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Entrevista a Antonio Flórez Lage

"Tenía morriña con el mar y empecé a escribir en revistas del sector pesquero"

"La novela es como una mentira: para que sea un poco creíble tienes que asentarla en cosas que conoces", asegura el veterinario y escritor

Antonio Flórez Lage, esta semana, en la capital grancanaria. JOSÉ CARLOS GUERRA

Su primera novela ha ganado un segundo premio en un certamen nacional. No está mal para un novel.

Sí, el premio lo convocó la Aeinape, la Asociación Española de Antiguos Alumnos del INAP de España, que es el Instituto Nacional de la Administración Pública, que da clases a una barbaridad de funcionarios de todas partes, del Estado y de las comunidades autónomas. También dan clases en Sudamérica, porque estaban incluidos en la convocatoria.

¿Por qué se presentó a este concurso literario?

Cuando escribí el libro empecé a intentar publicarlo, pero es muy complicado. Lo mandé a agencias literarias y me dijeron que siguiera buscando porque había miles de premios.

Cuando vio las puertas cerradas de las editoriales, se le abrió la ventana del INAP.

Lo único que se me ocurrió fue buscar un premio al que presentarme e hice un filtrado porque, honestamente, no soy tan animal de presentarlo a un Nadal o similar. Fui a buscar premios con muy poco dinero o sin dinero. En este caso, al primer premio le daban algo de dinero, pero al segundo no daban un duro.

Bueno, pero al menos le sirve de trampolín.

Sí, eso sí. Fui a buscar algo de mi nivel porque no soy tan iluso. Yo soy veterinario, aunque me guste la literatura. Es la primera novela que escribo.

¿Qué hace un veterinario metido en la literatura?

Tras hacer los estudios de posgrado en Italia y México, saqué unas oposiciones en el Ministerio de Agricultura y estuve trabajando en la Secretaría General del Mar. Luego saqué una segunda oposición a cuerpo nacional de veterinarios, al que pertenezco ahora.

Y al final vino a parar a la isla porque su mujer es grancanaria.

Cuando me vine a trabajar aquí, que ya no hacía cosas de pesca con la administración, tenía un poco de morriña con el mar y empecé a escribir artículos para revistas profesionales del sector pesquero. Escribía artículos, ya tienes los niños, me empecé a animar, salió esta historia y ahí vamos.

¿Cómo surgió la idea para escribir esta primera novela?

La idea estaba ahí. Empecé a escribir y fue saliendo. Tenía momentos que incluso me sentía como cuando estás leyendo un libro. Tenía ganas de ponerme a escribir porque iba saliendo. Me acuerdo de lo que decía Miguel Ángel de sus esculturas: "Siempre estuvieron ahí, yo me limitaba a quitar lo que sobraba". Más o menos la historia estaba y me salió. Lo que sí he tenido es mucho tiempo para escribirla. Me gustó mucho escribirla, pero lo más pesado fue repasarla. La escribí en nueve meses, pero luego me he tirado desde 2013, desde que la inscribí en la propiedad intelectual de la SGAE, hasta que en 2015 me dieron el premio, repasándola y arreglándola.

Corregir es la parte más plúmbea y menos creativa, claro.

Sí, sin duda. A mí siempre me ha gustado mucho estudiar y poco repasar. Repasar es aburrido. Quería que la cosa fuera rápida.

¿Por qué le dio por estudiar veterinaria?

Siempre me han gustado los animales, quizá más los bichos que los animales propiamente dichos: más los reptiles que las ovejas. Soy el único de mi familia que hizo veterinaria. En mi familia hay muchos arquitectos.

¿Tampoco hay escritores en su árbol genealógico?

Que yo sepa no, aunque no sé si algún abuelo paterno obtuvo un premio nacional de literatura. Cuando escribí el libro mi padre me comentó algo. Por parte de padre eran marinos, abogados, pero ningún veterinario.

El tema de su novela se adentra en sus ancestros gallegos.

