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Entrevista. Copropietario del restaurante 'Déjate llevar'

Fernando Henríquez: "Tejeda es un espectáculo de sol y montaña que sobrecoge"

"Para triunfar aquí solo hace falta una cabeza amueblada, idiomas y no esperar a que el Estado te lo resuelva", destaca el restaurador

Fernando Henríquez, ayer, justo enfrente de su Déjate Llevar. SANTI BLANCO

Usted se crió en Guinea, su familia es de Arucas..., ¿y cómo terminó en Tejeda?

Siempre me ha gustado el campo, la tranquilidad, la naturaleza. De pequeño pertenecía al grupo Guaires de montañeros. Veníamos a La Culata, a Ayacata, Artenara, Tamadaba..., y aquí se disfruta del privilegio de estas vistas, de este paisaje, sus atardeceres. Todos los días es un espectáculo ya haga sol o esté nublado.

Y se afincó.

Con mi pareja nos planteamos montar algo aquí y nos tiramos al agua con todo el equipo en plena recesión, en 2011. Nico renunció a un contrato fijo en el Parador e invertimos lo que teníamos, y lo que no, en el restaurante Déjate Llevar.

¿Por qué Déjate Llevar y no El Caroso de Millo?

Bueno, el nombre corresponde a unas excursiones que yo organizaba con turistas del sur en la capital, con la que me hice una agenda de unos 700 contactos, muchos de ellos que repetían. Y por otro lado teníamos claro que no queríamos un local más del centro, con su tragaperras, la tele emitiendo fútbol y la papa arrugada.

¿Intuía Tejeda como lugar de negocio?

Ya conocíamos un poco su movimiento y la cadencia del turismo aquí arriba. Fui auxiliar de vuelo, trabajé en hoteles del sur, de intérprete en Fuerteventura y esto, sumado a que entre los dos hablamos seis idiomas correctamente y chapurreamos otros tres, pues ha facilitado mucho las cosas.

¿Qué idioma extranjero es el que más se habla aquí?

El alemán, luego el inglés y después los nórdicos.

Dígame, ¿qué les dice un turista cuando se les abre el paisaje de la cuenca?

Flipan. La gran mayoría flipa con Tejeda. Se quedan prendados por la belleza del paisaje, lo bonito y limpio que está el pueblo, por encontrarse en un lugar tan fuera de lo común donde Cristo perdió la zapatilla. Y en nuestro restaurante algunos suecos comentan que tienen la sensación e estar en un café de Estocolmo.

No se le esperan, ¿eh?

Pero al igual que muchos canarios. A veces desde el balcón les oigo decir que este es uno de los sitios en los que se paga mucho y se come poco, y otros muchos repiten y tripliten o nos mandan a sus amigos. Por suerte hemos ido acaparando una clientela que sabe valorar un lugar como éste, con su comida y servicio.

Visto lo visto, ¿cree que los pueblos tienen futuro?

Sí que lo tienen. Pero más los pueblos orientados al sur. No nos engañemos. El turista viene buscando sol, y el que se alquila un coche para hacer una excursión, comer o tomarse algo lo hará en un lugar soleado. Irá a Teror, a Valleseco a Arucas, pero después de la foto parará en un lugar despejado y esto es lo que tiene Tejeda porque lo otro ya lo tiene en su casa. En este aspecto el pueblo de Tejeda es un espectáculo de sol y montaña que sobrecoge, como ocurre con Ayacata, Fataga, Tunte, Santa Lucía, que tienen mucho futuro.

¿En qué clave?

Mire, ayer mismo estuvimos en Arinaga y me sorprendió la cantidad de turistas que estaban allí escapando del mogollón del Inglés, sentados en los bancos disfrutando del día plácidamente, tanto en restaurantes como fuera de ellos, lejos de un Anexo II que hoy es una fábrica de churros.

Algo que usted también parece disfrutar en esta cumbre.

Nos tendría que pasar algo grave para irnos de aquí. Estamos muy a gusto. Aparcamos en la puerta sin pagar. Vas al médico sin pedir hora, que te atiende estupendamente sobre la marcha y sin embargo vas a la capital y te puedes morir en un pasillo. Y no menos atractivo es que todo el mundo te conoce y tu conoces a todo el mundo, con todo lo bueno y lo malo.

Decía usted hace unos párrafos que nada de papas arrugadas ni otras carajacas. Profundíceme en la materia, por favor.

Ofrecemos todo tipo de zumos, y especialmente ensaladas: japonesas, tailandesas, libanesas, de la casa, de fruta, dulces, picantes, tibias, calientes y de la casa. Y luego cremas de verduras, y sopas, que por supuesto no son con pollo y fideo, sino de leche de coco, de raíz de jengibre con caña limón, hojas de lima, pasta de tamarindo. Algo fuera de lo común, además de opciones para vegetarianos y veganos. Los veganos no se van con hambre.

En resumen, que el que venga a por carne cochino se queda rascado.

Y tanto. A veces pasa, que buscan carne. Pero no hay. Tiramos mucho por la comida oriental y hemos ido evolucionando. Eso sí, ponga usted que cerramos cinco meses, de mayo a septiembre.

Buenas vacaciones.

Hacemos la temporada y luego tenemos medio año de vacaciones. Pero es una cuestión de números, de fiscalidad. Y que hay que vivir y disfrutar.

¿En otras palabras, que han dado en la diana, no?

Bueno, hemos conseguido por segundo año consecutivo el certificado de excelencia de TripAdvisor, que se logra a través de los comentarios de los clientes, y somos el quinto restaurante más recomendado por esa misma página en Gran Canaria.

A ver si les va a cae una estrella Michelín en la cabeza.

No. Sólo aspiramos a vivir bien, que la gente esté contenta, a ir a los cumpleaños de los amigos, a hacer deporte, a disfrutar de la familia, de los eventos culturales y a viajar.

¿Qué se necesita entonces para triunfar?

Tener la cabeza amueblada, saber idiomas, tener un dinero ahorrado y no esperar a que el Estado te lo resuelva. Aquí hay espacio para negocios, alquiler de bicicletas, senderismo, todo ello ahora en mano de extranjeros, que son los que tienen la iniciativa. Mire, el otro día me pidieron que hiciera de intérprete para el primer canal de Alemania que hizo un programa en la dulcería Nublo y resulta que buena parte de la almendra que utilizan tienen que importarla. Pues habría que cultivar más matos, por ejemplo.

¿Cómo vive el trajín de la fiesta del almendro?

Pues también cerramos todo el fin de semana, socializamos y nos vamos a las verbena, amigo, como hacemos en todas las fiestas de aquí, como la del Socorro. Y al día siguiente dormimos la mona (ríe) porque no nos perdemos los chiringuitos. Además también vienen mis padres a quedarse y los de Nico desde Grecia.

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