Carl y Line Pedersen, de 76 y 59 años de edad, tenían billete de vuelta a casa para el viernes de la semana pasada. Disfrutaban de largas temporadas de invierno en el apartamento del complejo Puerto Plata, ubicado en Puerto Rico, que adquirieron hace ya cerca de 20 años. Sin embargo, este mes de noviembre fue el último que pasaron en la urbanización del municipio de Mogán, ya que la Guardia Civil encontró los cuerpos sin vida de la pareja noruega el pasado lunes en el interior de su bungaló. Los agentes de la comandancia sureña descartan que el óbito se haya producido por un delito de homicidio o violencia de género al no encontrar signos de defensa ni ninguna lesión física en las víctimas. Fueron los vecinos del edificio los que alertaron a la dirección del complejo del mal olor que desprendía la vivienda ocupada por el matrimonio.

Los Pedersen pasaron gran parte de su vida en la segunda residencia de invierno que tenían en el sur de Gran Canaria. Como para el resto de sus compatriotas, durante estos meses Mogán se presenta como un exilio idílico para refugiarse de las gélidas temperaturas que marcan los termómetros noruegos. Les gustaba "la playa" y la "comida", sin embargo, no solían participar con frecuencia en la vida social que desarrolla la comunidad nórdica en el municipio.

"No pertenecían a la congregación de la iglesia noruega" del paseo de Las Marañuelas, en Arguineguín. Tampoco visitaban con regularidad el club noruego de Gran Canaria, ubicado en el mismo pago pesquero. O al menos, ayer nadie les echaba en falta durante la hora del almuerzo en ambos establecimientos.

La semana pasada varias fueron las ocasiones en las que la recepción de Puerto Plata intentó localizar sin éxito a ambos extranjeros. Ninguno de los dos contestaba al teléfono. Su vuelo de vuelta a Noruega había despegado a primera hora de la mañana sin ellos a bordo y el personal del edificio no tenía noticias de la pareja desde hacía ya días.

Fue el aviso de un vecino de la tercera planta del complejo el que sembró la alarma. El fuerte olor a "putrefacción" que desprendía de forma progresiva el apartamento de los Pedersen motivó a la dirección del recinto turístico a llamar el pasado lunes a la Guardia Civil. A las 10.45 horas, el equipo territorial de la policía judicial de Motor Grande se presentó en Puerto Plata para inspeccionar la vivienda. Cuando los agentes entraron al interior del bungaló se encontraron el cuerpo sin vida de Carl tirado en una escalera y el cadáver de Line en la cama junto a un bote de pastillas esparcidas a su alrededor.

Durante su intervención los agentes no encontraron ningún signo de lucha, resistencia ni lesión física en los cuerpos de ambos fallecidos. Es por ello por lo que la Guardia Civil descarta que la muerte de ambos se haya producido por homicidio o un episodio de violencia de género.

Según fuentes policiales, existen suficientes indicios para afirmar que el hombre perdió la vida antes que su esposa. Ésta, tras sufrir la pérdida conyugal, falleció horas después en la misma habitación tras una importante ingesta de medicamentos, según una de las hipótesis formuladas por fuentes cercanas al óbito. Cuando la policía encontró sus cuerpos en el bungaló 308 ambos habían fallecido hacía al menos tres días.

A las 13.25 horas, el forense de guardia autorizó el levantamiento de los cadáveres en Puerto Rico y una hora después fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de las Palmas de Gran Canaria. Durante estos días los forenses examinarán los cuerpos con el fin de esclarecer las causas que motivaron la muerte de la pareja nórdica. Una vez culminada la autopsia, la familia podrá repatriar los cuerpos del matrimonio a Noruega para enterrarlos en casa, en caso de que así lo desee.

Según la embajada de Noruega en Madrid, ya que el consulado de las Palmas de Gran Canaria no se encontraba ayer en disposición de facilitar ningún tipo de información por "razones de confidencialidad", en estos casos les toca a los familiares lidiar con las aseguradoras para trasladar a sus seres queridos a su lugar de origen tras su muerte.

El fallecimiento de clientes con edades avanzadas en hoteles y apartamentos del sur de Gran Canaria resulta "más usual de lo que parece" en el trajín turístico. Prueba de ello es que en el cementerio de Mogán pueblo existen varias tumbas ocupadas por extranjeros de diferentes nacionalidades que decidieron pasar su jubilación y los últimos días de su vida en el que muchos denominan el "mejor clima del mundo".