Las caras de tensión eran ayer palpables en el patio de butacas del salón de plenos de Telde. Los nervios entre los presentes estaban a flor de piel. En apenas dos minutos, por culpa de un polémico sistema de adjudicación de licencias, cuatro familias del municipio se habían visto con una inesperada losa de no menos de 50.000 euros a sus espaldas a la que hacer frente. Un 'palo' que generó llantos y comentarios de desesperación entre sus protagonistas mientras el resto no podía hacer otra cosa más que sentir impotencia.

La Concejalía de Tráfico del Ayuntamiento de Telde tuvo que recurrir a mediodía de ayer a un macabro sorteo con 21 bolas de bingo casero de por medio para reasignar, acatando dos sentencias judiciales, las cuatro licencias de taxi para vehículos adaptados a minusválidos que ya habían sido entregadas en el año 2005.

Dos profesionales del sector presentaron en su momento sendos recursos al reparto de estos taxis al no conseguir su permiso. Lograron sus licencias, pero, de manera indirecta, provo- caron que se tuviese que sortear de nuevo el 'marrón' que para muchos supone tener que invertir 50.000 euros en una furgoneta adaptada "cuando lo habitual es que un taxi de los normales te cueste unos 20.000 euros menos".

Una mano inocente sacó ayer las bolas de la tragedia después de que el secretario del Ayuntamiento, Domingo Arias, explicase el procedimiento. Y ocurrió lo que era previsible: que los "agraciados" fuesen taxistas con vehículos de trabajo estándar y que ahora se ven con una tragedia económica a cuestas.

Tener que seguir pagando las letras de su actual coche -con letras de más de 700 euros de media- y el verse en la obligación de adquirir una furgoneta para seguir explotando la licencia antes de que acabe el año, no es plato de buen gusto. Llantos, indignación, amenazas con pedir daños y perjuicios. Las emociones se desataron nada más salir los números. Los propietarios de las licencias 190, 193, 194 y 196 tendrán ahora que reponerse del mal trago y buscar alternativas. "Me han llegado a echar toda la mierda encima", apuntaba uno de ellos mientras la esposa de otro empresario rompía a llorar.

UNA SALIDA. El concejal del área, Juan Martel, con cara de circunstancias, sólo pudo alcanzar a mantener una reunión en privado con los cuatro afectados "para buscar solución a este embrollo, que no se habría generado si en 2005 no se hubiese recurrido a un sorteo para otorgar estas licencias especiales".

Hay incluso un matrimonio que tiene a su hijo estudiando en la Península y que se ve con la soga al cuello. El problema no tiene fácil solución.