Sí. Hay un pueblecito gallego que tiene una roca y debajo de ella hay una gruta donde la gente desaparece. No se sabe lo que pasa con la gente que va a bucear allí. En las aventuras de la infancia del protagonista y su amigo, que es un personaje muy peculiar, lo van arrastrando hacia esa zona. Y luego hay una historia en México unos años después en la que se ven metidos en un viaje turbio con acción, aventuras y al final el desenlace hace que la vida del protagonista cambie.

La novela no está exenta de un singular humor.

Aparte de acción, misterio y aventuras, el libro tiene toques de humor muy peculiares míos. La novela es como una mentira: para que sea un poco creíble tienes que asentarla en cosas que conoces. Tiene alguna anécdota veterinaria.

¿Se puede compaginar bien la profesión veterinaria con la literatura?

Sí, sí. Yo creo que son profesiones compatibles con la humildad de una persona como yo, que no he recibido ninguna formación literaria específica. Hay dos tipos de personas: las que son apasionadas con su carrera y las que también tienen otras ocupaciones.

Ocurre en todos los oficios.

En veterinaria hay dos tipos de alumnos: los que llevan la carpeta forrada de perritos y gatitos y los que no. La mía tenía etiquetas de Estrella Galicia. Me encanta la veterinaria y los animales, pero el mundo es más que eso. Hay que tener otras inquietudes.

¿Para cuándo su segunda novela?

Después del espaldarazo del premio me apetece mucho escribir otra, me anima, pero con dos hijos pequeños y el trabajo es bastante complicado.

Usted debe ser también un buen lector.

Sí, siempre me ha gustado leer. Una de las cosas que me llevó a leer fue el padecimiento de anginas. De pequeño estaba siempre malo de anginas, con placas y tal. Antes, como no había una tele en cada cuarto como ahora, estaba en la cama y empezaba a leer. Comencé con Emilio Salgari, tengo todos sus libros; Julio Verne, Karl May, Agatha Christie, Enid Blyton, y de ahí me aficioné. Luego he seguido leyendo. Siempre he leído mucho hasta que me pasé al otro lado oscuro, al de la escritura.

Su estilo engancha desde la primera página.

He intentado que el libro fuera ameno y rápido de leer para todas las edades. La mayoría de la gente que conozco lee por la noche antes de acostarse. Quiero que sea ameno, entretenido, que enganche. Siempre he sido más de Quevedo que de Góngora.

Leer está al alcance de casi todo el mundo, pero escribir no.

Bueno, yo le digo a a gente que se anime. Si yo he podido, cualquiera puede. Yo soy un tío patoso y cuando fui a hacer las oposiciones me orienté a mis habilidades. Se me da mejor escribir, redactar, estudiar, más que una operación. Soy más teórico que práctico. No soy nada manitas, en casa hago cada estropicio.

Gonzalo Giner quizá sea el veterinario más conocido como escritor.

Sí, está a un nivel impresionante. Me sirvió de ayuda e inspiración. Él vino a Las Palmas, acudí a una charla suya de la presentación de un libro y luego le consulté un par de veces por su experiencia con las editoriales.

¿En su novela salen animales?

Sí, salen animales. Tiene algún toquecito, además de toques de humor, misterio, pequeñas anécdotas de veterinario. Un veterinario le puede llamar la atención algunas cositas.

Parece que no puede vivir sin el mar.

Es verdad. Vivo a cien metros del mar, trabajo en el puerto a cincuenta metros del mar y veraneo en Galicia rodeado de mar. Tengo el mar muy cerca. Mi mujer es canaria. La conocí en Madrid cuando estudiábamos.

¿Ella también es veterinaria?

No, ella es normal (risas). Es farmacéutica. Para venir aquí, como no había un puesto como el que yo tenía en Madrid, me trasladaron al Control Veterinario en Fronteras, con terceros países, porque dentro de la UE hay libre circulación.

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