Con delantales y gorros rojos e incertidumbre en cada rincón, los 11 menores protagonistas, ayer, del segundo día de las jornadas gastronómicas Sabores de Ingenio ocuparon sus puestos detrás de una mesa con instrumentos perfectos preparados para cocinar. Primera vez para muchos y rutina para otros, pero todos con la misma ilusión y frente a un plato que jamás habían elaborado. "¿Las truchas son de pescado?", preguntó Nixie al conocer que en su aventura de cocinera por un día elaboraría, junto a sus compañeros, truchas de batata y cabello de ángel y mousse de diferentes sabores.
Una vez aclarado que este postre nada tiene que ver con el pescado, la chef y asesora en gastronomía canaria, Vanessa Santana, guió a los niños en todo momento y los convirtió en verdaderos profesionales. De esta forma, y tras lavarse las manos, se pusieron manos a la obra.
"Ponemos la masa de batata dentro del hojaldre, añadimos agua como pegamento mágico haciendo media luna y hacemos que los extremos se den un beso", explica Santana con entusiasmo. Así, los pequeños, entre 10 y 15 años, seguían sus pasos, cerrando las truchas "apretando y arrastrando", con un tenedor, por los bordes. Como si llevaran toda la vida haciéndolo, mostraron sus dotes como chefs, tanto que nadie diría que era su primera vez.
De esta manera, Dorian se desenvolvió en la mesa de la profesora como si de un profesional se tratara. "Es que yo ya había cocinado antes panes pizza", señala sin dejar de producir y con esa gracia que lo caracteriza. "¿Me pones a trabajar de cocinero?", pregunta a Santana, que reconoce la perfección con la que el niño elabora el postre.
A su izquierda, los hermanos Karina, Gabriel y Atenea le hacen una competencia de lo más reñida. Juntos muestran ser un equipo muy coordinado y una máquina de hacer truchas sin parar. Con precisión y colaboración, los tres crean montañas de dulces que cada vez se hace más grande. Karina, de 12 años, asegura que en su casa también cocina y que, aunque Gabriel, de 13, se hace más el remolón, él y Atenea, de 10, también la ayudan. Como era de esperar, a ambos les encantaría ser cocineros de mayor, "aunque sin compartir restaurante", suspira la mediana de los hermanos.
Cada uno con su técnica y a su ritmo, porque "lo importante no es hacer más, sino hacerlo bien", interviene José Manuel, "José para los amigos". Aunque parecía que todos se conocían, estaban divididos en dos grupos que hasta entonces no se habían visto, de Agüimes y Carrizal, pero que no tuvieron problemas para formar una piña. Así, antes de comenzar con el mousse y ya con las truchas fritas, los menores intercambiaron sus números de teléfono, porque en esta ocasión la cocina ha unido más que platos.
Con intención de que conozcan sobre todo productos canarios, la coordinadora de la jornada hace preguntas a los pequeños cocineros por un día, que muestran sus conocimientos mezclados con creatividad. "¿Qué es la mantequilla?", interviene Santana, y casi sin dejar margen a sus compañeros para responder, Nixie contesta: "Pues es algo amarillo que tiene aceite y puedes poner en el bocadillo o en el sandwich". Tras las aportaciones del resto, a cual más original, y la explicación de la profesora, se dispusieron a elaborar el postre de bizcocho de Moya que probaron durante los minutos previos de merienda.
Entre truchas y mousse, también de chocolate y gofio, los niños compartieron mucho más que una tarde de cocina. Sintiéndose como en casa y con sonrisas siempre presentes, no hubo nada que nadie no supiera hacer, de modo que las dudas del principio de Aridane, que temía no saber elaborar alguno de los postres, se transformaron en orgullo y bolsas cargadas de sus creaciones para llevar a su hogar, como el resto de sus compañeros. "¡Podríamos vender para Navidad!", se animan los pequeños y entrañables chefs.
Nixie con sus preguntas, Aridane con su paciencia, Paola con su tímida sonrisa, Jack Junior con su conformismo, Ihan con su forma de compartir, José Manuel con su gracia, Anjara con su predisposición, Gabriel con su colaboración, Karina con su responsabilidad, Atenea con su eficiencia y Dorian con su carisma. Sin ganas de quitarse los gorros, juntos crearon la receta más especial de todas las jornadas.
