Un total de 85.699 canarios de entre quince y 29 años no estudia ni trabaja. Es la cifra más baja desde el año 2010. Al recorte ayudan la mejora del mercado laboral y, de manera muy importante, el envejecimiento de la población. Sirva como dato que Canarias ha perdido 78.000 ciudadanos de ese rango de edad durante los últimos ocho años.
Los últimos datos estadísticos ofrecidos por el Ministerio de Educación sitúan al Archipiélago como la comunidad autónoma que tiene el mayor porcentaje (24,2%) de personas de entre quince y 29 años sin trabajar ni estudiar; la media estatal se sitúa en el 19,4%. Son números correspondientes al cierre del pasado año que, puestos en relación con el total de canarios de ese segmento de edad, según las cifras de población del Instituto Canario de Estadística (Istac), arrojan ese total de 85.699 ninis.
A pesar del dramatismo de la cifra, esta baja por vez primera de los 90.000 desde el año 2009 y rebaja en 17.515 (-16,9%) la alcanzada en 2014, el peor año de la serie desde el estallido de la crisis económica.
La peor noticia es que el volumen continúa siendo sumamente elevado a pesar de la drástica reducción del número de canarios que se sitúan dentro de esa horquilla de edad. Dicho decrecimiento de la población joven viene determinado porque el número de quienes cumplen los treinta años -salen por la parte alta- supera al de los que alcanzan los quince. A ello se unen los movimientos migratorios que llevan a la población a desplazarse a lugares donde resulta más factible desarrollar un proyecto de vida.
Traducido al segmento de edad que transcurre entre los 16 y los 24 años, la Encuesta de Población Activa (EPA) revela que existen 30.300 residentes canarios menos (-29,2%) comprendidos en ese tramo de edad trabajando o queriendo hacerlo, lo que en términos de la EPA se consideran activos. Desde 2008, dicho valor se ha ido reduciendo de manera paulatina.
El número de ocupados -los activos que sí tienen empleo- se situó al cierre del primer trimestre de este año en 39.700, la cifra más elevada desde 2011, pero muy inferior al que había antes de que las economías occidentales se situaran al borde del colapso. Hoy trabajan en el Archipiélago prácticamente la mitad (47%) de personas de entre 16 y 24 años que en 2008, cuando lo hacían 75.000.
El parón de la construcción explica en parte este retroceso, así como el despegue del crecimiento de los ninis. El boom urbanístico restó, sobre todo en los últimos años de la década de los 90 y los primeros de este siglo, un buen número de jóvenes al sistema educativo. Cuando la burbuja se pinchó, la gran mayoría de ellos quedaron colgados de la paleta, sin una formación complementaria que les permitiera buscar una salida en otros sectores de actividad.
Una parte de ellos recibieron el nombre de ninis cuando no eran más que buscadores de un nuevo empleo que les permitiera recuperar unos ingresos que eran necesarios para la unidad familiar. A ese factor se sumó la alta tasa de abandono temprano de la educación, que en 2009 era del 30,7% y aún al terminar el año pasado se situaba en el 21,9%, casi dos puntos por encima de la medida estatal (20%).
A la drástica caída del número de activos se une la mejora del empleo. La conjunción de ambos factores, con mayor peso del primero de ellos, ha permitido que en la actualidad la tasa de paro entre los menores de 25 años esté colocada en las Islas en el 45,81%, cifra que puede tenerse por escalofriante, pero que lo es menos al lado del 69,23% que llegó a alcanzar en el primer trimestre de 2013.
La propia tasa de ninis marca una mejoría que lo es en comparación con el 28,6% que se registró en 2014, pero está todavía diez puntos por encima de la que existía antes de la crisis.
