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San Bartolomé de Tirajana

"Cuando comencé a pintar solo los turistas compraban cuadros"

"La pintura es un proceso de aprendizaje, que se nutre de conocimientos y experiencias", asegura el pintor y escultor Sergio Gil

Su abuelo y su padre también se dedicaron a la pintura. De casta le viene al galgo...

Dicen que los niños hacen lo que ven y lo que escuchan a su alrededor. Y, quizás, eso fue lo que me ocurrió a mí. En mi retina guardo la imagen de mi padre pintando en su estudio. Con solo 12 años comencé a vender mis propios cuadros en el parque Santa Catalina junto a un escultor alemán y otro artista francés de nombre Guillén. En aquel tiempo vender una obra era casi imposible, sangrante. Solo los turistas compraban cuadros.

Poco tienen que ver aquellos primeros trazos de paisajes, bastante realistas, con la obra abstracta que expone hasta la próxima semana en la Casa Condal.

Efectivamente, de hecho, esta exposición constituye una introspección de toda mi vida. La pintura es un proceso de aprendizaje, que se nutre de conocimientos y experiencias. Tras comenzar con peces y marismas, he logrado realizar una muestra de 90 cuadros pequeños, cinco medianos y cuatro grandes bajo la temática del basalto, en honor al origen del Archipiélago. Sin embargo, ya lo decía César Manrique, lo mío es la pintura abstracta.

¿Tuvo ocasión de conocer al artista lanzaroteño?

Sí, y de compartir con él tardes de charla en la cafetería Lolita Pluma del Parque Santa Catalina. Cuando en 1988 expuse por primera vez mi obra en la galería del Club Prensa Canaria, el director general de Tui de por aquel entonces, Jaime Mora, adquirió un tríptico denominado La Fecundación del Atlántico. Este señor vivía al lado del piso que tenía Manrique en la ciudad de Las Palmas y un día que el artista estaba por aquí le preguntó a Mora sobre el autor de su cuadro. Así nos conocimos. Pero nunca me olvidaré que tras enseñarle varios dibujos de peces, Manrique me dijo que eso lo podía hacer mucha gente, que mejor me dedicara a la pintura abstracta, que era realmente lo mío.

Sin embargo, a lo largo de su vida no solo ha desarrollado una labor artística, sino también científica.

Durante algunos años me dediqué a la fitopatología. Salía al campo a recoger muestras y las analizaba en el laboratorio. Básicamente me dedicaba a investigar las plagas de insectos con presencia en la Isla. De alguna, como la Liriomyza trifolii, llegué incluso a descubrir su origen. Pero nunca dejé de lado la pintura.

¿Ha dejado huella esa etapa de laboratorio en su obra?

Claro, tengo varios trabajos que reflejan la iconografía científica de Canarias. En 1989 realicé una carpeta de grabados sobre peces canarios para la antigua Caja Insular de Ahorros. También he hecho litografías sobre esta temática para la presidencia del Cabildo y del Gobierno de Canarias. Incluso en esta exposición se puede apreciar una visión microscópica del origen de las Islas, que abarca conocimientos también en geología.

¿Qué estructura sigue la muestra de la Casa Condal?

Se trata de una composición sobre papel dividida en series de grises, violetas, verdes, azules y ocres. Aunque cada pieza se puede interpretar de manera distinta, la colección responde a una misma unidad de color y forma.

¿Es la primera vez que exhibe en San Bartolomé de Tirajana?

Hace cinco años expuse en Meloneras, pero nunca había tenido la oportunidad de mostrar mis cuadros en la Casa Condal y, la verdad, es que este espacio es una maravilla. Me alegro de que el Museo Canario se vaya a instalar aquí, porque es un lugar ideal.

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