Sorprendidos. Así se encuentran los responsables del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira después de que en apenas cinco días hayan aparecido en varios puntos de Gran Canaria al menos cinco ejemplares de tortugas de grandes dimensiones -todos muertos- en una racha registrada entre los días 3 y 8 de enero y ante la que el veterinario Pascual Calabuig no recuerda antecedente alguno.

Tres de estos quelonios corresponden a la especie boba -una de las que con más asiduidad son avistadas en aguas del Archipiélago- y las otras dos corresponden a la denominada laúd, un gigante que puede llegar a alcanzar la tonelada de peso y los tres metros de largo y que ha llamado más la atención de los expertos por cuanto sus detecciones son más complejas "al tratarse de reptiles que pueden llegar a sumergirse hasta mil metros y tienen la extraña capacidad de generar calor por sí mismos. Que aparezcan tortugas bobas muertas en Canarias es un fenómeno en parte habitual. Suelen viajar en grupo, pero que en cinco días nos encontremos con cinco y dos sean laúd sí es llamativo. De hecho, durante 2010 no recuerdo haber tenido ni una en Tafira", apuntó.

Calabuig reseñó que los problemas con redes y nasas y las intoxicaciones suelen ser las causas que explican su óbito. "Luego se producen episodios de mar de fondo que hacen que los restos de estos animales terminen en la costa", confirmó.

El litoral de Gáldar, Agüimes, Las Palmas de Gran Canaria y San Bartolomé de Tirajana son los lugares en los que se han localizado las últimas tortugas muertas. Según explicaron fuentes del Centro, sólo la tortuga laúd que fue rescatada del mar el día 6 en el barranquillo del Vino, en Gáldar, presentaba un estado óptimo para que se le practicase la necropsia.

El personal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria tenía ayer al espécimen en descongelación para indagar sobre los motivos de su muerte. Los otros ejemplares acabaron en el vertedero.