.

"Seguro que hubo técnicos de las multinacionales avalando el proyecto. Seguro que hasta una campaña de opinión a favor, como la guía petrolera que han desarrollado Soria y los suyos en Canarias, pero la contundencia de los 300 seísmos demuestran que en actividades y perforaciones profundas en mar adentro el riesgo es permanente y no hay seguridad garantizada", apunta Cabrera.

En otro tono, el portavoz del Gobierno canario, Martín Marrero advirtió que aunque son casos distintos "hay que tener mucho cuidadito cuando se ponen a hacer agujeros en el fondo del mar".

Al respecto, José Antonio Rodríguez Losada, doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad Complutense de Madrid e investigador y docente en la Universidad de La Laguna, aseguraba ayer que es habitual que la actividad de las plataformas de crudo en el mar produzca microsismicidad.

"Es algo lógico porque, si se extrae un hidrocarburo de una roca, la roca reajusta su volumen y en este proceso siempre hay una microsismicidad asociada", dice. Si el hipocentro del terremoto está cerca de una ciudad y el movimiento sísmico es de magnitud tres , "la población lo sentiría". En el caso, don de las cartas se van a situar a 60 kilómetros de las costas, Rodríguez Losada opina que, en principio, la población no debería sentir los temblores.

Por otra parte, la revista Scientific Reports, publicaba ayer un estudio liderado por la doctora Natacha Aguilar, del grupo de investigación Bioecomac de la Universidad de La Laguna, en el se demuestra que la exposición a ruido intenso, como el de las prospecciones, puede retrasar el desarrollo y producir malformaciones en larvas de la vieira.