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El turismo que llegó de Suecia

El Club Escandinavo de Las Palmas recibe el Roque Nublo por su cincuenta aniversario - Cinco mil suecos residen en Gran Canaria

Las suecas (y los suecos, claro) vinieron para quedarse. Al menos, en Gran Canaria. Casi 50 años después de la alegre advertencia "¡qué vienen las suecas!" en la película Amor a la española (Fernando Merino, 1967), interpretada por José Luis López Vázquez y Alfredo Landa , sobre el desarrollo del turismo durante la dictadura franquista, unos 5.000 ciudadanos del país escandinavo residen en la isla, alrededor de la mitad del conjunto del Archipiélago, según la cónsul honoraria, Ann Kristin Ekstrand.

Precisamente, el Club Escandinavo de Las Palmas recibirá, el 18 de marzo en el Auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria, la distinción Roque Nublo de Turismo del Cabildo en representación de toda la comunidad sueca de la isla, justamente, en vísperas de la cena, la noche siguiente en la Montaña de Arucas, por el quincuagésimo aniversario del colectivo, aunque la relación entre los dos pueblos se remonta algunos años atrás. Después de la fundación del Jardín Botánico Viera y Clavijo en 1952 bajo la dirección del sueco Eric Ragnor Sventenius , su compatriota Bertil Harding realizó el primer vuelo chárter entre el país nórdico y Gran Canaria en 1957.

"Es más que significativo y evidente que fueron precisamente emprendedores de nacionalidad sueca los que lideraron aquel boom inversor en la famosa ley de 1959 que fomentaba el turismo y los permisos internacionales de inversiones", recordaron desde el Cabildo al anunciar los honores y distinciones de 2016, galardones que también distinguen a a la Asociación Gay y Lesbianas Asociados del Yumbo (GLAY) por su aportación al principal sector económico del Archipiélago. Tras la inauguración del restaurante La Rotonda y los bungalows Los Caracoles en San Agustín como las dos primeras instalaciones turísticas de Maspalomas Costa Canaria en 1964, al amparo de aquel decreto franquista, el empresario Sven Kviborg y el Grupo de los Siete comienza a construir en 1964 la urbanización Nueva Suecia, primero de otros muchos proyectos en la zona.

Medio millón de visitantes

Actualmente, más de 500.000 turistas suecos visitan cada año Canarias, según Ekstrand Celis, cifra que representa el 5 por ciento de la población de un país con menos de 10 millones de habitantes. Así, el reino escandinavo constituye el tercer mercado para el turismo canario, sólo superado por las potencias de Gran Bretaña y Alemania.

Además de miles de residentes, claro. "Cuando hace 45 años llegué a Gran Canaria por primera vez, tuve una alegría loca. ¡Qué sensación tan veraniega!", exclama Gittan Frejhagen en el prólogo de su libro Los pioneros. Suecos y españoles querían crear un paraíso turístico en Gran Canaria (2012).

"Cuando decidimos comprar una propiedad aquí era porque queríamos estar al aire libre todo el día, experimentar la belleza, ver las montañas y escuchar el canto de los pájaros. También queríamos ofrecer un lugar de reunión para la familia y los amigos", continúa la autora escandinava. "Más adelante hemos encontrado una gran riqueza cultural con la ópera y conciertos, la buena comida, quesos y vinos interesantes y diversos deportes".

También citaron ayer "el sol, la luz, la tranquilidad y la alegría de vivir" la cónsul honoraria en Las Palmas de Gran Canaria y la secretaria del Club Escandinavo, Karin Bertilsson, entre las razones para elegir la isla como lugar de residencia. Aunque las dos se instalaron en Gran Canaria tras aterrizar como turistas veinteañeras, maridos e hijos canarios mediante, Ann Kristin Ekstrand no se reconoce en los filmes patrios de los sesenta y setenta, "un poco exagerados", al tiempo que califica de "orgullo" el Roque Nublo que recogerá en nombre de la comunidad sueca.

"Siempre nos sentimos muy queridos en la isla, esa es la clave, aceptados e integrados", subrayaron ambas suecas en la capitalina sede del colectivo, ubicada en la calle Manuel González Martín. Presidido por Jens Ole Jespersen, el Club Escandinavo cuenta con cerca de 800 socios de los países nórdicos (Suecia, fundamentalmente, Noruega, Finlandia y Dinamarca), repartidos casi a partes iguales entre su local en propiedad del barrio de Alcaravaneras y otra sede de alquiler en San Agustín.

Con una perra labrador de nombre Tara en la puerta, el Club Escandinavo permanece abierto en la capital grancanaria lunes, martes, miércoles y viernes de 11 a 14 horas. Allí ofrecen a sus parroquianos, pensionistas en su mayoría pero también turistas, una biblioteca, una sala de informática y una cafetería con un amplio salón, decorado en un extremo por una imagen de un hayedo nórdico, donde se realizan degustaciones de gastronomía sueca, partidas de bridge, clases de español, exposiciones de pintura o fotografía, proyecciones de películas o conciertos de música.

Pese a la avanzada edad de la clientela del Club Escandinavo, por lo que cumplen una fundamental labor social de acompañamiento, Ekstrand y Bertilsson explicaron que la presencia nórdica en la isla ya acumula tres generaciones, con alrededor de un centenar de niños, y cuenta con múltiples servicios al servicio de la comunidad como colegios, hospitales o iglesias, fundamentalmente en el sur grancanario.

Una decena de mujeres se afanaron ayer, como cada lunes, en un taller textil para la elaboración de alfombras y complementos con el objetivo de organizar un sorteo y, de este modo, colaborar en la financiación del viaje anual, a mitad de diciembre, de la Lucía Sueca a la fiesta patronal de Santa Lucía de Tirajana, tradición símbolo de la unión entre los dos pueblos. En el telar de un extremo, destacaron, entre múltiples tonalidades, el azul y el amarillo, precisamente, colores comunes de las banderas de Suecia y Gran Canaria, dos territorios tan distantes geográficamente como cercanos socialmente.

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