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Gran Canaria sólo puede soportar las excursiones del 13% de sus turistas

Una tesis doctoral que relaciona los movimientos con la capacidad de carga del territorio señala que solamente el 5% del total de visitantes se mueve por la Isla

Las autoridades municipales e insulares afrontan desde hace años el reto de conseguir que toda la Isla beba de los beneficios del turismo. En otras palabras, lograr que los visitantes abandonen su hotel del Sur para conocer otras localidades y enclaves. El margen de mejora es amplio, si bien en absoluto infinito. Las zonas menos visitadas de Gran Canaria solo pueden asumir el movimiento del 13% del total de los llegados.

Es una de las conclusiones que arroja la tesis doctoral del ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Politécnica de Madrid Julio Rodríguez. El trabajo, leído en fechas recientes ante el tribunal calificador y que lleva por título El papel de la movilidad en la sostenibilidad de los destinos turísticos. Caso de Gran Canaria, concluye que en la actualidad tan solo el 5% de quienes nos visitan optan por conocer algo mejor el destino.

Su trabajo explora la relación entre estos movimientos asociados al negocio alojativo y la capacidad de carga del territorio. Esta última determina el número máximo de turistas que pueden concentrarse en un área determinada sin provocar afecciones medioambientales ni recortar la calidad de vida de los residentes habituales.

"No digo que no vayan a Tejeda, pero hay que regular de antemano cuántos pueden ir", explica el también vicedecano de la Demarcación de Las Palmas del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. De hecho su trabajo es una invitación a mejorar las actualmente bajas ratios de capacidad de atracción de los viajeros.

Su tesis bebe de diferentes fuentes -Istac o Patronato de Turismo, entre muchas otras- para obtener un diagnóstico actual. Por ejemplo, el turismo supone una población flotante cuyo volumen constante se sitúa en el entorno de las 72.000 personas, mientras que el parque de vehículos de alquiler existente en Gran Canaria es de 7.873 vehículos. A simple vista se extrae la lógica conclusión de que son pocos de entre quienes visitan la Isla los que se mueven en coche.

Distintas capacidades

Ese espacio para la mejora requiere de una "gestión", que no es la misma para cada caso. La tesis establece una fórmula matemática que determina la diferente capacidad de resistencia en función de la movilidad que ofrece cada una de las cinco áreas que serían destino de los movimientos turísticos: interior, litoral norte, litoral oeste, litoral sur y urbana.

Por eso es necesario entender que ese 13% máximo es la media de todas ellas y que este es un valor modificable en función de cómo varíen las circunstancias de cada zona. Así lo detalla Rodríguez, también miembro del Tides (Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible): "La capacidad de carga se modifica si se generan nuevos atractivos", afirma y pone como ejemplo el acuario que la familia Kiessling ha proyectado en Las Palmas de Gran Canaria, que, lógicamente, hará que se incremente el traslado de turistas desde el Sur a la capital.

En sentido contrario, la tesis determina que los parajes cuyos valores principales son de índole natural resultan menos modificables y requieren de mayor atención para evitar que resulten afectados. Difícilmente el Roque Nublo y su entorno pueden soportar el paso de 5.000 personas al día sin padecer, al igual que la erosión será distinta si esa masa accede en vehículos particulares o guaguas.

Rodríguez, que ejerce como docente de Ingeniería del Transporte en el Departamento de Ingeniería Civil de la Escuela de Ingenieros Industriales y Civiles de la ULPGC, pone como ejemplo el mirador de La Cumbrecita, en La Palma. Este paraje, situado en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, limita el acceso a un número determinado de vehículos al día, precisamente para garantizar que el lugar no se va a ver afectado y puedan seguir disfrutando de él las generaciones venideras.

Hasta la fecha, los diferentes municipios intentan seducir de manera individual a los turistas que visitan Gran Canaria. Sin embargo, de la lectura de la tesis, y aunque el peligro se antoja lejano, se deriva la necesidad de políticas comunes que fijen límites insuperables.

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